En abril de 2001 nació en Estados Unidos el movimiento Bookcrossing. Un fenómeno internacional basado en el intercambio de libros, que bien pueden perderse de manera deliberada en la calle para que otra persona los encuentre o intercambiarse directamente con sus seguidores o bookcrossers. Este movimiento cuenta con una página oficial en inglés y diferentes ‘mirrors’ (espejos) o versiones web en otros idiomas. En la actualidad, existen más de 400.000 bookcrossers en todo el mundo. Sólo en España, que ocupa el quinto lugar, hay casi 23.800 personas movidas por la misma inquietud: convertir el mundo en una enorme biblioteca. La mujeres entre 30 y 35 años con un nivel cultural alto son las que más se deciden a formar parte de esta especie de juego, que no entra en polémicas con las editoriales porque, como los propios bookcrossers reconocen, todos comparten un objetivo común, que es difundir la cultura.
Origen de la idea
El movimiento internacional Bookcrossing surgió con el objetivo de convertir el mundo en una biblioteca global. Nació en Estados Unidos en 2001 de la mano de Ron Hornbaker, un informático que diseñó la página web www.bookcrossing.com ,a través de la cual lectores de todo el mundo pueden intercambiarse libros. La idea se le ocurrió a Hornbaker cuando él y su mujer navegaban por la página web PhotoTag.org, que sigue la pista de cámaras desechables que se dejan perdidas por el mundo. Además, la filosofía bookcrossing también está basada en la fama de WheresGeorge.com, que registra el movimiento de dinero estadounidense gracias al número de serie. Ambas experiencias hicieron pensar a Hornbaker, que, tras observar una estantería repleta de libros en su casa, ideó un sistema de intercambio internacional, eligió el nombre, registró el dominio y más tarde, su mujer, diseñó el logotipo. Fue el primer paso de un movimiento que despegó el 17 de abril de 2001 y que hoy cuenta con más de 400.000 seguidores en todo el mundo o bookcrossers.
Principales países | Bookcrossers |
Estados Unidos | 208.517 (44%) |
Reino Unido | 45.711 (10%) |
Canadá | 32.757 (7%) |
Alemania | 30.959 (7%) |
España | 23.721 (5%) |
Australia | 20.958 (4%) |
Italia | 15.119 (3%) |
Francia | 9.898 (2%) |
Holanda | 7.031 (1%) |
Portugal | 6.517 (1%) |
Fuente: Datos recogidos por Bookcrossing.com
La primera vez que la prensa se fijó en el Bookcrossing fue en marzo de 2002. En esa fecha se publicó en la revista ‘Book’ un artículo en el que se reflejaba el fenómeno del bookcrossing, que cosechaba adeptos a razón de unos cien al mes. Hasta entonces, el boca a boca había sido el mejor medio para darse a conocer, aunque la influencia de los medios de comunicación, con decenas de nuevos artículos publicados, fue el espaldarazo necesario para tomar impulso. Dos años después llegaría a España. “Realmente no sabemos cómo llegó este movimiento a nuestro país, sólo que llegó en 2003, por la zona de Asturias, y que, a partir del verano, tuvo un boom muy fuerte”, explica Raquel Carlús, bookcrosser y una de las responsables del movimiento en España. El fenómeno bookcrossing, como recuerda la página web oficial de España (http://www.bookcrossing-spain.org/) “es mucho más que una manera de intercambiar libros. Es, ante todo, un grupo de personas que comparten un interés común: la lectura”.
Cada segundo martes de mes (en algunas ciudades españolas cada último viernes), los bookcrossers se reúnen para hablar de libros, música, cine y otros temas.
Cada segundo martes de mes los bookcrossers se reúnen para hablar de libros, música, cine y otros temas
Claves del Bookcrossing
Miles de libros recorriendo el mundo, viajando de un punto a otro. Ésta es la filosofía bookcrossing. Para conseguirlo, el primer paso es registrarse en la página web de Bookcrossing en España con un nick y una dirección de correo electrónico. De esta manera, la persona se convierte automáticamente en un bookcrosser y el sistema le facilita una estantería virtual (bookshelf) donde puede registrar los libros que tiene en casa. El sistema asigna a cada libro registrado un número IDentificador BookCrossing (BCID), que es como el DNI del libro: cada ejemplar tiene un número único e irrepetible para poder ser identificado. El siguiente paso es elegir el libro que se quiere ‘liberar’, colocarle en la portada o en la primera página una etiqueta que informe (a quien encuentre el libro) de lo que hay que hacer y escribir el BCID en ella. Estas etiquetas pueden ser diseñadas por cada bookcrosser, que las pueden imprimir y pegar por su cuenta, o también se ofrece la posibilidad de adquirirlas a través de la web oficial.
