Según datos de la Asociación de empresas con productos para el cuidado de Parques y Jardines (APJ), en España existen unos cinco millones de personas que utilizan estos recursos «en los jardines de sus casas y en las pequeñas huertas familiares». Una de las finalidades principales es controlar las plagas y enfermedades de las plantas, pero también se busca su embellecimiento.
Se utilizan abrillantadores de plantas, hormonas de enraizamiento, estimuladores de crecimiento, conservantes y una amplia gama de elementos decorativos para el jardín. Estos elementos se emplean, en su mayoría, para delimitar zonas, dibujar caminos o rellenar jardineras, pero según el producto que se utilice, los resultados van más allá.
Los elementos decorativos protegen la tierra. Crean una especie de barrera frente a la erosión, la humedad y los cambios bruscos de temperatura, además de evitar el crecimiento de malas hierbas. Por otro lado, cuando se utilizan en macetas y jardineras, actúan como elementos de drenaje que evacuan progresivamente el agua sobrante de riego.
Tipos de áridos
Los elementos o áridos decorativos se caracterizan, como el césped artificial, por un cuidado escaso. Apenas necesitan atención, lo que se traduce en un ahorro de tiempo. Además, al ser materiales inertes, tampoco tienen necesidades de riego ni de productos fitosanitarios.
En el jardín, reducen la evaporación de agua procedente del terreno o sustrato
Los más habituales son los cantos rodados o redondeados, fáciles de manipular y que no provocan daño al caminar sobre ellos. Una variedad de éstos son los bolos, piedras de gran tamaño que se emplean para decorar jardines, estanques, macetas o parterres. Los bolos pueden ser blancos o de colores. En las macetas, ayudan a eliminar el agua sobrante, mientras que en el jardín reducen la evaporación de agua procedente del terreno o sustrato.
También se puede adquirir grava triturada de colores, capaz de conservar la humedad de la tierra; albero con restos de fósiles o conchas; arena o adoquines para la construcción de caminos y pavimentos; y marmolinas de diferentes tonalidades, que frenan la formación de costras.
La corteza de pino es un elemento decorativo natural muy apreciado. Tras someterse a un exhaustivo proceso de limpieza, la corteza se utiliza para bordear plantas o arbustos, delimitar caminos o marcar contrastes. Se esparce sobre el jardín y en macetas, ya que protege la tierra y mantiene la humedad de la superficie. No es aconsejable, sin embargo, emplear corteza de pino en zonas de viento, debido a su peso ligero.
Protege la tierra, mantiene la humedad y enriquece el suelo
Su uso es muy apreciado en xerojardinería, ya que mantiene húmedo el suelo y lo enriquece a medida que se descompone, favorece la filtración del agua de riego y protege la superficie de la evaporación y los agentes que provocan erosión.