La cera es el acabado más adecuado para los muebles antiguos, los rústicos o los de madera maciza. No en vano, los tratamientos con cera protegen y nutren las superficies de madera, recuperan el aspecto original de esta y le otorgan un acabado brillante. Además, las superficies enceradas se limpian con más facilidad -basta con pasar un trapo- que otros acabados. Las mejores ceras para estos trabajos son la de abeja y la de carnauba.
Cera de abeja
La cera más utilizada para los trabajos artesanales en muebles de madera es la de abeja, también llamada cera virgen. No obstante, no todas las ceras de abeja son iguales. Se distinguen por sus calidades, purezas, y colores: pueden ser blancas o amarillas, de tonos marrones o rojizos. Estas últimas se utilizan tanto para reforzar el efecto de un tinte, como para sustituirlo. No obstante, la cera que más realza la tonalidad de la madera es la de color amarillo. Todas ellas se comercializan en bloques o panes.
La cera virgen no se puede utilizar pura. Para preparar una cera casera, hay que fundir 100 g de producto al baño María. Una vez que haya alcanzado un estado líquido, se debe retirar del fuego para evitar que arda. Entonces se mezcla con medio litro de esencia de trementina hasta obtener una pasta cremosa.
Este preparado se extiende sobre el mueble con un cepillo de cerdas suaves que no suelte pelo. Basta con aplicar una capa distribuida de forma uniforme por toda la superficie y dejarla secar 12 horas. Transcurrido este tiempo, se abrillanta con un paño suave que no deje hilos ni pelusas. Para resaltar la veta, hay que frotar en círculos. Si la pátina de la pieza está estropeada o la madera es muy porosa, conviene aplicar una segunda mano una vez seca y pulida la primera. Transcurridas otras doce horas se pule de nuevo.
Cera de carnauba
La cera de carnauba se obtiene de las hojas de la palma copernicia prunifera. Esta cera destaca por el brillo que aporta a las superficies. Además, es compatible con muchos otros tipos de cera y proporciona una gran dureza y una alta resistencia al desgaste. A menudo, se vende en forma de panes y de escamas.
Este tipo de cera se utiliza cuando la pátina original está bien conservada. Para ello, hay que mezclarla con cera de abeja, fundir ambas y añadir esencia de trementina. La proporción correcta es: una parte de cera de abeja por cinco de carnauba y otras cinco de esencia de parafina. A esta mezcla se le denomina «pátina de anticuario». El resultado final es menos grasiento y más seco que otros compuestos.
Antes de elegir y aplicar la cera, hay que tener en cuenta que si se utiliza una de color más claro que el mueble es necesario retirar el producto sobrante que pueda quedar en los adornos y relieves, puesto que una vez seca, la cera dejará marcas. Por el contrario, si la cera es más oscura que la pieza, oscurecerá su superficie.
La película que forman las ceras en spray y las que contienen silicona no cubre los arañazos y demás desperfectos de la madera
En caso necesario, se puede aplicar un toque de color a la cera. Para ello, basta con añadir a la cera, cuando está líquida, una pequeña cantidad de pintura al óleo o algún tipo de pigmentos o colorantes.
Si en vez de aplicar se desea quitar la capa de cera de un mueble, el producto adecuado para hacerlo es la propia esencia de trementina que se utiliza para diluir la cera. El proceso es más sencillo si la trementina se templa al baño María. Debido a su alto poder inflamable, conviene mantener este producto alejado de las llamas.
Aunque las ceras en spray y con siliconas son más sencillas de aplicar y otorgan un brillo inmediato sin necesidad de frotar, la película que forman no cubre los arañazos y demás desperfectos, por lo que su uso no es aconsejable.