Un estudio científico publicado ayer por la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences» (PNAS) mantiene que se podría agravar el efecto del cambio climático en el futuro si se colapsan los océanos y las masas forestales como sumideros de CO2. El trabajo señala que la actividad económica de los humanos libera ahora en la atmósfera más dióxido de carbono que nunca y los procesos naturales que deberían frenar su acumulación en la atmósfera se debilitan cada vez más. Los océanos y la vegetación terrestre son los responsables de la absorción del 55% de las emisiones antropogénicas de CO2. «Combinados, estos efectos caracterizan un ciclo del carbono que está generando cambios climáticos de forma mucho más rápida de lo esperado», según el artículo.
Con la colaboración de barcos mercantes equipados con sistemas automáticos, los investigadores tomaron más de 90.000 muestras de aguas oceánicas. Tras su análisis, comprobaron que la capacidad de los mares de absorber carbono se había reducido a la mitad entre 2000 y 2005. Entre 2000 y 2006 las actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, la fabricación de cemento y la deforestación tropical dejaron en la atmósfera un promedio de 4.100 millones de toneladas de carbono cada año, lo cual arroja una tasa anual de crecimiento del dióxido de carbono atmosférico de 1,93 partes por millón (ppm), entre un 1% y un 3% de aumento anual. Además de esas emisiones a la atmósfera, la actividad económica humana ha contribuido a la emisión de otros 1.500 millones de toneladas anuales de carbono a los océanos y 2.800 millones a la tierra.
Se trata del aumento más rápido desde que comenzó la observación continua en 1959, señaló el informe. La tasa de crecimiento del dióxido de carbono atmosférico es mucho mayor que en los años 80, cuando fue de 1,58 ppm, y en los años 90 cuando fue de 1,49 ppm por año. La concentración actual de dióxido de carbono en la atmósfera es de 381 ppm, la mayor en los últimos 650.000 años, y probablemente en los últimos 20 millones de años, según estos científicos.
Chris Field, uno de los autores del trabajo y director del Departamento de Ecología Global en el Instituto Carnegie, en California, explicó que «la novedad es la demostración de que el debilitamiento ambiental de regiones terrestres y marítimas contribuye a la aceleración del crecimiento del dióxido de carbono atmosférico». Así, los cambios en las pautas de los vientos sobre las regiones oceánicas del sur del planeta, que resultan del calentamiento global, han traído a la superficie agua rica en carbono, y esto ha reducido la capacidad de los océanos para absorber el exceso de dióxido de carbono presente en la atmósfera. En tierra, donde el crecimiento de las plantas es el mecanismo más adecuado para extraer el dióxido de carbono de la atmósfera, las prolongadas sequías han reducido la absorción de carbono.