El escorbuto es el nombre de la enfermedad carencial producida por la falta de vitamina C en la dieta. El cuerpo humano no puede sintetizar vitamina C (algunos animales sí lo hacen), por lo que es necesario incorporarla a través de la alimentación con el fin de evitar su deficiencia.
El escorbuto se manifiesta como consecuencia de una deficiente ingesta de verduras y frutas frescas, fuente por excelencia de vitamina C, lo que explica que fuera una enfermedad endémica en la antigüedad, en aquellas regiones que no tenían un acceso fácil a dichos alimentos, en especial durante el frío invierno. Los síntomas reales de la enfermedad son: debilidad, dolor muscular y articular, y hemorragias espontáneas en las encías y en la piel que tardan en cicatrizar.
La historia del escorbuto
Durante mucho tiempo el escorbuto ha sido una enfermedad de origen desconocido, llegando a ser una de las enfermedades epidémicas en la Edad Media que sufrían los navegantes que hacían grandes travesías en barco.
El escorbuto hizo estragos entre las tripulaciones de los barcos y se le atribuían los más curiosos orígenes, como por ejemplo, que era un mal debido a la sangre corrompida, se le echaba la culpa al frío de los mares e incluso a la madera verde de los barcos. A esta enfermedad los navegantes españoles la llamaron «la peste de las naos», los portugueses la conocían como «mal de Loanda» y los ingleses «peste del mar». Por aquel entonces, surgieron numerosos y curiosos tratamientos con el fin de atajar la enfermedad, como el de suministrar sal, ácido fosfórico,mostaza, etc., a los marineros afectados, e incluso realizarles transfusiones con sangre de animales.
Vitamina C, el único tratamiento
No fue hasta los experimentos del médico de la marina inglesa James Lindt (1716-1794) cuando se descubrió el remedio del escorbuto. Este médico escogió a doce marineros afectados por la enfermedad e hizo seis grupos de dos marineros cada uno a los que les suministró seis tratamientos diferentes, para observar su evolución. Los experimentos, además, constituyen los primeros ensayos de terapia controlada de la historia de la medicina. Lindt descubrió que sólo la pareja a la que se le suministraba zumo de limón y naranja como parte de la dieta evolucionaba favorablemente de su enfermedad. Aunque aún no se tenía identificado el agente causal de la enfermedad (la falta de vitamina C), sí que se conocía su remedio, y a pesar que desde entonces los marineros de la armada inglesa recibieron el apodo de «limely» o bebedores de limón, el remedio fue adoptado más o menos rápidamente por el resto de países.
El escorbuto fue tratado como una enfermedad contagiosa durante dos siglos y medio, y se atajaba con remedios tan peregrinos como el comer luciérnagas, café concentrado (en Hamburgo se abrió el primer café público gracias esta creencia), algunos tipos de helechos, aire fijo (lo que hoy llamamos soda).
El descubrimiento de la vitamina C y su relación con el escorbuto se produjo en el siglo XX por el científico húngaro Albert Szent-György.