Muchas personas recurren a la lecitina de soja como complemento dietético para mantener el colesterol dentro de unos límites saludables. Quienes la compran y consumen lo hacen con fines terapéuticos, convencidos de que es un compuesto eficaz para regular el colesterol, ya que muchas veces se anuncia y se vende así, con mensajes publicitarios contundentes. Sin embargo, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) no ha encontrado pruebas concluyentes ni convincentes de que la ingesta extra de lecitina (o de alimentos que la contengan) contribuya a normalizar los niveles del colesterol plasmático. El siguiente artículo explica qué es la lecitina, cuáles son sus propiedades y por qué se la relaciona con los niveles de colesterol.
Qué es la lecitina
La lecitina es un tipo de grasa que forma parte de la estructura de todas las células del organismo. Este compuesto endógeno, es decir, fabricado por el cuerpo -en este caso por el hígado-, desempeña una función determinante en la regulación y el metabolismo de los lípidos del organismo, entre ellos, el colesterol. A partir de estas acciones biológicas, la industria alimentaria y farmacéutica ha fabricado alimentos enriquecidos en lecitina o complementos alimenticios de este compuesto con fines saludables e, incluso, terapéuticos, según anuncian determinados mensajes publicitarios.
La actual normativa sobre declaraciones nutricionales y de propiedades saludables de los alimentos exige que todos los fabricantes consulten a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) las alegaciones que quieren destacar en sus productos sobre diversos efectos saludables. Para el caso de la lecitina de soja, la EFSA no ha encontrado pruebas concluyentes ni convincentes de la relación causa-efecto entre la ingesta extra de lecitina o alimentos que la contengan y el mantenimiento normal del colesterol plasmático. A tenor de los resultados, y en cumplimiento del reglamento, no debería incluirse tal alegación en la publicidad ni en el etiquetado.
Lecitina y colesterol: efecto preventivo, no terapéutico
La colesterolemia (colesterol elevado en sangre) se asocia con la arterioesclerosis y la enfermedad coronaria, lo que supone un verdadero problema de salud pública. En España, más de la mitad de las personas de entre 35 y 64 años (57,6%) tiene un nivel igual o superior a 200 mg/dl, el máximo consensuado por las sociedades europeas para la prevención de la enfermedad coronaria. La lecitina de soja se ofrece en el mercado como complemento dietético capaz de reducir estos niveles, junto con una dieta sana. Sin embargo, si seguimos las actuales evidencias científicas, más que recurrir a estos complementos, el valor seguro está en seguir una dieta sana y consumir alimentos ricos en nutrientes esenciales para la producción endógena de lecitina, como fósforo, ácidos grasos esenciales, colina e inositol. Por ello, no pueden faltar en la dieta los cereales integrales, el aceite virgen de primera presión en frío, los frutos secos y el huevo, todos ellos en la cantidad y en la frecuencia de consumo recomendada dentro de los márgenes de una dieta equilibrada.
Pero, ¿dónde nace la creencia de que la lecitina es tan eficaz? En principio, del papel que desempeña en el organismo. La lecitina es un fosfolípido, una mezcla compleja de grasas, ácidos grasos esenciales, fósforo y dos vitaminas del grupo B (colina e inositol). En el organismo, los fosfolípidos ayudan a mantener en suspensión el colesterol sanguíneo e impiden que se deposite en las paredes arteriales y venosas. Estos compuestos son también esenciales para la estructura de los tejidos nerviosos y para el correcto funcionamiento de las glándulas.
Los fosfolípidos, como la lecitina, impiden que el colesterol se deposite en las paredes arteriales y venosas
A partir de estos conocimientos y del saber empírico, se ha interpretado que tomar lecitina de soja como complemento alimenticio tiene efecto hipocolesterolemiante. Las revisiones científicas sobre este tema demuestran que la mayoría de ensayos clínicos con pacientes (son más numerosos los estudios experimentales con animales) han dado resultados positivos, pero no convincentes.
