El impacto del cambio climático sobre la distribución de más de 1.000 especies de peces en todo el planeta ha sido investigado por primera vez por un equipo internacional de científicos. Las condiciones del océano, como la temperatura y los patrones actuales, están cambiando debido al calentamiento global y ello afecta directamente al número y la localización de diferentes especies de peces, indica el estudio, recogido por el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).
Un nuevo modelo de ordenador, desarrollado por investigadores de la Universidad de East Anglia (Reino Unido) y la Universidad de Princeton (Estados Unidos), predice de forma exacta los diferentes escenarios climáticos en cuanto a la distribución de especies importantes desde el punto de vista comercial como el bacalao, el arenque, los tiburones, el mero o las gambas.
«Nuestras investigaciones revelan que el impacto del cambio climático sobre la biodiversidad marina y la pesca va a ser enorme», advierte William Cheung, de la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad de East Anglia y autor principal del estudio. «Tenemos que actuar ahora para adaptarnos a nuestras políticas de ordenación de la pesca y de conservación para reducir al mínimo el daño a la vida marina y a nuestra sociedad», apunta Cheung.
Más especies meridionales
Los resultados de la investigación demuestran por primera vez hechos alarmantes. Así, existirá una redistribución a gran escala de las especies, la mayoría de las cuales se moverán hacia los polos. Además, como término medio, los peces probablemente modificarán su distribución en más de 40 kilómetros por década y habrá una mayor abundancia de las especies más meridionales.
Los países en vías de desarrollo situados en los trópicos sufrirán la mayor pérdida de capturas y los nórdicos como Noruega las aumentarán. En el Mar del Norte, la migración del bacalao del Atlántico puede reducir su presencia en más del 20%, mientras que la platija europea, una especie más meridional, puede aumentar en más del 10%.
En Estados Unidos, hacia el año 2050 podría reducirse en un 50% el número de algunas de las poblaciones de bacalao en la costa este. Igualmente, algunas especies se enfrentarán a un alto riesgo de extinción, como el austrobacalao rayado en la región antártica y la langosta de St. Paul en el océano Antártico. A esto se añade la invasión y la extinción local de especies, lo que puede alterar los ecosistemas marinos y la biodiversidad.
Estas conclusiones pueden emplearse «para mejorar el diseño de las áreas marinas protegidas que son adaptables a cambios en la distribución de las especies», afirma Cheung.