Agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) han descubierto en el vertedero de basuras de Andilla, una pequeña localidad de la serranía de Valencia, varios detectores de humo por ionización con material radiactivo.
Fuentes de la investigación han explicado que estos detectores tienen, entre sus componentes, un ínfima cantidad de americio-241, un isótopo radiactivo. En grandes cantidades, el americio altera el material genético de las células óseas y puede producir cáncer de huesos.
Estas alarmas antiincendios, cuyo principio de funcionamiento es la radiactividad, son más baratas que las fotoeléctricas, lo que explica su proliferación en el mercado. Requieren de una tratamiento especializado por el riesgo de contaminación inherente a su toxicidad.
No hay riesgo
Tras dar aviso al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), éste «siguió el protocolo habitual en estos casos», que incluye la comunicación al Ministerio de Industria. Desde el CSN aseguran que «no existe ningún riesgo» para la población ni para el medio ambiente por la escasa carga radiactiva que contiene cada uno de los aparatos.
El vertedero ha sido clausurado a la espera de que la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), única entidad autorizada, proceda a la retirada del material contaminado.
El Código Penal prevé penas que oscilan entre los cinco y siete meses de prisión para quienes estableciesen depósitos de desechos tóxicos o peligrosos. Existe un tipo agravado para el caso de las radiaciones ionizantes, castigado con entre dos y cuatro años de cárcel. Pero su aplicación precisa que se haya causado daño a la salud y que el autor de los vertidos supiera de la toxicidad de los mismos.