Desde que la economía mundial empezó a dar los primeros síntomas de estancamiento a mediados de 2007 -con las hipotecas de alto riesgo en EE.UU., la desconfianza en los mercados, la restricción del crédito, la nacionalización de bancos o el aumento del paro- los temas económicos se han convertido en el centro de las conversaciones de los ciudadanos, y los medios de comunicación han calificado sucesivamente la situación económica como desaceleración, recesión, crisis o depresión. Aunque no todos los economistas se ponen de acuerdo en la definición de cada uno de estos términos, existen rasgos comunes que permiten saber si realmente la economía española pasa por una desaceleración, si atraviesa una recesión o si, en el peor de los supuestos, ha entrado en una depresión en la que puede pasarse una larga temporada.
Desaceleración, recesión o crisis
Durante años, el Producto Interior Bruto (PIB) español ha crecido por encima del 3%. En general, las economías de los países desarrollados han pasado por una época de bonanza que parecía que no iba a acabar. Se llegó incluso a decir que la tradicional teoría de los ciclos económicos había llegado a su fin y había sido sustituida por una larga onda de prosperidad. Sin embargo, con la explosión de la burbuja inmobiliaria en el segundo semestre de 2007, la crisis de las hipotecas basura en Estados Unidos, la restricción de la concesión de créditos por parte de los bancos y el aumento del paro y la morosidad, la economía española empezó a resentirse y comenzó a crecer a un ritmo más bajo. A esta evolución más lenta de la economía se le denomina desaceleración: el país sigue progresando, pero lo hace a un ritmo inferior. Es el proceso que España sufrió a finales de 2007 y principios de 2008. A veces es algo temporal y pasajero, pero en otras ocasiones es un síntoma de que algo más grave ocurre en la economía de un país.
La recesión es muy negativa pues la reducción de la riqueza nacional genera paro, pérdida de confianza, disminución de beneficios y aumento de morosidad
Se considera que un país entra en recesión cuando se produce una contracción del PIB durante dos trimestres consecutivos, y la riqueza del país, la producción, la renta nacional caen. Gráficamente se representa como una V. La economía se desploma desde una tasa de crecimiento muy alta, toca fondo y se vuelve a recuperar alcanzando unos niveles similares a los iniciales, en un proceso que puede durar en torno a un año y medio. Las consecuencias de la recesión son muy negativas para el país, para los trabajadores y los empresarios, pues la reducción de la producción y de la riqueza nacional genera destrucción de puestos de trabajo y paro, pérdida de la confianza, disminución de los beneficios en las empresas y aumento de la morosidad, debido a que los ciudadanos no pueden hacer frente a las deudas contraídas.
En torno a la definición de depresión, hay varias interpretaciones. Algunos expertos la definen como la caída del 10% del PIB en un año, mientras que otros economistas creen que para que la depresión se produzca tiene que afectar a un número elevado de países, a un colectivo, y no a un solo Estado. Se caracteriza por ser más duradera -suele ser superior a 10 años-, más grave y más intensa que la recesión. Otros expertos, como el reconocido economista John Kenneth Galbraith, dicen que no se puede establecer una diferencia razonable entre ambos términos más allá del efecto psicológico que provoca en la población cada uno de ellos.
En la depresión se produce una grave destrucción de la riqueza que viene acompañada por una caída de la producción, reducción del poder adquisitivo, unas elevadas tasas de paro, bajo nivel de consumo e inversión y quiebra masiva de empresas, y esta situación puede durar años. El ejemplo más conocido es el de la Gran Depresión de 1929. Al igual que la recesión económica se representa gráficamente como una V, la depresión tiene forma de U, ya que se produce una caída brusca de la economía pero no vuelve a recuperar los mismos niveles con rapidez, sino que al tocar fondo permanece unos años sin recuperarse hasta que lentamente empieza a mejorar. Existe una versión mucho más grave, que es la depresión en L, en la cual se produce un hundimiento súbito y durante años o lustros no existe recuperación. Es el caso de Japón. Teniendo en cuenta estas definiciones, ¿en qué situación se encuentra la economía española?
Oficialmente en recesión
Tras los primeros meses de 2008, cuando el país sufrió una intensa desaceleración y siguió creciendo a un ritmo menor, hoy en día se puede decir que España se encuentra oficialmente en recesión. Esto es debido a que el Producto Interior Bruto ha caído durante dos trimestres seguidos. A lo largo del tercer trimestre de 2008 la contracción del PIB fue de un 0,2% mientras que en los últimos tres meses del año llegó a alcanzar el 1,5%, según los datos del indicador sintético de la actividad que elabora el Ministerio de Economía y Hacienda. La recesión se produce, por tanto, tras dos trimestres de contracción y ha sucedido por primera vez desde 1993.
¿Qué consecuencias tiene la recesión sobre la economía española? Los ciudadanos llevan ya meses sufriendo los negativos efectos de la crisis. Muchos expertos señalan que España ha crecido mal, basando su expansión en el ladrillo, y por eso ahora sus habitantes pagan las consecuencias de una manera más intensa que el resto de los europeos.
Cada uno de los efectos nocivos de la crisis ha ido generando otros y, como fichas de dominó que caen y empujan a la siguiente, un mal dato económico ha ido trayendo consigo nuevas consecuencias negativas. Los primeros síntomas de la crisis que generó la desaceleración y que, posteriormente, ha desembocado en la recesión que sufrimos se dieron a mediados de 2007 con el “escándalo” de las “subprimes”. La concesión de hipotecas de alto riesgo ha afectado no sólo al sistema financiero estadounidense sino a todas las economías del mundo, entre ellas, por supuesto, la española.
