El reglamento 1169/2011 establece que es necesario indicar el país de origen de los alimentos, siempre que la omisión de ese dato pueda inducir a engaño a los consumidores en cuanto al verdadero lugar de procedencia. Según el Eurobarómetro, la mayoría de los ciudadanos valora mucho esta información. No obstante, el detalle de hasta dónde debe aplicarse el etiquetado de origen sigue siendo objeto de debate, entre otras cosas, por los costes económicos que conlleva y que podrían trasladarse al comprador final. En este artículo se comenta la situación para ayudar a establecer el escenario actual y la posible dirección que puede tomar.
El reglamento 1169/2011 fijó el criterio de base para la indicación del país de origen o el lugar de procedencia de un alimento. No obstante, todavía persisten las dudas a la hora de su aplicación, en particular con los productos cárnicos y lácteos. En la actualidad es objeto de debate en la Unión Europea.
Este reglamento dejó claro que es necesario indicar el origen de los alimentos. A partir de esta premisa inicial, el artículo 26 tenía que desarrollarse en diversas direcciones. Para ello, debía contar con el apoyo y asesoramiento de informes técnicos por parte de la Comisión Europea (CE), para valorar hasta dónde iba a llegar la obligatoriedad del etiquetado de origen. Una de esas direcciones es la relativa a los productos cárnicos y lácteos que, en este momento, es objeto de debate, dado lo encontrado de las distintas posturas por parte de la industria, los consumidores y las autoridades.
Debate en el Parlamento Europeo
Sobre este tema la situación no está definida. Si se revisa la resolución del Parlamento Europeo, de 12 de mayo de 2016, sobre la indicación obligatoria del país de origen o del lugar de procedencia de determinados alimentos –2016/2583 (RSP)-, se observa que desde el ámbito parlamentario se aboga por indicación del origen en productos cárnicos y lácteos.
El Parlamento Europeo apoya su resolución en los informes de la Comisión sobre la indicación obligatoria del país de origen o del lugar de procedencia de diversos alimentos: la leche, la leche utilizada como ingrediente de productos lácteos y los tipos de carne distintos de la carne de vacuno, porcino, ovino, caprino y aves de corral, sobre la indicación obligatoria del país de origen de los alimentos no transformados, los productos que constan de un solo ingrediente y los ingredientes que representan más del 50% de un alimento.
Además de las valoraciones que se presentan en los informes citados, también se ha de considerar el reglamento (UE) 1337/2013 relativo a la indicación del país de origen o del lugar de procedencia para la carne fresca, refrigerada o congelada de porcino, ovino, caprino y aves de corral.
Datos valiosos sobre los alimentos
Ante una situación no definida de forma clara y concreta, se consideran distintos datos y situaciones. Por un lado, se evidencia que la cadena de producción alimentaria en ocasiones es muy larga y compleja, propiciando que los consumidores no sean conscientes de cómo se producen sus alimentos y, por otro lado, que la industria no siempre cuente con una visión global de su propia actividad productiva.
En cuanto a datos, en el Parlamento Europeo se han tenido muy presentes las estadísticas e informaciones suministradas por el Eurobarómetro de 2013, en el que, entre otros datos, se entresacan los siguientes:
- El 84% de la población de la Unión Europea estima necesaria la indicación del origen de la leche, tanto individualmente como formando parte de otros alimentos.
- El 88% de los ciudadanos comunitarios considera necesario indicar el origen de los tipos de carne.
- Cuando se trata de carne transformada, hasta un 90% valora como importante la información en el etiquetado del origen de la carne en los productos elaborados.
Con estos datos, entre otros, se infiere que los consumidores valoran mucho esta información. No obstante, surgen dudas sobre si están o no dispuestos a pagar un precio más elevado para contar el origen de estos productos.
Más información, ¿más costes?
La industria, ante este tipo de cambios, pone sobre la mesa el coste adicional que puede generarse, aunque la Comisión no acaba de ver claras estas estimaciones económicas. Es más, la posición de las autoridades competentes (CE) concluye que los costes de funcionamiento del etiquetado del país de origen obligatorio en estos supuestos tendrían poca relevancia.
En resumen, se solicita que se planteen ya las propuestas legislativas para regular el etiquetado de origen en estos supuestos (lácteos y carne en los alimentos), con el objetivo de garantizar una mayor transparencia en toda la cadena alimentaria e informar mejor a los consumidores. Dicho de otra forma, se insta a que la CE cumpla con lo previsto en el artículo 26, apartado 3, del Reglamento (UE) nº 1169/2011.
Ante esta situación, hay posiciones favorables y opuestas, aunque se percibe como más potente la corriente a favor, dado que tanto los consumidores como un buen número de profesionales están de acuerdo con este etiquetado obligatorio. También hay que recordar que si bien no es la solución definitiva, sí se trata de una medida que contribuirá a paliar los efectos y luchar contra el fraude en los alimentos.