Preparar la piscina para el verano no es una tarea complicada, basta con una serie de cuidados y un mantenimiento específico para que se pueda utilizar con total seguridad y en las mejores condiciones de salud e higiene. El agua es un lugar idóneo para el desarrollo de microorganismos, algunos inofensivos y otros patógenos, y aunque parezca clara y transparente, el vaso de la piscina puede contener sustancias contaminantes, virus y bacterias transmisoras de enfermedades e infecciones.
Vaciado y limpieza
Una vez al año se debe vaciar la piscina para limpiar su estructura. El vaciado se puede efectuar por gravedad -sólo es necesario abrir la llave- o mediante la correspondiente bomba. El siguiente paso es realizar un análisis exhaustivo del revestimiento –gresite– del vaso de la piscina para arreglar las posibles grietas o hendiduras del mosaico y demás desperfectos que se detecten. Una vez vacía, hay que limpiar la estructura con un cepillo y un detergente ácido.
Tras el proceso de reparación y limpieza, se llena de nuevo la piscina. Si se observa que el agua está turbia, debe filtrarse durante 24 horas. Después, se lava el filtro a contracorriente. Si está muy sucio, se puede usar un limpiador de filtros. A continuación, se añaden los productos químicos -cloro y alguicidas- necesarios para la correcta salubridad de la piscina.
Una vez llena, se deben limpiar los fondos al menos dos veces por semana. Con la misma periodicidad, hay que comprobar el pH del agua. Después de unas 24 horas de filtrado, si el agua ya está clara y los parámetros sanitarios son correctos, la piscina está lista para el baño.
Tratamiento químico del agua
Del tratamiento químico del agua de la piscina depende la ausencia de microorganismos y bacterias perjudiciales para la salud del bañista. La periodicidad de su aplicación se decide en función de la cantidad de personas que utilizan la piscina de manera habitual, el tamaño de la misma y el medio donde está instalada: cerca de árboles, zonas de polución, etc.Desinfección del agua. Aunque el agua parezca clara y transparente, puede contener virus y bacterias transmisoras de enfermedades e infecciones. Para evitarlo y eliminar todos los microorganismo que pueda contener, hay que tratarla con cloro. Tras añadir este químico, una parte se consume al distribuir los contaminantes del agua, mientras que el resto permanece como cloro residual, listo para actuar contra los contaminantes que lleguen a la piscina a través del viento, bañistas, etc. Para asegurar una buena desinfección, hay que mantener un nivel de cloro residual libre entre 0,5 y 2,0 ppm.
Prevención contra las algas. Las algas se desarrollan y multiplican con rapidez en el agua, sobre todo, cuando la temperatura de ésta comienza a ser elevada. Las esporas de las algas llegan al agua de la piscina a través del viento o de la lluvia, entre otros, y en pocas horas pueden teñirla de color verde. Si esto ya ha ocurrido, se debe controlar el pH, para a continuación efectuar una cloración de choque. También es necesario cepillar y tratar los azulejos del vaso de la piscina y pasar el limpiafondos varias veces para recoger las algas muertas. Además del desinfectante, se debe usar un producto alguicida para evitar que se formen de nuevo.
PH del agua. El pH indica la relación de acidez o neutralidad del agua. Para el agua de piscina, debe mantenerse entre 7,2 y 7,6. Este intervalo además de conservar la instalación en buenas condiciones, mantiene fuera de peligro la piel y los ojos de los bañistas. Para mantener el pH entre ambos valores, hay que analizarlo cada día con los elementos del estuche de análisis de cloro y de pH. Si es inferior a 7,2, hay que añadir pH Plus al agua para aumentar su valor. Si es superior a 7,6 hay que agregar pH Minor para reducir el nivel.
Las piscinas disponen de unos sistemas básicos de depuración y circulación del agua que solucionan a diario parte de los problemas que pueda causar la suciedad.
Sistema de barrido superficial con skimmers. El agua se succiona a través de los sumideros mediante motobombas y skimmers, una boca de succión que se instala en las paredes de la piscina, en un nivel cercano a la superficie de la misma, y que permite el correcto filtrado del agua. Tras el tratamiento de limpieza, se devuelve el agua al vaso de la piscina por medio de unas boquillas. Los skimmers y las boquillas se sitúan en la misma dirección que las corrientes de aire predominantes.
Sistema con rebosadero. Es el más tradicional. Situado en el borde de la piscina, filtra la suciedad, como hojas y ramas, que llega a la superficie por el propio impulso de los bañistas. Una arqueta recoge el agua sucia, que se aspira por una motobomba.
Sistema de cámara de compensación con impulsión por fondo. Impulsa el agua por los sumideros de fondo o las boquillas de las partes bajas del vaso. La gravedad lleva el agua sucia a una arqueta receptora para que una motobomba la aspire.