El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) ha realizado un informe que muestra que el tsunami que asoló el sudeste asiático el pasado mes de diciembre, afectó también a varios países costeros del Océano Indico. Concretamente la costa de Somalia, uno de los muchos países catalogados como «menos avanzados», se ha visto especialmente afectada por los residuos radiactivos vertidos durante años por las industrias de los países ricos.
El hecho de que Somalia no haya contado con estructuras administrativas en las últimas décadas, sumado a la guerra civil que sufre el país, ha convertido a sus costas en vertederos para residuos tóxicos y radiactivos. Desde principios de los ochenta, las aguas territoriales y las costas somalíes han recibido vertidos de uranio, metales pesados extremadamente contaminantes como plomo, cadmio o mercurio, difíciles y caros de tratar en el Norte, y residuos tóxicos procedentes de hospitales o industrias químicas.
El PNUMA explica en su informe que la mayoría de estos vertidos eran simplemente arrojados a las playas en contenedores, barriles y tanques, sin precaución alguna para las poblaciones de la zona o el impacto medioambiental. La ONU ha criticado que estas actividades violan los tratados internacionales de exportación de residuos tóxicos, y que es «éticamente cuestionable» negociar contratos de este tipo con un país en guerra civil.
En este sentido, los datos del PNUMA revelan que los países desarrollados producen cerca del 90% de los residuos tóxicos del planeta, a un ritmo que alcanzó los 300 millones de toneladas anuales en los ochenta. Entre los principales «exportadores» de vertidos se encuentran Alemania, Países Bajos, Estados Unidos, Reino Unido y Australia. A estos países les sale más rentable librarse de los residuos en África, donde deshacerse de una tonelada de vertidos cuesta cien veces menos que en Europa.
Impacto medioambiental
En cuanto a las consecuencias medioambientales del tsunami para el país, destaca principalmente el hecho de que la contaminación se ha multiplicado en algunas zonas, como en las playas de North Hobyo (Mudug) y Warsheik (Benadir).
El impacto ha supuesto, según el informe del PNUMA, «problemas sanitarios y medioambientales a las comunidades pesqueras vecinas», incluyendo la contaminación de los acuíferos. Además, la ONU asegura que numerosas personas se han quejado de «problemas de salud inusuales» después de que sus pueblos empezaran a ser azotados por vientos llegados desde la costa, como infecciones agudas del aparato respiratorio, tos severa, sangrado por la boca, hemorragias abdominales, reacciones cutáneas e incluso «muerte súbita», síntomas idénticos a los de la intoxicación por sustancias químicas o radiactivas.
En la misma línea, el trabajo del PNUMA enfatiza en que estos desastres «son catástrofes a corto plazo, pero la contaminación del Medio Ambiente por residuos radiactivos puede tener graves efectos a largo plazo en la salud humana, en los acuíferos, la tierra, la agricultura y las pesquerías durante muchos años».