Un bebé necesita tener a sus cuidadores cerca. Cuando estos se alejan, a menudo, siente miedo porque depende de ellos para su supervivencia. Sin embargo, una vez superados los dos años, si aún siente un malestar excesivo al separarse de sus cuidadores o anticipa la separación, es posible que sufra un trastorno de ansiedad. Aunque las causas son muchas, es frecuente que uno de los cuidadores haya establecido un vínculo ansioso o inseguro con el niño. Un diagnóstico precoz evita problemas de depresión y fobias en la infancia y probabilidades de sufrir otros trastornos de pánico en la etapa adulta. En este artículo se explica cómo se comporta un niño que sufre ansiedad, cuáles son las causas y cómo es el tratamiento.
La ansiedad por separación de los cuidadores se considera un fenómeno universal que se da, por norma general, a partir de los 6 u 8 meses de edad, y que puede persistir en distintos niveles de intensidad hasta los 2 o 3 años. El miedo es habitual, sano y adaptativo en niños menores de dos años y medio. Un bebé necesita a sus cuidadores (padres, abuelos, hermanos mayores, etc.) para su supervivencia física y desarrollo psicológico. Por eso, muchos lloran con desesperación ante la separación de sus principales figuras de apego o de su hogar con quienes mantienen más relación. La vivencia psicológica del niño le transmite que quien le protege de los peligros, le da seguridad y serenidad, en este caso le deja desamparado.
¿Cómo se comporta un niño que sufre ansiedad al separarse de sus padres?
Se calcula que casi el 4% de los niños sufre ansiedad al separarse de sus adultos de referencia
El miedo a separarse de los cuidadores es una fase frecuente que va de los 8 a los 14 meses. Pero el escenario cambia a partir de los dos años y medio. Si esta ansiedad propia de los bebés se mantiene durante la infancia, o si un niño que no la sufría empieza a manifestar los síntomas de malestar físico y psicológico ante la separación o ante la anticipación de la misma, se convierte en un trastorno. Se calcula que cerca del 4% de los niños sufren ansiedad por separación.
El niño tiene miedo de que sus padres no regresen nunca. Los síntomas de la ansiedad (agitación, palpitaciones, llantos) pueden acompañarse de depresión o tristeza. Otros signos frecuentes son los temblores, los dolores de cabeza o de estómago y los vómitos. Son pequeños que se resisten a separarse de los adultos, que necesitan dormir siempre con sus padres o suelen tener pesadillas. Este trastorno es más habitual en las niñas y se desarrolla hacia los nueve años, aunque no es raro tampoco en la adolescencia. Si el inicio es tardío, los síntomas suelen ser más graves.
Muchos niños esgrimen miedos fantasiosos para verbalizar su ansiedad: dicen tener miedo de que rapten a sus padres o de que un monstruo les coma. Y no son imaginaciones: en realidad, es una manifestación de la ansiedad por separación.
Causas de la ansiedad por separación
Las causas pueden ser muy diversas. A pesar de que los familiares del niño suelen disfrutar de buenas relaciones afectivas -al contrario que en otros trastornos infantiles-, a menudo se caracterizan por tener una actitud sobreprotectora y, al menos uno de los cuidadores, haber establecido un vínculo ansioso o inseguro con el pequeño. Muchos padres que crean esta relación han sufrido en su infancia un trastorno de ansiedad por separación. Este trastorno psicológico también se asocia a niños que han vivido algún tipo de trauma cuando no estaban con sus cuidadores.
Este trastorno es una de las principales causas de absentismo escolar
La ansiedad provoca graves problemas en distintos ámbitos de la vida del pequeño, como en el colegio o en sus relaciones con niños o adultos. Más aún: la ansiedad por separación es una de las principales causas de absentismo escolar y se suele confundir con fobia escolar -muy habitual entre los cinco y los doce años- o con la creencia que el niño lo hace para librarse de algún tipo de responsabilidad, como acudir a clase.
Tratamiento de la ansiedad por separación
El tratamiento cognitivo-conductual es uno de los más utilizados, con el objetivo de que el niño adquiera habilidades para reconocer su ansiedad y poder afrontarla. Se le enseña a distinguir las señales -pensamientos y síntomas físicos- que le avisan cuando tiene miedo a separarse de sus cuidadores, así como diferentes recursos para manejar la angustia que ello le genera. Tras pedirle que elabore una lista de las situaciones que le causan más ansiedad, se ordenan en función del grado de ansiedad y se afrontan de forma progresiva a partir de la que causa menos malestar.
Para facilitar el aprendizaje, se utilizan estrategias como juegos de rol o técnicas de relajación. Es habitual que los progenitores participen en todo el proceso terapéutico. Los expertos coinciden en la importancia de detectar de manera precoz este trastorno para evitar problemas en el desarrollo psicológico del niño, ya que puede desembocar en fobias o depresión. Si este no se trata a tiempo, aumentan las probabilidades de sufrir otros problemas en la vida adulta, como un trastorno de pánico o agorafobia (temor obsesivo a los espacios abiertos).
Los padres se separan de sus hijos cuando tienen que salir de casa o cuando les dejan con otros cuidadores. Esta situación debe estar dentro de un contexto sano. Los siguientes consejos son útiles para todos los niños:
- Es preferible separarse de los más pequeños cuando hayan comido y estén relajados. Es más fácil que se despierte el miedo si, además, están cansados o hambrientos.
- Explicarles que el cuidador se va pero volverá, con su lenguaje, sin escatimar en detalles. Algunos psicólogos recomiendan dejar al niño un objeto (como un muñeco) para que lo cuide hasta el regreso del progenitor. El niño recordará que su cuidador volverá.
- Es aconsejable practicar con separaciones cortas (decirle al niño que mamá se va a otra habitación y que vuelve cuando él acabe de ver los dibujos). En general, el niño llamará a su madre de vez en cuando para asegurarse de que está en casa y se tranquilizará cuando esta responda. Así, aprende que sus cuidadores no le abandonan.
- Antes de separarse del niño, el cuidador debe estar tranquilo. Los menores son muy sensibles a los estados de ánimo de las personas con quienes tienen fuertes lazos efectivos. Si el cuidador está ansioso, lo transmite.
- Está desaconsejado utilizar engaños, como decirle “enseguida vuelvo”, para tranquilizarle, si en realidad no será así.