Límites a la dieta
Es difícil para una persona reconocer que su ‘manía’ por comer poca variedad de alimentos sea algo más que un indicio de dejadez en la cocina y la alimentación. Los expertos aseguran que puede ser un signo que “esconde algo más”, un trastorno en el comportamiento hacia la comida. Por ello definen que un individuo padece el ‘síndrome del comedor selectivo’ (‘selective eating’) si se alimenta exclusivamente de menos de diez alimentos durante dos años como mínimo. Éstas son dos de las variables que tienen que conjugarse para indagar con más profundidad sobre las cuestiones, las razones o las justificaciones que llevan a alguien a limitar tanto su dieta.
¿Capricho o adicción?
La mayoría de ‘comedores selectivos’ han tenido dificultades en la introducción de los alimentos de pequeños
El análisis de cada caso es muy particular y muy distinto, pero todos ellos tienen en común la selección escrupulosa de los alimentos que comen que, por lo general, va asociada a una falta de voluntad para probar otros nuevos. Aunque es un comportamiento relativamente común en niños pequeños, esta conducta estricta con los alimentos puede persistir cuando el niño ya es mayor o incluso si es adolescente. Entonces, dicho comportamiento con la comida puede generar ansiedad en el niño, que se siente ‘obligado’ por sus padres y por su entorno a comer ‘de todo’, lo cual puede acentuar todavía más su conflicto con la comida.
Los progenitores deben saber que el periodo de selectividad natural de los alimentos es pasajero (suele ser más acentuado en niños y niñas de entre 2 y 6 años) y, por lo general, lo superan con el tiempo. Hay quienes, ya adultos, siguen una dieta muy monótona tanto en tipo de alimentos (bien sean verduras, pescados o carnes) como en su preparación (hervido y plancha suele ser lo más habitual, y también ‘lo más rápido’, según dicen). También los hay que siguen una dieta algo más variada (aunque no mucho más) pero en la que no pueden faltar cada día alimentos muy concretos y, en muchas ocasiones, en cantidades exageradas. Por ejemplo, hay quien come cada día media tableta de chocolate (o más), medio kilo de yogures, un litro de refresco, seis o más cafés diarios o queso a todas horas y con todos los platos.
Deficiencias nutritivas evidentes
La negativa manifiesta a comer alimentos nuevos o a probarlos cocinados de distinta manera y mezclados con otros alimentos conduce a déficits nutritivos si la monotonía de la dieta persiste. Lo que comienza por la negación a comer cualquier tipo de verduras puede ampliarse a otros grupos de alimentos como los pescados o las frutas, hasta quedarse con poco más (o menos) de diez alimentos de consumo habitual. Nuestro organismo necesita más de 40 nutrientes cada día para regular el metabolismo. Ésta es una razón más que suficiente para comer variado y procurar un equilibrio de nutrientes en la dieta.
- Vitamina C. Su deficiencia puede manifestarse con la debilidad de las mucosas y del sistema de defensas que nos hace más proclives a las infecciones y los catarros. La ausencia habitual en la dieta de fruta fresca y de verduras crudas en ensalada, conducirá a la larga a esta deficiencia.
- Magnesio y potasio. Ambos minerales participan en la actividad muscular, por lo que los calambres musculares, los tirones sin apenas esfuerzo y el cansancio exagerado pueden ser síntomas que identifiquen su deficiencia. Una vez más son las frutas y las hortalizas, además de frutos secos y legumbres, los alimentos en los que abundan.
- Vitamina B1. Estados de nerviosismo, falta de concentración e irritabilidad injustificada pueden significar deficiencia de esta vitamina. Quienes consumen cantidades exageradas de alimentos ricos en carbohidratos como el arroz y la pasta requieren un mayor aporte de esta vitamina, ya que es esencial para la conversión de los carbohidratos en energía (glucosa).
- Vitamina B2. El lagrimeo y las molestias oculares como la fotofobia (dolor ocular producido por la luz), así como las aftas bucales y el enrojecimiento de los labios pueden ser los signos de alerta de su déficit. El consumo excesivo de dulces y/o de proteínas puede conducir con el tiempo a su deficiencia.