Una separación de los padres es una situación muy delicada para cualquier hijo. Y el momento de comunicárselo es uno de los más complicados que debe atravesar. Por eso, el objetivo de sus progenitores es que el impacto de la separación sea para los pequeños lo menos doloroso posible. A continuación se explica cómo contar a los niños que sus padres se separan, cuándo y cómo hacerlo, según la edad de los menores. También se abordan tres reglas que se deben respetar para el cuidado de los hijos después de la separación.
Los padres se separan: un episodio difícil para los niños
Los niños necesitan saber que sus padres se separan, aunque sean pequeños, afirman los expertos
La separación de los padres es uno de los episodios más difíciles que se pueden presentar en la vida de un niño. Y es que una ruptura de estas características representa un fuerte impacto emocional para los hijos, que pueden sentir que su entorno se resquebraja. En este sentido, uno de los asuntos que genera mayor preocupación en los progenitores es cómo contarles la separación, con el fin de que el impacto sea lo menos doloroso posible.
«Lo esencial es que los niños estén al corriente de lo que se decide, aunque sean pequeños», afirma la guía para padres y madres en situación de separación o divorcio, ‘Nos hemos separado… ¿y nuestros hij@s?‘, elaborada por el Gobierno de Aragón. Además, «el niño debe oír las palabras exactas sobre las decisiones tomadas por sus padres», explican estos expertos.
10 consejos para contar la separación a los niños
La separación de los padres no debe ser relativizada, aunque sí explicar a los niños sus posibles consecuencias positivas
La guía ‘Cómo actuar con los hijos e hijas‘, del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, también recoge recomendaciones útiles para comunicar a los hijos la decisión de separarse. A continuación se enumera un decálogo con las principales.
1. Explicar a los niños que la separación es una decisión compartida del padre y de la madre, incluso cuando en realidad haya sido uno de ellos quien lo determinara y al otro no le hubiera quedado más opción que aceptarlo.
2. Dar la información la madre y el padre de manera conjunta, y solo una vez que se tiene claro que la decisión es firme y que no habrá vuelta atrás.
3. No relativizar la situación, ni presentarla como algo trivial y que se superará en poco tiempo. Hay que aclarar que para todos será difícil acostumbrarse, pero añadir también que ambos progenitores están convencidos de que todos saldrán beneficiados. Se deben hacer explícitas las posibles ventajas de las nuevas circunstancias.
4. Utilizar un lenguaje adaptado a la capacidad de comprensión de los hijos y brindar solo la información que estos puedan entender. Con los más pequeños conviene evitar explicaciones del tipo «se ha terminado el amor», porque podrían alimentar fantasías sobre un posible fin del amor que el padre o la madre sienten por ellos. Los especialistas sí recomiendan, en cambio, hablar de la importancia que los niños tienen en sus vidas, que tenerles a ellos ha sido lo mejor del matrimonio, etc.
5. Hablar con los hijos todas las veces que sea necesario y responder a todas las preguntas de los niños. Se debe evitar que la comunicación se transforme en un monólogo y animar a los pequeños a que verbalicen sus pensamientos y sentimientos.
6. Indicar a los hijos dónde y con cuál de ambos progenitores vivirán, dónde vivirá el otro y cómo mantendrán la comunicación. Cuanto más claros tengan los cambios que se han de producir, mejor podrán asumirlos una vez ocurran.
7. Recordar siempre que es tan importante el contenido como la forma en que se comunica, y que lo que se calla es tan importante como lo que se dice.
8. No prometer nunca lo que no se podrá cumplir.
9. No señalar culpables o inocentes, pero sí asumir que toda la responsabilidad corre por cuenta del padre y de la madre. Esto es importante para evitar los sentimientos de culpabilidad que con frecuencia surgen en los pequeños. En particular, como destaca la psicóloga infantil Coks Feenstra, hay que tener cuidado con los niños de entre cuatro y seis años, ya que pueden atribuir lo ocurrido a sus propias malas acciones o pensamientos, frutos de momentos de enfado. A menudo, los menores «necesitan tener una explicación para lo incomprensible y, como no la encuentran, la buscan en ellos mismos», explica.
10. Controlar la emotividad y procurar que el momento de comunicarlo sea lo menos apasionado posible. De este modo, será menos traumático y se evitará sumar preocupaciones innecesarias.
Mis padres se separan: cuándo y cómo decirlo, según la edad del niño
Además de esas recomendaciones, existen dudas que se presentan de manera recurrente en esta clase de situaciones. Dos de las más frecuentes son con cuánta antelación hay que decirlo y cómo se debe afrontar en función de la edad de los hijos.
Los expertos señalan que no hay un periodo que se considere «normal», pero sí que se debe procurar que sea «tiempo suficiente para que el niño o la niña pueda asimilar la decisión y los cambios que se producirán». Este lapso, añaden, es por lo general de entre una y tres semanas.
Con menores de cinco años, las explicaciones deben ser sencillas, cortas, concretas y claras. Esto supone decirles qué progenitor saldrá del domicilio familiar y cuándo y cómo lo verá a partir de entonces. Por lo general, esta información es suficiente, ya que además otros detalles pueden resultar difíciles de entender para ellos.
Los pequeños de entre cinco y ocho años sí sienten necesidad de saber algo más, sobre todo en cuanto a cómo les afectará a ellos. Es importante, por tanto, responder a todas sus preguntas para reducir sus dudas y temores infantiles.
Entre los 9 y los 12 años, por su parte, los niños desarrollan pensamientos en términos de bueno-malo, correcto-incorrecto. Pueden mostrarse irritados con un adulto, si consideran que este ha infringido las reglas, considerarlo culpable y tomar partido por el otro. Pero, en ocasiones, también pueden realizar acciones en busca de reconciliarlos.
La guía de los expertos alaveses apunta tres reglas para que los niños afronten la separación de los padres:
- Recordar que los hijos e hijas no se divorcian. Es decir, los pequeños deben quedar al margen de las cuestiones relacionadas con la separación y, en ningún caso, deberían perder relación con ninguno de sus progenitores ni con sus familias extensas.
- Ninguno de los adultos debe descalificar al otro delante de los niños. Durante la infancia, el padre y la madre son las personas más importantes en la vida de los pequeños, y es importante que la imagen que tengan de ellos sea lo más positiva posible.
- Los hermanos tienen derecho a vivir y crecer juntos. Solo a partir de la adolescencia avanzada, y siempre por voluntad propia, los hermanos podrán vivir separados.