El perro, como el hombre, también elige su comida. Y tiene alimentos preferidos frente a otros que solo engulle por hambre. Cuando un perro se acerca al comedero y encuentra una de sus comidas predilectas, su pulso se acelera. Ha habido suerte. Pero el alimento, para entrar dentro del selecto grupo de comidas favoritas de nuestro perro, debe superar antes varias pruebas, en ocasiones muy exigentes.
El olor no engaña
La primera prueba de fuego que debe pasar un alimento es el olor. El extraordinario olfato del can explica que sea su hocico el que guíe al animal a la hora de elegir un alimento. Los perros prefieren unos olores a otros. «Por eso hay piensos que tienen aromas más profundos que otros», señala la veterinaria Nerea González.
Cuando el perro olfatea, el aire entra en su hocico diez veces más rápido que durante una respiración normal.
Calentar el alimento del perro, lo hará más sugerente. Si se trata de croquetas secas, pueden caldearse con un poco de agua calienteEsto explica que el alimento húmedo resulte, en general, más atractivo para un perro que el pienso seco: el animal recibe el fuerte olor que desprende. «Los perros prefieren la comida blanda porque la consumen más fácilmente y es apetitosa», dice la veterinaria.
El hocico no solo capta el aroma de la comida. Detecta también si un alimento está demasiado caliente. La temperatura, además, potencia los aromas. Por lo que calentar el alimento de nuestra mascota lo hará más sugerente. Si se trata de croquetas secas, pueden caldearse con un poco de agua caliente.
No todas las croquetas son iguales
Un alimento de aroma agradable habrá pasado la primera prueba de fuego. Ahora, la elección del alimento que haga el perro dependerá del tamaño y forma de la comida. Frente a una mezcla de croquetas de olor semejante, el can optará por las que pueda agarrar mejor, en función de la magnitud de su mandíbula. La dificultad que encuentra el animal para capturar sus croquetas influye en la velocidad con la que las ingiere: evitar que sea de forma rápida favorece la sensación de saciedad del animal.
Una vez en la boca, el perro valora el sabor y las propiedades de la comida: su forma, tamaño y textura, que influyen en la ingesta. Pero sin duda, el sabor es el criterio más importante. Ésta es la razón por la que los alimentos de buena calidad son los preferidos por nuestra mascota, por estar compuestos con ingredientes (carnes y verduras) cuyo origen ha sido mejor seleccionado y envasado.
«Si por ellos fuera, claro que elegirían qué comer», bromea la veterinaria Nerea González. «Hay perros que prefieren el cordero, otros el pollo. Estos dos son los componentes que más se repiten entre las prioridades alimentarias del can: por ello los piensos que más éxito tienen suelen ser de cordero y arroz, o pollo y arroz», asegura la veterinaria.
Preservar el alimento de forma adecuada conserva sus cualidades. A mayor pérdida de sabor y aroma, menor será el interés de nuestra mascota por su comida. La percepción también varía con el sexo y la edad: las perras son más sensibles a ciertos sabores y olores que los machos. Y con los años, la sensibilidad para degustar la comida disminuye.
El efecto sorpresa en la comida
Una comida nueva puede resultar más atractiva para un perro que sus croquetas habituales. Es lo que los veterinarios llaman el efecto novedad. La primicia puede resultar beneficiosa en perros muy delgados que precisan ganar kilos. Pero puede tener, sin embargo, efectos perjudiciales en el resto de los canes: el efecto novedad puede acarrear un exceso de consumo.
Si se realiza el cambio de croquetas, se ha de controlar la cantidad de nuevo alimento que consume el can, para evitar el sobrepeso. Con todo, los veterinarios no suelen recomendar dar al perro comida distinta de su pienso para no habituarlo a sabores diferentes que más tarde puedan demandar.
Significado social de la comida
Las pruebas que debe pasar un alimento para formar parte de la lista de las comidas preferidas del perro no acaban en las cualidades físicas de las viandas. El perro es un animal social, que vive dentro de una manada. Y como tal, el ambiente que rodea al can influye de modo sensible en sus hábitos de alimentación. La manada del perro la forman el dueño y también el resto de la familia y otros animales con los que conviva.
Como animal que vive en una estructura jerarquizada, el alimento también posee para el can un valor social. Esto explica que el perro prefiera una comida ofrecida en la mano de su dueño a la que encuentre en el comedero, aunque sendas sean el mismo tipo de alimento. Conocer el significado social de la comida es útil cuando se trata de alimentar a un perro enfermo: puede animarle a comer.
Incluir el momento de la comida en un contexto positivo (después del paseo, cuando llegamos a casa o con caricias y palabras amables) hace de la alimentación, asimismo, un elemento atractivo para nuestro perro. No lo olvidemos: el perro es un animal social.
Cuando el perro convive con otros animales, su comportamiento social crece. El can, como animal de manada que es, aún conserva el instinto competitivo de ingerir de forma veloz, ante la posibilidad de que su comida acabe en la boca de otro perro.
Las perras son más sensibles a ciertos sabores y olores que los machosEste hecho puede estimular el apetito de nuestras mascotas, si son varias. Pero, en otras ocasiones, genera una situación de competitividad poco deseable: unos comen menos que otros.
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Recuerde que la alimentación tiene para el perro un significado social. La comida dada por su dueño es más sugerente.
Humedezca con agua caliente sus croquetas. El olor se intensifica y se hacen más atractivas.
Conserve bien su comida. La pérdida de olor y sabor hará más probable el desinterés de su perro por ella.
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