Paralelamente, en España se ha producido el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. El crecimiento casi ficticio de la economía del país se ha venido abajo arrastrado por el sector de la vivienda. Una gran parte de los trabajadores que se dedicaban a la edificación están en el paro y, junto a ellos, quienes estaban empleados en tareas relacionadas con la construcción: empresas y trabajadores del mueble, escayolistas, pintores, decoradores. La desconfianza en el futuro que se vivía a mediados de 2008 es hoy un hecho, porque las peores previsiones se han convertido en realidad. La quiebra de empresas y el cierre de negocios que se está produciendo durante la recesión están generando, además, la destrucción de miles de empleos.
Con respecto a 2007, el desempleo aumentó en 393.900 personas en el sector servicios, 358.900 en la construcción, 155.500 en la industria y 35.000 en la agricultura
Pero el paro no sólo ha afectado al sector inmobiliario. Durante 2008, los despidos crecieron en todos los ámbitos. Con respecto a 2007, el desempleo aumentó en 393.900 personas en el sector servicios, 358.900 en la construcción, 155.500 en la industria y 35.000 en la agricultura. Los ciudadanos están sufriendo ya el paro en tasas que no se veían desde hace mucho tiempo, pues durante el año pasado la cifra de desempleados se incrementó en 1.280.300 personas.
De hecho, los datos de la Encuesta de Población Activa del cuarto trimestre de 2008, facilitados a finales de enero por el Instituto Nacional de Estadística, son demoledores. El número de ocupados de estos tres últimos meses del año se ha reducido en casi medio millón de personas (489.600 exactamente) con respecto al trimestre anterior y se sitúa en 19.856.800 ciudadanos. Los parados fueron 609.100 más que el trimestre anterior y llegaron a ser 3.207.900 personas, lo que supone una tasa de desempleo del 13,91%. Lo que aún es más grave es que cada vez hay más familias con todos sus miembros sin trabajo. En sólo tres meses los hogares que sufren esta situación han aumentado en 189.100, y en 385.500 en los últimos 12 meses. Esto significa que 800.000 familias tienen a todos sus integrantes desempleados. Estar en paro o el temor a perder el trabajo hace que los ciudadanos gasten menos, se producen menos ventas y esto está repercutiendo, de nuevo, negativamente en el tejido empresarial.
La tasa de morosidad se ha multiplicado porque las familias han llegado a un nivel de endeudamiento que les está haciendo imposible hacer frente a los pagos que tienen pendientes -todo ello ayudado por la subida del precio de los productos básicos, del combustible y de las cuotas de las hipotecas durante 2008-. Una nueva espiral que ha provocado que los bancos no estén dispuestos a dar hipotecas o créditos a los ciudadanos, a pesar del respaldo recibido. Con lo cual, quien quiere comprar ahora una vivienda, a un precio más bajo que hace un año, tampoco puede hacerlo porque carece de financiación. Algo similar ocurre con la venta de automóviles, que ha entrado en una grave crisis y está arrastrando consigo a los trabajadores del sector.
Un futuro incierto
Con todos estos datos, probablemente sea pronto para saber si España se dirige a una depresión económica o continuará en recesión para mejorar en 2010. La ansiada recuperación depende de muchas variables, entre ellas, las políticas económicas que se lleven a cabo en España o el comportamiento de las economías de otros estados que, en un mundo globalizado, influyen indudablemente en nuestro país.
En todo caso, las perspectivas no son nada halagüeñas y hasta ahora, incluso las que parecían más pesimistas parecen haberse quedado cortas. El pasado 16 de enero, el Ministerio de Economía presentó las previsiones para el año 2009 y 2010. En ellas se auguraba un crecimiento negativo del Producto Interior Bruto que llegaría hasta el 1,6%, para recuperar tasas positivas en 2010 y volvería a crecer con vigor en 2011; representaría gráficamente una V, con un brusco descenso y una rápida subida.
Bruselas pronostica que la economía española caerá este año un 2% y un 0,2% en 2010
Según señalaban desde el Ministerio, la evolución de la economía en 2009 estaría determinada “por el mal comportamiento de la demanda interna que realizaría una aportación negativa de 3,2 puntos porcentuales, que en parte se vería compensada por el buen comportamiento del sector exterior que aportaría 1,6 puntos al crecimiento”.
Una de las consecuencias más negativas de la caída de la actividad económica sería que el empleo se reduciría un 3,6% y la tasa de paro llegaría al 15,9%, aunque desde el Ministerio aseguraban que durante el segundo semestre de este año el mercado de trabajo iniciaría una paulatina recuperación. Las previsiones de este departamento indicaban también que el consumo de los hogares caería este año un 1,5%. Pues bien, estas negativas previsiones han sido corregidas posteriormente por la Comisión Europea, que ha presentado un futuro aún más negro para España, que puede llegar a asomarse al abismo de la depresión.
Los vaticinios de Bruselas indican que la economía española caerá este año un 2% y un 0,2% en 2010. La tasa de paro también empeorará con respecto a los datos ofrecidos por el Ministerio de Economía pues alcanzará el 16,1% en 2009 y el 18,7% en el siguiente ejercicio. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI)ha revisado a la baja sus previsiones de crecimiento para la economía española, para la que pronostica una contracción del 1,7% en 2009 y del 0,1% en 2010, mientras que para el conjunto de la economía mundial augura un crecimiento del 0,5% este año, su nivel de crecimiento más bajo desde la II Guerra Mundial, y del 3% en 2010. No obstante, habrá que esperar para saber cómo evoluciona la economía española, si se recupera en 2010 o continúa cayendo y acercándose a la depresión.