El consumo de energía en España depende, y mucho, del petróleo, el gas y el carbón del exterior. Los expertos recuerdan que estos combustibles, además de contaminantes, serán cada vez más caros y escasos. Por ello, resultará imprescindible reducir durante los próximos años la dependencia energética exterior, en concreto de los combustibles fósiles, y diversificar las fuentes de energía, apoyando especialmente a las renovables, más ecológicas y “made in Spain”.
El 86% de la energía primaria consumida en España es importada, lo que convierte al nuestro en un país muy dependiente del exterior. Esta energía se consigue principalmente mediante tres combustibles fósiles: del 100% del consumo primario, el 49% se basa en el petróleo, el 21% en el gas natural y el 12% en el carbón.
Por otra parte, la electricidad generada en España se basa esencialmente en centrales termoeléctricas (que utilizan gas, carbón o gasolina), nucleares e hidroeléctricas. En cuanto a las energías renovables, a pesar de contar con uno de los sectores más avanzados del mundo, su peso en la producción de energía final no pasó en 2008 del 9%.
El 86% de la energía primaria consumida en España es importada, lo que le convierte en un país muy dependiente del exteriorPor ello, el escenario energético en España es muy poco diversificado, con una clara dependencia de combustibles no renovables extranjeros, lo que supone básicamente dos consecuencias muy negativas para el medio ambiente y la economía. La producción eléctrica y el transporte, dos de los principales consumidores energéticos, emiten una gran cantidad de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del cambio climático.
En concreto, se calcula que España lanza a la atmósfera unos 400 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales GEI, de los que el 25% provienen de la generación de electricidad y el 27% del transporte. Con estos datos, España emite un 63% más de GEI que en 1990, una cifra que convierte en una misión prácticamente imposible el compromiso firmado en el protocolo de Kyoto de emitir en 2012 un 15% más de GEI que en 1990.
En el aspecto económico, la dependencia externa de unos combustibles que se agotan y se encuentran en manos de unos pocos países es un claro inconveniente para la competitividad. En 2007, las transferencias de riqueza al exterior por importaciones de energía primaria supusieron a la economía española 35.000 millones de euros. Según Iván Martén, consultor de la firma Boston Consulting Group, a corto y medio plazo habrá disponibilidad de estos recursos, pero serán más caros, a pesar de que los precios mundiales de petróleo y gas se hayan estabilizado actualmente como consecuencia de la crisis.
Además, la demanda energética es cada vez mayor, con un ritmo de crecimiento anual del 2,4% en el periodo 2002-2006 (frente a un 3,3% de media mundial). Y aunque la actual crisis económica frene ligeramente esta tendencia, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que a largo plazo continuará al alza. En concreto, los responsables de la AIE consideran que en 2030 se consumirá en el mundo un 50% más de energía que en la actualidad.
Medidas para la diversificación energética
Un estudio publicado en enero en la revista Energy Policy analizaba la posible evolución del sector eléctrico español. Sus autores, un grupo de investigadores de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, dirigidos por Pedro Linares, lo califican de «insostenible» y, por ello, ofrecían diversas medidas industriales y políticas que podrían tomarse para su sostenibilidad, entre ellas, potenciar las energías renovables.
El peso de las renovables en la producción de energía final en España no pasó en 2008 del 9%Por su parte, la Unión Europea (UE) también es consciente de sus carencias. El 55% de energía primaria consumida por los países europeos es también importada. La reciente crisis del gas natural ruso, que dejó sin suministro a varios países, puso en evidencia los inconvenientes de tener un mix energético tan dependiente como poco diversificado.
Por ello, el Parlamento Europeo ha aprobado un plan de diversificación energética en el que reclama a la Comisión una serie de medidas. Entre ellas destaca el apoyo a la creación de nuevas rutas de abastecimiento de gas natural y de más infraestructuras para albergar gas natural licuado (GNL); el fomento de un «debate abierto en la sociedad, sin prejuzgar los resultados, sobre el uso de la energía nuclear», en la que la industria europea «ejerce el liderazgo mundial»; o el impulso de la energía solar y de la biomasa.
En definitiva, los expertos insisten en aumentar la presencia de las renovables en el mix energético y reducir paulatinamente el peso de los combustibles fósiles, especialmente el petróleo, hoy por hoy el gran dominador del sistema energético. Además, no hay que olvidar que ya se plantean objetivos concretos, como el plan europeo para que en 2020 estos supongan el 20% de la energía producida.
De forma paralela, las medidas para aumentar la eficiencia energética y apostar por la innovación tecnológica permitirían también diversificar y mejorar los sistemas de producción energética y reducir el consumo de energía.
Asimismo, los expertos sostienen que estos objetivos son ambiciosos pero no imposibles, porque el desarrollo tecnológico es suficiente para ello. Por tanto, se necesita un esfuerzo común en todo el mundo en el que participen todos los actores sociales. En este sentido, los consumidores son también una parte fundamental, ya que pueden asumir medidas para ahorrar energía, utilizar una mayor cantidad de energías renovables, para lo que pueden también solicitar subvenciones, y reclamar a las instituciones que lleven a cabo planes de diversificación.
El planeta, y no sólo Europa, necesita aumentar la diversificación energética: la mayor parte de la energía que se consume en el mundo también es de origen no renovable. Según el último informe de la AIE, con datos de 2006, el 34,4% del total proviene del petróleo, el 26% del carbón/turba, el 20,5% del gas, el 10,1% de combustibles renovables y residuos sólidos (biomasa y productos de origen animal, gas y líquidos a partir de biomasa, y de los residuos industriales y municipales), el 6,2% es de origen nuclear, el 2,2% es hidroeléctrico, y el 0,6% corresponde a otras fuentes (geotérmica, solar, eólica, etc.).