Desde la llegada del hombre a la Luna, hace 40 años, los viajes espaciales han planteado continuos retos a los científicos. La alimentación de los astronautas ha sido uno de ellos. Los principales desafíos se han centrado en el aporte nutricional adecuado y el mantenimiento seguro de los alimentos, tanto organoléptico como higiénico-sanitario.
La era espacial comenzó hace 50 años. Los avances en el campo de la tecnología alimentaria y la conservación de los alimentos desarrollados con la máxima innovación y eficacia por la National Aeronautics and Space Administration (NASA) en este tiempo han sido numerosos. En un principio, se crearon productos alimenticios de diseño para nutrir a los astronautas en las condiciones especiales en las que viven durante la misión espacial. Ahora, muchos de estos alimentos, productos y métodos de elaboración, presentación y conservación forman parte de la vida cotidiana: desde el microondas hasta las comidas liofilizadas (en polvo) que se reconstituyen con agua.
Los denominados «Spinoff» son algunos de los productos diseñados para o por la NASA, que han contribuido al progreso en los ámbitos de la salud y la medicina, la nutrición, la industria, el transporte o los recursos ambientales, entre otros.
Alimentos inventados
Los alimentos liofilizados permitieron resolver el problema de la alimentación en las largas misiones del Apolo
Los científicos e ingenieros que trabajan para las agencias espaciales se topan con numerosos obstáculos a la hora de hacer frente a las dificultades de los astronautas, motivadas sobre todo por las condiciones específicas de las naves. Conseguir la total esterilidad de los alimentos durante las misiones, garantizar el agua potable, eliminar la humedad para que no produzca burbujas o conseguir que la comida pueda ser recalentada, y que además tenga un mínimo de gusto y apetencia, son algunos de los retos.
Desde el programa de la NASA «Controlled Ecological Life Support Systems» (CELSS) se trabaja para la creación de alimentos con unas particularidades nutritivas, de presentación, elaboración o conservación sofisticadas. El objetivo es garantizar de manera eficiente y segura la nutrición adecuada de los astronautas durante las misiones en el espacio.
Los productos liofilizados, es decir, deshidratados en unas condiciones especiales de temperatura, fueron el gran descubrimiento que resolvió el problema de la alimentación de los astronautas en las largas misiones del Apolo. Su principal ventaja es la capacidad para conservar el valor nutritivo y el sabor de los productos, además de aumentar el periodo de conservación sin necesidad de refrigeración, y reducir el peso y el volumen de los productos, algo muy importante dado el reducido espacio de la nave espacial.
La liofilización consiste en la congelación del producto mediante bajas presiones (incluso a 50 grados bajo cero), para obtener un producto soluble por evaporación tras elevar la presión. Este complejo sistema de obtención y conservación de alimentos hace que estos mantengan mejor el aroma y el sabor porque no se someten a altas temperaturas. El café soluble, la leche en polvo, las papillas infantiles, las escamas de patata, las verduras y hortalizas liofilizadas para sopa, o condimentos como ajo, perejil, cebolla, cilantro en polvo para aromatizar platos, son algunos ejemplos de alimentos liofilizados al alcance del consumidor.
Las bolsitas de productos liofilizados son también un recurso muy útil para las expediciones de alta montaña, rallies o largas travesías en las que reducir la carga de la mochila es parte del éxito. Con un sobre de producto liofilizado de unos 80 g de peso se obtiene una comida equivalente a unas 300-400 calorías. Los platos que se crearon para estas misiones se reconstituían mediante la adición de agua, caliente o fría, según el tipo de alimento. El producto se prepara en 5-10 minutos.
Desde la NASA también se trabaja en la obtención de plantas con un valor nutritivo bueno y mejorado. Es el caso de la quinua (Chenopodium quinoa), considerada por el CELSS como un interesante alimento debido a su contenido proteico (12-18%) y una composición única de aminoácidos. La lisina, un aminoácido esencial que es deficiente en los cereales, es abundante en la quinua. Desde la NASA se tienen en cuenta estos nuevos cultivos, ricos en proteínas y con las proporciones deseadas de aminoácidos esenciales. Otro aspecto que se contempla es su facilidad de uso para aumentar la variabilidad de la dieta en las misiones espaciales de larga estancia.
Complementos nutricionales
Otro de los experimentos del CELSS que ha trascendido a la nutrición humana ha sido el descubrimiento del cultivo de unas cepas de microalgas («Crypthecodinium cohnii») capaces de generar de forma natural, y en grandes cantidades, el ácido docosohexaenoico (DHA). Se estudió su cultivo con el fin de diseñar un complemento dietético concentrado en nutrientes de apoyo a la dieta de los astronautas, y se ha convertido en un suplemento que se agrega a numerosos productos de alimentación enriquecidos en este nutriente. Este tipo de ácido graso omega 3 se añade a menudo en las fórmulas infantiles por ser esencial para la función cerebral y el desarrollo de la visión de los bebés.En 2006, diversos medios de comunicación se hicieron eco del encargo de la Agencia Europea Espacial a prestigiosos chefs para que desarrollaran el menú de los astronautas en su próxima misión. El equipo de cocineros, dirigido por Alain Ducasse, elaboró un menú de tres platos a base de perdices al vino de Madeira, zanahorias de arena con naranja y coriandro y pastel de sémola con orejones.
Desde que en 1962 el astronauta John Glenn comiera por primera vez en el espacio en la nave puesta en órbita alrededor de la Tierra, los menús de los astronautas han mejorado. Los primeros astronautas ingerían los alimentos liofilizados, en pequeños trozos o en polvo. Los purés se guardaban en tubos similares a los de la pasta de dientes. Durante la misión del Skylab, la primera estación espacial estadounidense, se introdujo un congelador para conservar alimentos. Hoy en día, la cocina del transbordador espacial está equipada con un horno y un dispensador de agua para la rehidratación de los alimentos.
La lista de ingenios desarrollada por los ingenieros del laboratorio de la NASA es interminable. El origen de muchos, si no de todos, resulta sorprendente. El teflón (politetrafluoretileno o PTFE), material que recubre las sartenes y que permite que no se peque la comida, se usó en la capa externa de los trajes de los astronautas.
El horno microondas, aunque no fue un invento de la NASA, fue perfeccionado por sus ingenieros para que los astronautas pudieran calentar la comida sin necesidad de fuego. Según datos de la NASA, la tecnología espacial ha dado origen a la creación de 30.000 productos. Aunque se sabe con certeza que muchos de estos no fueron ideados por los ingenieros aeroespaciales, llegaron al mercado gracias a sus mejoras y así se aplicaron en la carrera espacial.