Los estudiantes que salen en verano al extranjero para estudiar idiomas se acercan a los 200.000. Su número crece en torno al 5% cada año, pero las quejas ante las asociaciones de consumidores por los servicios prestados durante su estancia están creciendo en una proporción aún mayor.
Entre los motivos de reclamación más frecuente se encuentra la baja formación del profesorado, la comida y la fría acogida por parte de las familias. Por ello, las organizaciones de consumidores aconsejan tener mucho cuidado a la hora de contratar alguna de las múltiples ofertas que se anuncian.
La mayoría de los jóvenes que salen fuera para estudiar son menores de edad y lo hacen con el objetivo de aprender inglés como segunda lengua (en torno al 90%). Ante el actual vacío de regulación que existe en torno a este tipo de empresas, según informa la Unión de Consumidores de Extremadura-UCE, recientemente la Comisión de Educación Cultura y Deporte del Ministerio aprobó la iniciativa de establecer un contrato tipo que garantice la calidad y las condiciones de la prestación de servicios ofrecidos por las más de 200 empresas que en España se dedican a este sector.
Las empresas de este tipo de cursos no están obligadas a poseer ninguna autorización o permiso, los títulos no tienen homologación en España, salvo en rarísimas excepciones, y si incumplen el contrato es prácticamente imposible reclamar a la empresa o recuperar parte del dinero gastado.
Por todo ello, antes de ir a estudiar al extranjero conviene pedir el asesoramiento de un profesional para buscar la formación más adecuada para cada persona según sus objetivos, nivel de estudios, edad, recursos, etc. Posteriormente UCE recomienda:
–Analizar varias ofertas antes de escoger con especial atención a la publicidad engañosa y las cláusulas abusivas.
–Comprobar que la empresa seleccionada empresa esté asociada a la Asociación Española de Promotores de Cursos en el Extranjero (ASEPROCE), esto será una garantía, ya que la pertenencia a la asociación exige una serie de requisitos que aseguran al consumidor la legalidad de la empresa. Si además la compañía está adherida al Sistema Arbitral de Consumo, mejor.
–Verificar si la agencia funciona todo el año, si posee una experiencia acreditada, si cuenta con coordinadores locales y las funciones que tienen éstos (tutoría, informes, etc.).
–Examinar bien las condiciones en las que se desarrolla la estancia y el programa: medios de transporte, alojamiento con dirección confirmada y el tiempo total, pensión alimenticia, cualificación del profesorado, duración de las clases, seguros médicos y de accidentes, garantías de regreso anticipado, actividades complementarias etc.
–Exigir un contrato donde se especifiquen todas las condiciones del mismo.
–Observar si se incluyen todos los servicios reflejados en la oferta publicitaria y guardar los folletos publicitarios.
–Establecer una garantía de pago, es decir, pagar parte del curso al finalizar el mismo.
–Si al llegar al destino surgen dificultades o problemas, deberá reclamar en el momento al responsable de la organización. Si no le solventan los problemas, reúna el mayor número de pruebas, incluidas fotografías, así como los nombres y direcciones de personas que pudieran servir de testigos.
–Para reclamar puede dirigirse a las asociaciones de consumidores o a los organismos de la Administración competentes.