La factura eléctrica o el coste de la gasolina pueden parecer caros, pero deberían serlo mucho más. Varios estudios y expertos destacan una serie de costes ocultos que la producción de energía deriva a la sociedad. La utilización de combustibles fósiles provoca daños ambientales y sanitarios. Los consumidores deben ser conscientes de esta situación: reducir su gasto energético no sólo ayuda al bolsillo, sino también a su salud y al medio ambiente.
Costes ocultos en la producción de energía
Un total de 120.000 millones de dólares. Éste es el gasto que la producción de energía supuso para la salud y el medio ambiente en Estados Unidos (EE.UU.) durante 2005. Así lo estima el reciente estudio “Costes ocultos de la energía: consecuencias no valoradas de su uso y producción”, elaborado por el National Research Council (NRC), un organismo que reúne a las Academias Nacionales de Investigación estadounidenses.
El informe, realizado a petición del Congreso, cuantifica los denominados “gastos externalizados” de la producción de energía. La factura eléctrica o el precio de los combustibles reflejan un desembolso evidente, como la mano de obra, las materias primas, las instalaciones o el transporte. Pero hay otros costes que no se contemplan, como los causados por la contaminación del aire y del agua, los daños a la tierra por la minería, las enfermedades laborales, el calentamiento global o la lluvia ácida. Estos conceptos, indirectos y difíciles de medir, se mantienen fuera del sistema de fijación de precios de la energía. Al final, la sociedad en su conjunto paga por ellos y no los percibe como un efecto del consumo energético.
Los costes externalizados de la energía ascendieron en EE.UU. a 120.000 millones de dólares en 2005
El otro gran coste oculto apunta a los vehículos, con un total de 56.000 millones de dólares. De esta cifra, 36.000 millones se debieron a los vehículos ligeros. El estudio arremete contra las supuestas bondades ecológicas de los coches eléctricos o híbridos. Les achaca un impacto mayor que el de otras tecnologías. Sus responsables recuerdan que la electricidad que utilizan se genera a partir de combustibles fósiles. Tampoco se olvidan del impacto causado por la producción y reciclado posterior de las baterías. El diésel, con uno de los mayores costes ocultos debido a sus emisiones de azufre, reducirá su impacto en las próximas décadas. Esta mejora se deberá, según el NRC, a la implantación de leyes cada vez más rigurosas con este tipo de contaminación.
El informe no incluye otros posibles efectos negativos, como el cambio climático o la destrucción de los ecosistemas. A pesar de ello, señala que los daños causados por las emisiones de dióxido de carbono (CO2) serán peores en 2030 que en la actualidad. Si la cantidad se mantiene en los mismos niveles que hoy en día, asegura el estudio, el impacto de cada tonelada de CO2 se incrementará entre un 50% y un 80%.
Déficit de tarifa y subvenciones
Incluso con la externalización de estos gastos “ocultos”, la producción de energía resulta muy cara. En España, el dinero que pagan los consumidores en sus facturas eléctricas no cubre los costes de generación que las empresas energéticas aseguran tener. Las tarifas, reguladas por el Estado, no han subido acordes al aumento de la inflación y del coste de las materias primas. Esta situación ha evitado grandes alzas en las facturas, pero a costa de generar desde 2002 un déficit tarifario.
Las subvenciones al sector de los combustibles fósiles, financiadas por la sociedad, les permite también ser más competitivos. Jorge González, director comercial de Gesternova, afirma que las ayudas directas al carbón en 2009 se elevaron por encima de los 1.300 millones de euros, sin contar el gasto que soporta la seguridad social con jubilaciones anticipadas, reconversiones, etc. “Cuando se genera electricidad con carbón, todo esto no se imputa al precio del kilovatio/hora (kwh)”, recuerda González.
Combustibles fósiles contra energías renovables
Diversos estudios señalan los diferentes niveles de impacto en la salud y en el medio ambiente de los sistemas de producción de energía. El informe del National Research Council (NRC) asegura que las energías con menos costes ocultos son la nuclear y las renovables. Añade, no obstante, que el almacenamiento de residuos nucleares y la minería de uranio podrían traducirse en costes adicionales. Los autores del estudio reconocen la necesidad de una investigación posterior.
La Comisión Europea (CE) apuntaba en 2002 que si los productores de energía asumieran sus costes externalizados, el precio por kilovatio/hora (kwh) de petróleo sería el doble. Los responsables de esta institución comunitaria han puesto en marcha varios proyectos para calcular con exactitud estos costes ignorados y “lograr un auténtico desarrollo sostenible”.
Si los productores de energía asumieran sus costes externalizados, el precio por kwh de petróleo sería el doble
A pesar de ello, un informe de la Asociación Europea de Energía Eólica (EWEA) señala que las diferentes instituciones, como la Agencia Internacional de Energía (IEA) o la propia CE presuponen todavía que los precios del combustible no están sujetos a riesgos y son predecibles. Por ello, indica la EWEA, su coste se subestima.
En España, el estudio “Impactos Ambientales de la Producción de Electricidad”, auspiciado por varios gobiernos autonómicos y entidades como la Asociación de Productores de Energía Renovables (APPA), afirma que el daño sobre el entorno de las energías convencionales es 31 veces superior al de las renovables. En opinión de José María González Vélez, presidente de APPA, la dificultad de convertir en dinero el medio ambiente y de internalizar los costes externalizados frenan la generalización de las energías renovables.