¿Es capaz el propóleo de mejorar nuestro vigor sexual o de frenar el envejecimiento? ¿Se comporta a modo de superalimento con milagrosas propiedades? ¿Sus efectos son tan beneficiosos como para contrarrestar nuestros malos hábitos? A juzgar por su habitual presencia en las farmacias y en las mal llamadas “tiendas de dietética”, millones de personas creen que sí. Lo compran en invierno con la esperanza de prevenir los resfriados, o en otros momentos del año para proteger el hígado y mejorar la digestión. Sin embargo, no existen pruebas que sustenten dichos supuestos efectos beneficiosos. El presente artículo responde a cuatro preguntas fundamentales sobre el propóleo, ofrece cinco consejos y una advertencia sobre su uso.
1. ¿Qué es el propóleo y qué propiedades se le atribuyen?
El término «propóleo» no es aceptado por a Real Academia Española (RAE), aunque es el más utilizado (aparece en documentos publicados en el BOE o en el Diario Oficial de la Unión Europea). La RAE tampoco admite otra acepción muy común: própolis (o «própolis de abeja»). Sí recoge, sin embargo, la palabra «propóleos», que define así: «sustancia cérea con que las abejas bañan las colmenas o vasos antes de empezar a obrar».
Se trata, en todo caso, de un material resinoso que, pese a que tiene su origen en los brotes del álamo y de las coníferas, es obtenido por el ser humano de las colmenas. Esto es así porque las abejas recogen los componentes de los propóleos de las plantas y los utilizan para sellar los agujeros en sus panales, suavizar las paredes internas y cubrir los cadáveres de los intrusos muertos. Por ello es normal hallar en el propóleo sustancias provenientes de las colmenas.
El propóleo presenta una composición química compleja en la que han sido identificados más de 300 componentes, muchos de ellos con actividad biológica. Esta última consideración, como se detalla más adelante, no siempre es positiva.
El propóleo tiene más de 300 componentes, muchos de ellos con actividad biológica
Existe una larguísima lista de hipotéticas virtudes atribuidas al uso de propóleo. Una búsqueda en Google puede hacernos creer que es capaz de aliviar enfermedades leves, como trastornos estomacales o resfriados, pero también graves, como la tuberculosis, el cáncer, el sida y hasta los infartos de miocardio. La propia Wikipedia señala hoy que al propóleo «se le reconocen» las siguientes propiedades medicinales: antibióticas, antivirales, antitumorales, antiinflamatorias, analgésicas, antialérgicas, anestésicas e inmunoestimulantes. En este texto, en cualquier caso, sólo se evaluará el efecto del propóleo ingerido en forma de suplemento dietético y no en forma de pomada o ungüento.
2. ¿Son ciertas las supuestas propiedades del propóleo?
Los beneficios que refieren algunas personas tras consumir propóleo, ¿son reales o tienen que ver con el llamado «efecto placebo«? ¿Acaso no obedecen a que este suplemento se utiliza para afecciones leves en las que la mejora podría atriburise al curso natural de la enfermedad? La opinión de la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) ayuda a despejar estas cuestiones. Según esta institución, no está probado que el propóleo:
- mejore la salud respiratoria o promueva el «confort respiratorio».
- ostente actividades antibacterianas o antifúngicas.
- tenga una acción antimicrobiana o contribuya al equilibrio microbiano en los órganos y tejidos del cuerpo.
- produzca mejoras en la garganta o tenga un efecto calmante en la garganta o el pecho.
- mantenga la salud oral.
- contribuya a la salud intestinal o mejore la digestión.
- apoye al sistema inmunitario o ayude a las «defensas naturales».
- participe en el normal funcionamiento de la circulación de la sangre.
- proteja al hígado o ayude a que funcione bien.
- tenga capacidad antioxidante o proteja a células y tejidos contra la oxidación.
- aumente la resistencia fisiológica del organismo en caso de condiciones ambientales severas.
- produzca una «purificación corporal».
Debido al carácter reglamentario de los dictámenes de la EFSA, las declaraciones que atribuyan al propóleo efectos como los descritos, infringen el artículo 5.1.a del Reglamento 1924/2006 y son, por tanto, ilegales.
3. ¿El uso de propóleo tiene efectos secundarios?
Cuando una sustancia no ha probado una efectividad fuera de dudas para los beneficios que se le atribuyen, no tiene sentido consumirla y exponerse al riesgo de que presente efectos adversos. Incluso la más mínima sospecha de posibles consecuencias negativas debería inclinar la balanza en contra de su utilización.
