La comunicación con los hijos muchas veces resulta difícil. Uno de los principales motivos es que los niños, por distracción u otros factores que funcionan como obstáculos, no escuchan a sus padres y madres cuando estos les hablan. Cuando esto sucede, es importante tomar medidas y elaborar estrategias para procurar que el pequeño escuche y, de esta manera, mejorar el diálogo en casa. A continuación se enumeran seis pasos para lograr que los niños escuchen, entre ellos: asegurarse de que prestan atención, ponerse a su mismo nivel, hablar de manera clara, sencilla y en positivo y escuchar cuando ellos hablan.
1. Asegurarse de que el niño presta atención
Es importante saber que se cuenta con una audiencia antes de empezar a hablar con el niño. «Puesto que los pequeños pueden concentrarse solo en una cosa a la vez, llame a los niños por su nombre y luego espere a que todos le estén viendo antes de empezar a hablar«, recomiendan los expertos autores del manual ‘Estrategias exitosas para hablar con niños pequeños‘, editada por la Universidad de Virginia (EE.UU.).
De esta manera se evitan pérdidas de tiempo, frustración y la creación en los menores del hábito de escuchar las voces de sus padres sin prestarles atención.
2. Ponerse al nivel del niño
El diálogo no se produce solo a través de las palabras. En la comunicación también entran en juego muchos elementos que no son verbales, como los gestos, los movimientos de las manos o las miradas. Y esas miradas no son iguales si hay una relación de arriba hacia abajo (los ojos del adulto mucho más arriba que los del niño), que si están al mismo nivel. En este último caso, es mucho más fácil para los pequeños percibir los gestos del adulto y empatizar con él. Por eso, los expertos aconsejan buscar esta paridad, que los mayores pueden lograr agachándose ellos o colocando al menor en una superficie elevada sobre el suelo.
3. Hablar de manera clara y sencilla
Al niño hay que hablarle con palabras simples, que pueda comprender sin esfuerzo y con claridad. Los adultos suelen emplear términos más abstractos, así como giros y expresiones que para los pequeños son difíciles de entender. Los menores, en cambio, «sobre todo si son pequeños, suelen tener un tipo de pensamiento muy concreto», explica Amelia Fuentes Valenzuela, psicóloga especializada en infancia y coordinadora del Máster de Psicología Infantojuvenil de la Asociación Europea de Psicología Clínica Cognitivo Conductual. Esto dificulta la comunicación y no ayuda a adquirir el hábito de que los niños escuchen lo que les dicen sus mayores.
4. No mezclar ideas
Además de hablar con palabras sencillas que los menores puedan entender, se debe procurar que los mensajes incluyan una petición por vez. A los niños pequeños les es difícil recordar una serie de pedidos, de modo que los adultos que mejor se comunican con ellos son quienes hacen solicitudes sencillas.
Si a una niña se le dice que cuelgue sus vestidos, recoja sus juguetes y saque fuera al perro, es probable que lo único que haga es sacar fuera a su mascota. Y en este caso no porque no hubiera escuchado lo demás, sino porque no podría retener todos los pedidos en su memoria.
5. Hablar con los niños en positivo
La guía ‘Estrategias exitosas’ recomienda hablar en positivo, es decir, tratar de decir a los pequeños «haz» en vez de «no hagas». Si el niño recibe muchos mensajes que le indican que no puede hacer esto o aquello, puede tener la sensación de estar rodeado de prohibiciones y, en cierto momento, dejar de escucharlas y de cumplirlas. Por eso, «coge tu abrigo de más arriba» es mejor que «no arrastres el abrigo por el suelo».
Además, señala Fuentes Valenzuela, «se deben explicar las consecuencias de sus actos siempre que se crea oportuno». Para seguir con el mismo ejemplo: «Si lo coges de más arriba, evitas que se arrastre por el suelo y se ensucie».
6. Escuchar al niño
La mejor manera de educar es siempre el ejemplo. Los menores imitan lo que hacen los mayores. Si sus padres no lo escuchan cuando él habla, será difícil que luego él les escuche a ellos. Por eso, hay que escucharles con atención, dejarles que cuenten sus historias, mostrarse interesados y hacerles preguntas sobre ellas. Esto mejorará la comunicación, desarrollará su creatividad y, además, favorecerá que los niños expresen sus sentimientos.
Los pequeños a menudo no necesitan más de medio minuto para lo que quieren contar. Lo que nunca se debe hacer es fingir que les escuchamos y no hacerlo en realidad. Cuando el niño hable de nuevo del tema lo descubrirá, su decepción será mayúscula e influirá de manera negativa en su capacidad de escuchar y prestar atención en el futuro.
Escucharles es dedicarles tiempo de calidad, al igual que demostrarles afecto, alabar sus logros, jugar con ellos, hacerles cosquillas, estimular su ingenio y dar respuesta a sus innumerables preguntas.
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