Si la tarima se hunde por estar mal asentada, aunque el problema más común sean los crujidos, puede solucionarse inyectando espuma de poliuretano bajo su superficie. Lo primero que hay que es localizar la zona más afectada, que con toda seguridad podrá apreciarse a simple vista.
Después habrá que perforar, con la ayuda de un taladro, un agujero en la parte central de una de las tablas de la zona hundida. El agujero debe de ser oblicuo y no deberá traspasar completamente la tabla.
Introducir el dosificador del bote de espuma de poliuretano en el agujero practicado y rellenar el hueco entre la tarima y el suelo con la cantidad suficiente de producto. Hay que tener en cuenta que este tipo de espumas, una vez secas, incrementan su volumen, por lo que no es recomendable introducir demasiada, ya que podría llegar a levantarse el suelo. Una vez se haya terminado y no se aprecien hundimientos, se podrá rellenar el agujero practicado con un poco de masilla de un color similar al acabado de la madera.