En el caso del propóleo, no hay suficiente información para poder saber si es un producto seguro, o si interactúa con medicamentos, según MedlinePlus, aunque un estudio publicado en 2006 observó síntomas como diarrea, dolor abdominal y dermatitis tras su utilización. Una investigación aparecida en 2011 añadió que el propóleo puede actuar como anticoagulante y debería, por tanto, evitarse en pacientes que presenten un riesgo incrementado de hemorragia.
Un problema añadido es que el propóleo lo encontramos en muchas ocasiones acompañado de otros productos. ¿Qué sucede si lo combinamos con, por ejemplo, zumo de granada? ¿Y si lo tomamos con jalea real? ¿Tendrá en tales casos más efectos secundarios o presentará más interacciones farmacológicas? La respuesta, como se ha comentado antes, es que no se sabe. Además, tanto la industria farmacéutica que comercializa el propóleo, como los vendedores o terapeutas alternativos que lo pautan, no están obligados a informar acerca de los efectos adversos que puedan derivarse de su utilización, algo que sí ocurre con los fármacos convencionales.
Se desaconseja su uso en niños, en el embarazo, en pacientes con asma, así como en personas alérgicas a las coníferas, los álamos, los productos de las abejas, el bálsamo del Perú o los salicilatos (como la aspirina).
4. ¿Por qué el propóleo está en el mercado si no se ha probado su efectividad?
Se trata de una pregunta pertinente. Lo deseable es que antes de autorizar la comercialización de un producto con supuestas propiedades terapéuticas se demuestre su efectividad y seguridad en humanos. Pero en el caso de los productos dietéticos, hoy no es así. El GREP-AEDN indica que la legislación aplicable a los productos dietéticos no establece la necesidad de que se realicen ensayos clínicos que demuestren su efectividad y seguridad antes de su comercialización.
No extraña, por tanto, que el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS) señale que esta situación coloca en una posición de vulnerabilidad a los consumidores. El NHS detalla que ello contrasta con el desarrollo de los fármacos, que sí deben aportar evidencias «robustas» que prueben que son a la vez seguros y eficaces antes de permitir su uso.
Cinco consejos ante el uso del propóleo
A continuación se enumeran cinco recomendaciones aplicables tanto al uso de propóleo como al de otros productos dietéticos, adaptadas de un documentopublicado en 2012 por el GREP-AEDN:
- Minimice el uso de ‘productos dietéticos’. Si no está del todo seguro de su efectividad, seguridad o necesidad, no los compre.
- No sustituya o aplace el inicio del tratamiento médico que le haya indicado su profesional sanitario de referencia.
- Si observa algún efecto secundario, póngase en manos de un médico y denuncie la situación ante una institución que se dedique a la defensa del consumidor.
- No confíe demasiado en productos prodigiosos, se llamen «bálsamo de Fierabrás» y vengan de la mano de Don Quijote, o se etiqueten como «própolis de abejas» y vengan en un envase bonito. Hay estudios que muestran que quien deposita su fe en las aparentes propiedades de los productos «naturales» o de los suplementos dietéticos tiende a ser indulgente con el resto de sus hábitos de salud, a causa de una injustificada e ilusoria sensación de invulnerabilidad, que desinhibe los comportamientos insanos. En una investigación, por ejemplo, se observó que tomar suplementos dietéticos se asocia a un incremento en el tabaquismo, debido a la errónea creencia de que tales suplementos protegen del cáncer.
- En vez de confiar, en resumen, en milagros «naturales», es mucho mejor recordar (y aplicar) un último y potente consejo: mejoremos nuestro estilo de vida.
Pese a que es ilegal emplear el término “natural” como característica vinculada a pretendidos efectos preventivos o terapéuticos, se utiliza de forma habitual. Se hace porque pensamos que lo natural es lo contrario de lo artificial, es lo puro y no lo sintético, es lo orgánico en lugar de lo procesado, es lo humano y holístico en vez de lo inhumano o tecnológico. Así, muchas personas consideran que los productos naturales son seguros, cuando esto no es siempre así, tal y como apuntó en febrero de 2011 la Office of Dietary Supplements. De hecho, los productos dietéticos pueden incluso estar adulterados con productos peligrosos, según la Facultad de Medicina de Harvard.
Los suplementos “naturales”, además de carecer de información sobre su seguridad, pueden ejercer efectos potentes en el cuerpo y causar problemas serios. Una revisión sistemática de la literatura publicada en noviembre de 2012 concluyó que varias plantas y suplementos dietéticos presentan potenciales interacciones farmacológicas perjudiciales. Debido a la falta de regulación de estas sustancias, es posible, según el profesor Ezdard Ernst, que desconozcamos gran parte de dichas interacciones, y que estemos en realidad frente a la punta de un iceberg.