Estas diferencias pueden deberse a varios factores que habría que considerar en posteriores estudios para tener la evidencia de que el complemento funciona: heterogeneidad de la muestra (población estudiada con distintos grados de hipercolesterolemia), tipo de lecitina empleado, dosis administrada o duración del tratamiento, entre otros. Por el momento, la lecitina de soja puede servir como complemento preventivo, aunque no terapéutico, en caso de diagnosticarse hipercolesterolemia, cuyo tratamiento determinará el especialista.
La EFSA ha recibido diversas consultas de posibles alegaciones en relación al consumo de lecitina de soja o de alimentos que la contengan: sobre su ayuda al mantenimiento correcto de los niveles de colesterol, a la recuperación más rápida de la fatiga muscular, al correcto metabolismo de las grasas o al mantenimiento de la función neurológica. Los resultados de las evaluaciones de la EFSA refuerzan el mensaje anterior, dado que no se encontraron pruebas concluyentes ni convincentes de la relación causa-efecto en ninguno de los aspectos consultados. Tal y como marca el reglamento, tales declaraciones nutricionales y de propiedades saludables deberían omitirse en la publicidad y etiquetado de la lecitina de soja.
Prevención de cálculos biliares
Un nivel de colesterol superior al saludable (200 mg/dl) y el hábito de comer abundantes alimentos ricos en colesterol (sesos, mantequilla, tocino, embutidos, quesos curados, bollería, pastelería industrial y precocinados elaborados con aceites vegetales parcialmente hidrogenados –grasas trans-, etc.) son dos factores de riesgo para el desarrollo de cálculos biliares (litiasis biliar o colelitiasis). El 80% de ellos contiene colesterol, aunque en distinta proporción, además de sales de calcio, ácidos biliares y otros componentes de la bilis.
La formación de los cálculos es el resultado de una combinación de varios factores, que incluye la sobresaturación de la bilis con colesterol, que acelera la formación de los mismos, así como la deficiencia de sustancias disolventes, como las sales biliares y los fosfolípidos.
La lecitina tiene el potencial de disminuir la formación de cálculos biliares, pero no de disolver los ya formados
El complemento alimenticio de lecitina de soja (que contiene altas concentraciones de fosfolípidos) tiene potencial para disminuir la litogénesis (formación de piedras) de la bilis, si estuviera muy saturada por colesterol. Algunos estudios han encontrado una menor concentración de fosfolípidos biliares en pacientes con cálculos, aunque otros estudios no han detectado ninguna diferencia.
En una reciente revisión sobre los enfoques nutricionales para la prevención y el tratamiento de los cálculos biliares, realizada por el doctor Alan R. Gaby para la publicación médica Alternative Medicine Review, en septiembre de 2009, se deduce que la lecitina puede servir para prevenir la colelitiasis en pacientes predispuestos, pero no está claro que sea un remedio efectivo para disolver los cálculos una vez formados. Tampoco está definida la dosis necesaria para que el aporte extra sea efectivo. En algunos ensayos clínicos se ha observado mejoría con cantidades bajas de lecitina (100 miligramos, tres veces al día), mientras que en otros se ha probado con 4,5 g durante varias semanas.
En la obtención de la lecitina de soja, las semillas se limpian, se descascarillan y, una vez abiertas, se enrollan para formar copos delgados. Se extrae el aceite de estos copos y queda una mezcla que contiene aceite de soja y lecitina. A continuación, se calienta el aceite crudo y se le añade agua, lo que provoca que la lecitina se hinche y forme una emulsión gelatinosa que se separa sin dificultad. Tras este proceso, se elimina el agua por evaporación y queda la lecitina.
En el mercado se comercializan numerosas marcas de lecitina, pero la calidad y eficacia de este complemento depende de la composición del complejo de fosfolípidos. Es más apropiado si contiene entre un 98% y un 99% de fosfolípidos, en forma de colina fosfatidil, el tipo de lecitina que abunda en el músculo cardiaco.