La termita y la carcoma son quizá los enemigos más reconocidos de la madera. No obstante, otros insectos como la polilla y el algavaro son igual de temibles. Su forma de atacar es muy similar: ponen huevos en la madera y sus larvas se alimentan de este material hasta crear túneles y galerías de salida al exterior. La detección temprana, junto con la prevención de la humedad y la limpieza de las estancias, son los medios más efectivos contra estos insectos. De lo contrario, las estructuras y las piezas afectadas pierden resistencia y se compromete su seguridad y su conservación.
Identificación
Para prevenir la aparición de cualquier insecto xilófago -que se caracterizan por roer la madera-, la limpieza, la ausencia de humedad en la estancia y la ventilación regular de las habitaciones son aspectos fundamentales. La observación regular de las estructuras o de las piezas elaboradas en madera también es una tarea apropiada. Ante cualquier sospecha de ataque, se debe actuar de forma rápida. Por eso, es clave aprender a identificar las huellas que dejan polillas y algavaros, entre otros insectos.
Las maderas frondosas, como el roble, el abedul, el castaño y el haya, entre otras, son las preferidas de las polillas. El polvo fino en la superficie de la madera y las perforaciones circulares externas son señales inequívocas que delatan su presencia. En el caso de los algavaros, las maderas resinosas (abetos y pino), la humedad y las temperaturas son la combinación perfecta para su aparición. Al igual que la polilla, el algavaro también deja tras su paso un rastro reconocible. Las partes infestadas tienen galerías ovales, paralelas al hilo de la madera, de las que sale un polvo fino.
Tratamiento
Las plagas de polilla son difíciles de erradicar por completo. En ocasiones, requieren trabajos de carpintería importantes como la renovación de los suelos o de los muebles afectados. No obstante, es posible atajar y ralentizar el avance del problema. El modo de proceder es similar para combatir polillas y algavaros. En el mercado abundan insecticidas específicos para cada una de estas especies.
Las maderas frondosas y las resinosas son las preferidas de ambos insectos
En primer lugar, es preciso limpiar las zonas carcomidas y, a continuación, inyectar el producto en los agujeros y galerías donde aniden las larvas. Para finalizar, se aplica de nuevo con un pincel en la superficie, para reforzar la acción protectora.
Los productos insecticidas, según su composición, pueden ser tóxicos. Por motivos de seguridad, siempre se deben suministrar con guantes y mascarilla para no respirar las emisiones. La estancia tiene que estar ventilada y es fundamental evitar las emisiones sobre piel y ojos.
El ataque de hongos en la madera no es tan frecuente como el de insectos xilófagos. Para que aparezcan, se deben dar varias condiciones. La falta de ventilación, la oscuridad, el calor y la humedad son las principales. Las maderas de estructura utilizadas en bodegas, sótanos y desvanes son las más proclives a sufrirlos.
El hongo más común, y el más temido, es la “serpula lacrymans”. Su aspecto es el de una tela de araña formada por hilos y filamentos de color grisáceo que recubren las superficies afectadas. Para detener su desarrollo, es necesario eliminar las fuentes de humedad y asegurar la ventilación de las estancias. Se retiran tras rascar y cepillar las partes perjudicadas, además de pulverizar sobre ellas un producto fungicida que prevenga un rebrote.