La televisión puede hacer estragos en la dieta de los niños, pese a las buenas intenciones de los padres. Un nuevo estudio de investigadores estadounidenses demuestra que la influencia de la publicidad en los gustos alimentarios de los más pequeños de la casa es aún mayor de lo que se sospechaba.
Los investigadores estudiaron las preferencias alimentarias de un grupo de 63 niños californianos de tres a cinco años de edad. A los pequeños se les ofreció cinco tipos de alimentos: hamburguesas, chicken nuggets (trozos de pollo frito) y patatas fritas, todos de la marca McDonald’s, además de leche y zanahorias compradas en un supermercado. Los científicos agruparon los diferentes alimentos en porciones idénticas y los envolvieron con dos tipos de envoltorios, uno con la marca McDonald’s y otro que no mostraba ningún logo. Los científicos dieron a probar a los niños alimentos procedentes de ambos tipos de paquetes y les preguntaron cuáles les gustaban más. En la mayoría de los casos, los pequeños prefirieron la comida que creyeron que procedía de la cadena de comida rápida. Este resultado indica que incluso las criaturas de muy corta edad muestran preferencia de marca a resultas de la publicidad.
Estudio de marca
«Los niños incluso creían que los trozos de pollo que pensaban que eran de McDonald’s sabían mejor que los otros pedazos de pollo idénticos, pero sin logo», afirma el doctor Thomas Robinson, responsable del experimento y profesor de medicina y pediatría en la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Robinson explica que su grupo decidió utilizar la marca McDonald’s en el estudio porque «es el patrón oro en la publicidad dirigida a los niños». El profesor, que también dirige el Centro Para Un Peso Saludable del Hospital Infantil Lucile Packard, afirma que la cadena de comida rápida invierte anualmente más de 100.000 millones de dólares (unos 73.100 millones de euros) en publicidad solamente en Estados Unidos. «Pero además, McDonald’s se anuncia a nivel mundial», señala, «por lo que si lo que queríamos era estudiar la influencia de una marca, ésta era la elección obvia».
Robinson explica que los investigadores fueron muy cuidadosos en no introducir elementos publicitarios adicionales al logo, como serían los envases de los populares Happy Meals o la figura del payaso Ronald McDonald’s. «Queríamos estudiar sólo el efecto de la marca aislada, aunque estoy seguro que si hubiéramos añadido esos factores adicionales, a los niños les hubiera gustado la comida todavía más».
¿Un exceso de publicidad?
A pesar de los esfuerzos de padres y doctores para que los niños coman sano, el efecto persuasivo de la publicidad de comida rápida es muy alto
El coordinador del experimento considera «injusto» que la publicidad de comida rápida tenga este efecto persuasivo en el público infantil «mientras que los padres y los doctores están intentando que los críos coman sano». El estudio de Robinson, publicado en la revista Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine, mostró que los niños con más aparatos de televisión en sus hogares y, por tanto, más expuestos a la publicidad, eran los que mayor preferencia mostraron por los alimentos envueltos con el papel con el logo de McDonald’s. El mismo efecto se observaba en aquellos niños cuyos padres les llevaban a comer con más frecuencia a la cadena de hamburgueserías. Aun así, Robinson explica que en un experimento anterior observó que exponer a niños de tres a cinco años a un anuncio de sólo treinta segundos ya provoca que las criaturas elijan una marca de productos sobre cualquier otra.
En Estados Unidos, donde el 13% de la población infantil y adolescente es obesa, se calcula que los niños de entre dos y once años ven un promedio de 5.500 anuncios de comida al año, la mayoría de ellos promoviendo alimentos poco saludables. McDonald’s anunció en otoño del año pasado una campaña en contra de la obesidad infantil y la diabetes de tipo 2, que suele ir asociada con el sobrepeso. Además, la cadena de hamburgueserías acordó el mes pasado, junto con otras diez grandes compañías alimentarias, dejar de anunciar a los niños menores de doce años aquellos productos que no cumplan con ciertos estándares nutricionales. Estos estándares variarán dependiendo de la compañía, pero las empresas aseguran que se basarán en las recomendaciones del Departamento de Salud y Servicios Humanos estadounidense (equivalente al Ministerio de Sanidad y Consumo español).
Para Robinson, este tipo de acciones no son suficientes. «Está bien que admitan públicamente que tenemos un problema con la obesidad infantil, pero es un poco tarde para ello», afirma Robinson, quien cree que las empresas de comida rápida ofrecen «muchas promesas, pero pocas acciones».
España no se queda muy detrás de Estados Unidos en lo que se refiere al porcentaje de niños obesos. Según datos de la Campaña 2006 Prevención Obesidad Infantil del Ministerio de Sanidad y Consumo, nuestro país presenta una de las cifras de obesidad infantil más altas de Europa. En concreto, la frecuencia entre la población de 2 a 24 años es del 13,9%, y el sobrepeso del 12,4%. Los varones presentan cifras de obesidad más elevadas (15,6%) que las mujeres (12%), y el mayor problema se da en el grupo de edad de 6 a 12 años (el 16,1% de los niños de esta edad son obesos). El Ministerio de Sanidad y Consumo atribuye el preocupante aumento de casos de niños españoles obesos en la última década al sedentarismo y a los malos hábitos alimentarios.
Mientras que otros países europeos, como el Reino Unido, han optado por poner límites a la publicidad alimentaria dirigida a los niños, España ha optado por la autorregulación. Así, los británicos prohíben los anuncios de comida basura dirigidos a menores de 16 años en televisión, prensa escrita y cine, pero en España sólo se encuentra en funcionamiento, desde el 15 de septiembre de 2005, el Código de Autorregulación de la Publicidad de los Alimentos. Las empresas adheridas voluntariamente a esta iniciativa se comprometen a no utilizar mensajes equívocos sobre las características de sus productos o de los beneficios de su consumo, así como a no aplicar una presión publicitaria excesiva en los niños.
McDonald’s abrió su primer restaurante en España en 1981. A finales de 2006, la cadena de comida rápida contaba con 373 restaurantes distribuidos por toda la geografía española, que facturaron 659 millones de euros ese año, según datos de la empresa.