Si hace unas décadas tener un hijo a partir de los 40 años era algo extraordinario, hoy en día forma parte de lo habitual. Gracias a los actuales avances en medicina y obstetricia, estos embarazos tardíos se desarrollan en la mayoría de los casos sin complicaciones. Sin embargo, la edad de la gestante conlleva siempre una serie de factores de riesgo que es necesario valorar y vigilar para que tanto la gestación como el parto se desarrollen con normalidad.
Primeras consecuencias del embarazo tardío: deterioro de la fertilidad y aborto
Una de las principales consecuencias de postergar el embarazo hasta una edad más avanzada es que, a partir de los 35 años y a medida que la mujer se hace más mayor, su fertilidad sufre un deterioro importante, de modo que se incrementan las dificultades para concebir. Una vez superada la barrera de los 40, algunos especialistas apuntan que la tasa de esterilidad femenina se eleva hasta el 65%-70%.
Este deterioro de la fertilidad no afecta tan solo al descenso de la posibilidad de quedarse embarazada. También implica un incremento de la tasa de abortos, debido al deterioro cualitativo de la función ovárica, que provoca fallos en la implantación del embrión en el útero materno. Tal como reseña el manual de ‘Obstetricia y medicina materno-fetal’, de la Editorial Médica panamericana, entre los 40-44 años, la tasa de abortos por nacidos vivos es del 77,7%.
Posibles riesgos del embarazo maduro
La ‘Guía para la prevención de riesgos congénitos’, editada por el Ministerio de Sanidad, no duda en afirmar que hay una fuerte correlación entre la edad de ambos progenitores y los riesgos que implica el embarazo, que se incrementan en las gestaciones de madres de edad avanzada, es decir, en torno a los 35 años. A medida que se incrementa la edad, los riesgos también aumentan:
- Riesgo de alteraciones cromosómicas: según los datos del Estudio Colaborativo Español de Malformaciones Congénitas, el riesgo de síndrome de Down en recién nacidos varía de acuerdo a la edad materna. A los 40 años es de 1:26. A los 46, aumenta a 1:98. Un riesgo elevado si tenemos en cuenta que a los 30 años se sitúa en 1:11.
- Hipertensión arterial: entre un 10% y un 15% de las mujeres embarazadas registran presión alta durante la gestación, un problema que puede tener efectos nocivos tanto para la madre como para el bebé. En los extremos de edad, menos de 20 y más de 40, el riesgo de padecer hipertensión se multiplica por dos.
- Diabetes gestacional: el riesgo de padecer diabetes durante la gestación es común a todas las mujeres, pero es más elevado entre quienes tienen mayor edad. Según algunos estudios, las mujeres mayores de 40 años tienen el doble de posibilidades de desarrollar diabetes durante el embarazo que quienes tienen de 25 a 29 años.
- Bebé prematuro: tal como apuntan los datos del INE, el 9,8% de los partos de madres mayores de 40 años fueron de bebés prematuros, mientras que en las menores de esa edad el porcentaje de prematuridad se sitúa en el 6,7% de los partos.
- Partos múltiples: si bien tan solo un 1,9% de los partos de las mujeres menores de 40 años fueron múltiples (mellizos, trillizos o más), según los datos del INE, la incidencia de multiplicidad en el parto es de hasta un 4,3% para las madres que han superado los 40 años en el momento del parto.
- Placenta previa: la placenta previa le puede ocurrir a cualquier mujer embarazada, con independencia de sus circunstancias o su situación. Sin embargo, algunas investigaciones apuntan que ser mayor de 35 años es uno de los condicionantes que eleva de forma significativa el riesgo de sufrirla.
Retraso en la maternidad
Aunque se considera que la edad óptima reproductiva oscila entre los 18 y los 34 años, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la edad de la maternidad en España se ha retrasado de forma significativa en los últimos años. En 2010, el 22,4% de los nacimientos correspondieron a mujeres mayores de 35 años y casi un 5%, a madres a partir de 40 años.
Muchas mujeres sienten la presión social del entorno, que las interpela sobre la «no maternidad», a partir de los 30 años. No obstante, el retraso en la edad para tener hijos es, en general, una decisión meditada, condicionada por determinados factores externos como las implicaciones laborales y económicas que supone ser madre, la inestabilidad o carencia de una pareja o, simplemente, no sentirse preparada para afrontar nuevas responsabilidades ni para renunciar a diferentes aspectos que conlleva la maternidad.