La crisis ha puesto de actualidad pequeños negocios populares que trabajan con el trueque. Montes de piedad, tiendas que compran objetos de segunda mano y, cada vez más, los comercios que adquieren oro, conocidos como “Compro Oro”. Las “personas-anuncio” que portan mensajes sugerentes impresos en cartón, como “dinero fácil e instantáneo”, inundan las calles de las principales ciudades españolas. Su objetivo es atraer a ahorradores con alguna joya de valor y mucha necesidad de liquidez. Tal y como publicitan, realizan las tasaciones de los objetos de forma rápida y permiten conseguir dinero con premura. No obstante, sus valoraciones están muy por debajo de los precios oficiales de mercado.
Cómo funcionan
La situación de debilidad económica y de empobrecimiento que sufren muchos hogares favorece que numerosas familias busquen y analicen mil y una fórmulas para conseguir capital. Una de las opciones más populares es acudir a los establecimientos de «Compro Oro», centrados en la adquisición de joyas elaboradas con este preciado metal. Son negocios no regulados por ley, cuyo funcionamiento es sencillo: compran oro a particulares, para después reciclarlo y volverlo a poner en el mercado, a un precio muy superior al coste que han pagado. Adquieren todo tipo de joyas: anillos, pulseras, relojes y collares, entre otras.
Los establecimientos más frecuentes son las oficinas a pie de calle, casi siempre situadas en las vías más importantes de las grandes ciudades. Los interesados pueden acudir a ellas para empeñar sus piezas de oro. El proceso se inicia con la cumplimentación de un cuestionario con todos los datos personales del interesado: nombre, apellidos, dirección postal, correo electrónico y número de teléfono. Tras recoger las joyas, el establecimiento realiza el proceso de tasación y, una vez concluido (un par de días), se pone en contacto con el potencial vendedor para comunicarle la cantidad que le ofrece por sus piezas. Si éste acepta, sólo tendrá que acercarse a la oficina para que le entreguen el dinero acordado. En caso contrario, la entidad le devolverá las joyas en el mismo estado en que las entregó.
En estos establecimientos, una pulsera de 10 g podría reportar 234,80 euros
En los últimos años ha habido tal fiebre del oro, que se han puesto en marcha nuevos establecimientos de este tipo en Internet, sin oficinas físicas. Estos dan la posibilidad a sus potenciales clientes de recoger las piezas en sus domicilios para después tasarlas y proponerles la oferta pertinente. Si se acepta, la compañía se compromete a enviar el dinero en un plazo de 24 horas.
Las tasaciones
Para calcular el valor de las piezas de oro, estos establecimientos tienen en cuenta dos aspectos: la pureza y el peso de la joya.
La pureza del oro se refiere, en esencia, a dos tipos de activos: unos cuya pureza es de 999 milésimas, que son los de mayor nivel de pureza posible, y los de 750 milésimas.
En cuanto al peso, las piezas se catalogan según sus quilates. En el mercado pueden adquirirse joyas de 9, 10, 12, 14, 18, 20, 22 y 24 quilates. Las más famosas y cotizadas son las de 18 y 24 quilates.
Pese a que el mercado del oro es transparente, ya que cotiza a diario en Londres, los precios que establecen estas tiendas difieren mucho de la cotización de esta plataforma. La justificación está en las altas tasas de intermediación y corretaje que aplican.
Al no ser un negocio regulado, los precios son dispares. En comprooro.com valoran el gramo de oro de 24 quilates a 23,48 euros. Si tiene 22 quilates, 19,56 euros. El gramo de 18 quilates lo pagan a 16,01 euros, el de 14 quilates a 12,48 euros, el de 12 quilates a 10,67 euros, el de 10 quilates a 8,89 euros y el de 9 quilates a 8 euros. De acuerdo con estos parámetros, una pulsera de 10 g podría reportar 234,80 euros.
Estas tiendas pagan el oro más de un 30% por debajo del precio del mercado de Londres, donde este metal cotiza a diario
Estas valoraciones distan bastante de la cotización del mercado regulado de Londres. En él, el precio del metal precioso se estima en onzas (equivalente a 28,34 gramos). Tras la revalorización de los últimos meses, la onza de oro cotiza a 1.200 dólares. Sin embargo, según la ecuación que aplican las tiendas, si el gramo de 24 quilates (el de mayor pureza) se paga a 23,48 euros, la onza de oro costaría 665,42 euros, unos 811 dólares. Es decir, estas tiendas pagan el oro más de un 30% por debajo del precio del mercado londinense.
A quién interesa
Vender oro a estos establecimientos puede ser de gran ayuda para familias con una necesidad apremiante de conseguir liquidez. Interesa, sobre todo, a personas con joyas sin valor sentimental, que no echarán de menos las piezas.
No obstante, no conviene acercarse a estos establecimientos con la idea de recurrir al oro como inversión rentable. Salvo que se tengan las piezas desde hace mucho tiempo, es raro conseguir revalorizaciones al recurrir a la venta de joyas a través de estas empresas.
En los últimos ocho años, lu cotización del oro se ha multiplicado por cuatro. Ha pasado de comprarse a 300 dólares la onza, a superar los 1.200 dólares hace tan sólo unos días. Esto se debe a que los inversores han buscado una protección contra la devaluación de las divisas, ya que el oro protege contra la inflación y es un activo que, durante miles de años, ha representado al dinero por excelencia. El ascenso del oro se debe, además, a la necesidad de los bancos centrales por emitir moneda en esta crisis: cuanto más dinero se imprime, más se revaloriza este metal.
Incluso es probable que suba más mientras persistan las incertidumbres económicas actuales y continúe la necesidad de inyectar liquidez en el sistema.
La proliferación de las tiendas “Compro Oro” no es exclusiva de España, sino que son negocios muy bien asentados en países como Alemania o Francia.
Una vez que adquieren las joyas, estas tiendas inician el proceso de derretir y refundir el oro. En la mayoría de los casos, se consiguen lingotes o monedas, que se ponen en el mercado como objetos de inversión. Por eso, recuperar las joyas es difícil cuando se recurre a estas empresas. Por lo general, funden el oro pasado un periodo de 10 días. Además, aunque no es un negocio regulado, estas tiendas tienen que declarar ante la Policía las joyas que adquieren de manera periódica. La función de estos controles es evitar el blanqueo de dinero y el fraude.