Una vez que el libro está identificado, se libera en algún punto de la ciudad (‘la jungla’ para los bookcrossers), a elegir entre un banco de la calle, el mostrador de una tienda o un asiento del metro, cualquier lugar puede ser bueno. “La trasgresión es muy atractiva. Realmente cuando nos gustan tanto los libros lo que intentamos es atesorarlos, por lo que liberarlos y soltarlos al mundo tiene algo de trasgresor y bastante carga de juego. Los adultos también tenemos que poder seguir jugando”, explica Natividad de la Puerta, bookcrosser y responsable de Editorial A Fortieri. Para que resulte más llamativo y animar a la gente a que coja el libro, es recomendable colocar sobre él un papel con frases como ‘¡Libro gratis!’, ‘¡Mira dentro!’ o ‘No estoy perdido, ¡Por favor, léeme!’. Como el BCID de cada libro permanece asociado a él para siempre (aparece en la etiqueta y está registrado en la web), será la clave para saber dónde se encuentra. ¿De qué manera? Cuando alguien encuentra el libro y decide llevárselo a casa, debe hacer una entrada en la web oficial, en la sección ‘diario de viaje’ o ‘journal entry’ de ese libro, que es el apartado en el que se sigue el recorrido de los ejemplares liberados, e introducir el BCID. Inmediatamente, el sistema envía un correo electrónico al miembro o miembros que leyeron antes ese libro para que puedan seguirle la pista.
Según Carlús, “aproximadamente el 80% de los libros que se liberan en la calle se pierden,
“Aproximadamente el 80% de los libros que se liberan en la calle se pierden”
Ciudades como Barcelona, con unos 4.150 bookcrossers registrados, y Madrid son las que mejor funcionan en el intercambio de libros, aunque también destacan otras como Valencia, Granada, Santander y Bilbao. En cuanto a posibles problemas con la Sociedad General de Autores (SGAE) o las editoriales, Carlús asegura que “no hay ninguno porque no se liberan fotocopias, sino que son libros comprados, de primera o de segunda mano, pero originales”. “Tampoco tenemos problemas con editoriales porque no les quitamos ventas, algunos somos compradores compulsivos de libros y el bookcrossing es un medio de recomendación de libros muy potente que permite conocer autores. Incluso, algunas editoriales nos ofrecen ejemplares para distribuir entre los bookcrosser, porque el objetivo de todos es difundir la cultura y el amor a ella y, en este sentido, buscamos lo mismo que buscan la SGAE, los libreros y las editoriales”, agrega. Por su parte, la editora Natividad De la Puerta insiste en que, igual que las bibliotecas prestan libros, el movimiento bookcrossing hace lo mismo y tampoco cobra por ello. “El mejor resultado que puede tener un editor es que alguien quiera intercambiar uno de sus libros, dejándolo circular libremente por el mundo”, revela.
Cómo ser un buen bookcrosser
Según un estudio realizado por Bookcrossing España, la mayoría de los bookcrossers, aproximadamente seis de cada diez, son mujeres entre 30 y 35 años, con un nivel social medio-alto y nivel cultural alto.
la mayoría de los bookcrossers, aproximadamente seis de cada diez, son mujeres entre 30 y 35 años, con un nivel social medio-alto y nivel cultural alto
La decisión de ser un bookcrosser puede tomarse de dos maneras, bien por el propio interés de serlo o tras encontrar un libro liberado en la calle. Sin embargo, en ambos casos se deben seguir tres máximas, comunes a todos, conocidas como las ‘3 eRRes’:
- Read (Lee) un buen libro.
- Register (Regístralo) en el diario, conseguir un BCID y etiquetar el libro.
