Hasta hace un mes la Unión Europea no contemplaba desde el punto de vista legislativo la producción y comercialización de insectos para consumo humano, a pesar de que algunos países como Bélgica sí autorizaban la venta de un número determinado de especies. Pero desde el pasado mes de noviembre las barreras legislativas se han roto. Nuevas condiciones normativas aclaran que los animales enteros como los insectos entran ya dentro de la definición de “nuevo alimento”. Aun así, estos cambios serán aplicables a finales de 2017. El artículo explica cómo los insectos entran a formar parte del concepto “nuevo alimento” y qué riesgos se plantean.
Hasta hace poco, el consumo de insectos no tenía apoyo legislativo en la Unión Europea. Solo en algunos países su ingesta era ocasional. Pero las cosas han ido cambiando y su uso como fuente de alimento ha empezado a dar importantes beneficios, tal como aseguraba la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en 2013. Gusanos, grillos, escarabajos, orugas, avispas, hormigas, langostas, saltamontes o moscas domésticos son algunos de los que mayor potencial tiene como alimento, según la FAO. Los avances legislativos han sido importantes en este ámbito, ya que desde finales de 2015 han entrado a formar parte de la categoría de «nuevos alimentos» en la UE y, por tanto, su empleo queda regularizado.
Insectos, un nuevo alimento
En la UE, un «nuevo alimento» se define como aquel que «no se ha consumido de forma significativa antes de mayo de 1997». En esta categoría entran alimentos producidos a partir de las nuevas tecnologías o los que se comen en otros lugares pero que no han formado parte del consumo tradicional europeo. Se calcula que más de dos millones de personas en todo el mundo incluyen los insectos en su dieta diaria, pero estos consumidores no los encontramos ni en EE.UU. ni en la UE. Dentro de la definición de «nuevo alimento» también están las partes de los insectos como las patas, las alas y la cabeza.
Se considera nuevo alimento aquel que no se ha consumido de forma generalizada antes de mayo de 1997 en la UE
El objetivo de los cambios legislativos es que la autorización de nuevos alimentos, en este caso de insectos, sea «sencilla, rápida y eficiente«, según la Comisión Europea, para que se puedan comercializar de forma más rápida siempre y cuando se haya demostrado su seguridad. El Reglamento no permite, sin embargo, que sean los Estados miembros los que autoricen o prohíban nuevos alimentos. Pero sí pueden suspender o restringir su comercialización, si consideran que supone un riesgo para la salud e informando siempre a la Comisión Europea.
Según la FAO, que en 2013 presentaba los insectos como una potente fuente de proteína en todo el mundo, los insectos más consumidos son los escarabajos, las orugas, las abejas, avispas y hormigas, los saltamontes, las langostas y los grillos, entre otros.
Cuáles serían los riesgos
En octubre de 2015, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) abordaba la cuestión de cuáles serían los riesgos de comer insectos y comparaba los riesgos potenciales con las fuentes convencionales de proteína animal. Según la EFSA, la posible presencia de riesgos biológicos y químicos derivados de los insectos dependerá de los métodos de producción, de lo que se alimentan los insectos, de la etapa del ciclo de vida en la que se recogen, de las especies y de los métodos usados durante el procesamiento.
Por sus propiedades biológicas, deben tenerse en cuenta cuestiones de seguridad microbiana, toxicidad y presencia de compuestos orgánicos ya que, como otros productos, también proporcionan un entorno favorable al crecimiento microbiano, incluyendo bacterias, hongos o virus. Pese a ello, y según la FAO, «no se conocen casos de transmisión de enfermedades o parasitoides a humanos derivados del consumo de insectos (siempre que se hayan manipulado en las mismas condiciones de higiene que cualquier otro alimento)».
Según la organización, pueden darse problemas de alergias como las que ocasionan los crustáceos. Al contrario que los mamíferos y las aves, los insectos darían menos problemas en cuanto a infecciones zoonóticas se refiere.
La Comisión Europea ha revisado la legislación sobre nuevos alimentos para actualizarla a las nuevas demandas (las leyes tenían casi 20 años de antigüedad). El nuevo reglamento elimina las barreras comerciales innecesarias que dificultaban la comercialización de alimentos seguros. Se crea, además, un sistema de autorización centralizado que simplifica y acelera el proceso de autorización. Antes de que entre en circulación, la EFSA evaluará desde el punto de vista científico el riesgo de los nuevos alimentos.
No se autorizarán alimentos que presenten un riesgo para la salud pública, no son desventajosos desde el punto de vista nutricional y no inducen a error. Se calcula que en los últimos años se han presentado entre siete y diez solicitudes al año de autorización de nuevos alimentos en toda la UE.