El consumo de sal entre la población es elevado. Los estudios realizados en España sitúan la ingesta en 9,7g por persona cada día, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no sobrepasar los 5g. Este dato genera preocupación entre las entidades y organismos de salud pública, ya que el exceso de sal es uno de los principales factores implicados en el origen de la hipertensión arterial (HTA). La inquietud es mayor cuando esta realidad afecta a la población infantil, ya que además de acarrear consecuencias negativas sobre órganos en desarrollo, como los riñones, también se puede ver afectada la salud del futuro adulto. El siguiente reportaje explica de qué modo los pequeños consumen más sal de la recomendada, cuáles son los perjuicios de este exceso y qué propone el plan de reducción de la ingesta de sal en España.
La problemática del excesivo consumo de sal no es exclusiva de la población adulta. Un estudio reciente llevado a cabo en el Reino Unido ha revelado que el 70% de los bebés de ocho meses que se incluyeron en la investigación consumía más sal de la recomendada (400 microgramos de sodio/día) y algunos casi triplicaban esta cantidad. El dato es preocupante, ya que un consumo elevado de sal a edades tempranas puede afectar la salud en el futuro, al determinarse efectos a largo plazo sobre la presión sanguínea. Además, los hábitos alimentarios también pueden quedar condicionados, en especial la educación del paladar, puesto que una exposición temprana a un nivel alto de sal puede conducir a una mayor preferencia por este sabor y por cantidades elevadas.
Las causas que explican este hallazgo hay que buscarlas en la denominada alimentación complementaria, definida como la incorporación de nuevos alimentos, con un incremento en la variedad de texturas, sabores, aromas y aspectos.
Más sal de la recomendada en bebés
La ingesta de nuevos alimentos es una de las causas del excesivo consumo de sal en bebés
El estudio británico reveló que, aunque se recomienda iniciar la alimentación complementaria a los seis meses, los primeros sólidos se ofrecían a los tres o cuatro meses. Debido a que los alimentos sólidos contienen mucho más sodio que la leche materna y la leche de fórmula (cuando es baja en sodio), cuando los pequeños empiezan a tomar otros alimentos diferentes a la leche, ingieren demasiada sal.
Según la encuesta británica, los principales alimentos responsables del aporte de sal son platos preparados, algunos productos manufacturados, salsas y la leche de vaca administrada antes de los 12 meses. Un pequeño análisis de las tablas de composición de alimentos revela que muchos de los alimentos que se proponen a los pequeños son muy ricos en sal:
Alimento | Sal (gramos cada 100g de alimento) |
---|---|
Jamón curado | 5,3 |
Jamón cocido (york) | 2 |
Cereales chocolatados | 1,8 |
Queso manchego semicurado | 1,7 |
Galletas tipo Digestive | 1,5 |
Para evitar el exceso en el consumo de sodio y sus consecuencias para la salud, los profesionales de la pediatría y la nutrición recomiendan, además de limitar la ingesta de los alimentos más ricos en sal, que no se añada en la elaboración de los alimentos destinados a los bebés y niños pequeños, y retrasar su utilización hasta los 12 meses. A partir de entonces, se pueden añadir pequeñas cantidades de sal, siempre yodada. Con media cucharilla de café al día de sal yodada se cubren las ingestas recomendadas de yodo para los bebés y niños pequeños (90 mcg/día).
Sodio, hipertensión y enfermedad cardiovascular
La sal común o sal de mesa es, desde el punto de vista químico, cloruro sódico. Por cada 2,5 g de sal se ingiere un gramo de sodio. Este último, el sodio, es uno de los principales factores ambientales implicados en el origen de la HTA. Cuando se consume un exceso de sal y, por tanto, de sodio, existe mayor riesgo de que la tensión arterial aumente, tanto en individuos que ya padecen HTA, como en quienes gozan de cifras de presión arterial consideradas normales (denominados normotensos).
La hipertensión arterial, que en España afecta a una de cada tres personas, es un factor de riesgo para padecer enfermedades vasculares. La Organización Mundial de la Salud advierte de que un 62% de las enfermedades cerebro-vasculares y el 49% de los casos de enfermedad isquémica del corazón son atribuibles a la presión arterial elevada. Estas enfermedades son responsables de un gran número de fallecimientos, que en España llega al 33% en el caso de las dolencias cardiovasculares.
Se calcula que alrededor del 70-75% de la sal que se consume procede de alimentos procesados y consumidos fuera del hogar. La gran mayoría de sal que se ingiere no proviene de la que se añade en la cocción o en la mesa. Esto reduce el margen de maniobra de los individuos para conseguir una reducción del consumo de sodio, mientras que otorga más valor a las estrategias comunitarias de reducción de la presencia de sal en los alimentos manufacturados. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) inició en 2008 un plan de reducción de la ingesta de sal con el objetivo de pasar de los casi 10 g/persona/día a los 8 g/persona/día en 2014, para llegar más adelante al objetivo de 5 g marcado por la OMS.
Para lograr este fin, el Ministerio de Sanidad y Política Social, además de sensibilizar a la población sobre el tema con folletos, información en la prensa y en la web, ha establecido varios acuerdos con la industria alimentaria y el sector de la restauración. Un buen ejemplo, dado que uno de los alimentos que más contribuye a la ingesta de sodio es el pan, es el convenio que estableció la AESAN en 2005 con el gremio de la panadería, que ha logrado disminuir un 26,4% la cantidad de sal de este alimento tan consumido.