- Release (Libéralo) para que lo lea alguien más (se puede dar a un amigo, dejarlo en un banco del parque, olvidarlo en una cafetería, etc.).
En el último caso, el de la liberación, ésta puede realizarse de varias maneras. Además de la tradicional pérdida de un libro en un punto de la ciudad, existen Zonas Oficiales de BookCrossing (ZOBC) como determinados bares, restaurantes, bibliotecas o asociaciones culturales. La Asociación Universitaria Altube de Vitoria, la ‘Baguetina Catalana’ de Barcelona, el café ‘Mendocino’ en Madrid, el bar ‘El groc’ en Granada, la Escuela Oficial de Idiomas de Gijón o el Instituto de Enseñanza Secundaria José Luis López Aranguren de Ávila son algunos ejemplos. En la web oficial se pueden consultar todas las ZOBC, en las que se suelen habilitar estanterías o cajones para que los bookcrosser dejen allí sus libros y cojan otros. Otra opción es quedarse el libro en casa y esperar a que otro bookcrosser lo pida o hacer una nota de liberación (release note) donde el bookcrosser informa del día y el lugar donde liberará el libro. De esta manera, otro bookcrosser puede consultar a través de la sección ‘go hunting'(ir de caza) de la web donde será liberado el ejemplar y, si le interesa, recogerlo. “Entre los bookcrossers a veces nos avisamos de que vamos a perder libros, aunque el objetivo es pasar el libro a otra persona, le conozcas o no. Lo mejor es soltar el primer libro, no cuesta nada, todo lo contrario, es muy divertido y emocionante”, precisa De la Puerta.
También existen zonas oficiosas que se han convertido en verdaderos mitos dentro del mundo bookcrossing, como son el Árbol de Yago y el león de Wam. El primero es un viejo platanero barcelonés situado en el cruce de las calles Consell de Cent y Villaroel, que cuenta con un agujero en la base donde los bookcrossers esconden sus libros para que otros los cojan. Recibe este nombre porque fue un bookcrosser llamado Yago quien lo descubrió. Otro lugar emblemático es el león de Wam (en honor también de su descubridor, el bookcrosser Wam), uno de los cuatro animales que se pueden encontrar en la madrileña Plaza de Oriente. “Ir a visitar estos dos lugares es casi un peregrinaje obligado para todo aquel que entre a formar parte del movimiento bookcrossing. Se han llegado a organizar circuitos entre bookcrossers de Madrid y Barcelona a través de los cuales los primeros envían libros para que éstos sean liberados en el árbol de Yago y los catalanes hacen lo propio para que los suyos lo sean en la Plaza de Oriente”, reconoce Carlús.
Si se prefiere, se puede participar en intercambio de libros entre los propios bookcrossers de varias maneras:
- Cambios. Directamente, intercambiando un libro con otro bookcrosser.
- Random Acts of BookCrossing Kindness (RABCKs, actos aleatorios de generosidad bookcrossing). Cuando un libro es enviado a otro miembro sin que éste envíe otro libro a cambio ni pague los gastos de correo.
- Bookrays y Bookrings (círculos de lectura). Un grupo de personas se “suscriben” a un libro en Internet y éste es pasado a través de los participantes de la lista (bien por correo o en mano). La diferencia entre una modalidad y otra es que en los bookrings el libro vuelve a su dueño original, mientras que en el bookray no. En este caso, el último de la lista que recibe el libro tiene la opción de liberarlo o de organizar otro bookring o bookray.
- Bookboxes. Similar a los bookring y bookray, cada participante, excepto el organizador, debe remplazar un número específico de libros por otros del mismo género.
- Liberación temática (themed release). Se trata, por ejemplo, de liberar en la consulta de un veterinario un libro sobre perros o en un videoclub un libro en el que se ha basado una película.
Un último consejo: existen varias zonas en las que no se puede o, al menos, no es recomendable liberar libros. En este caso, desde los atentados del 11-S, los aeropuertos y aviones son sitios muy malos para esta práctica. “Cualquier objeto abandonado será probablemente recogido por el personal de seguridad y podría incluso causarl una alarma indebida, así que hay que usar el sentido común y liberar los libros donde estén seguros”, aconseja la web española de Bookcrossing.