Un sistema de calefacción central como la de cualquier comunidad de vecinos, pero a lo grande. En el caso de la calefacción urbana o de distrito (District Heating), una ciudad o un barrio dispone de una instalación que produce el calor y se canaliza por sus calles para que llegue a todos los hogares, al igual que el agua o el gas. Diversas ciudades y barrios de países de todo el mundo, incluida España, cuentan con este tipo de redes. La producción del calor se basa, en general, en centrales de cogeneración, pero cada vez más se usan energías renovables como la biomasa, la energía solar y hasta el calor sobrante de las centrales nucleares y de las incineradoras de residuos urbanos.
La calefacción de distrito se basa en una central cercana a los consumidores que produce calor. Mediante un sistema de tubos aislados, por lo general subterráneos, el calor se distribuye a los edificios de un barrio o de una ciudad que forman parte de la red. El medio más común para distribuir el calor es el agua, pero también se puede utilizar vapor.
Para cubrir situaciones de demanda más intensa, se cuenta con sistemas de acumulación que almacenan energía en momentos de menor consumo. El calor distribuido no sólo se puede utilizar para calefacción, sino también para producir agua caliente y para climatizar y enfriar en verano.
Los consumidores ahorran dinero en la energía y en las instalaciones que deberían destinar a sus propios sistemas de calefacción
La central más común es la de cogeneración. Estas instalaciones utilizan combustibles fósiles, gas natural sobre todo, pero al producir y aprovechar de forma conjunta electricidad y calor, logran un considerable ahorro energético. No obstante, cada vez más se utilizan centrales basadas en energías renovables, como la biomasa, la geotérmica o la solar, e incluso la energía nuclear.
Frente a los sistemas de calefacción individual, la de distrito o urbana destaca por varias ventajas. La producción del calor es más eficiente ya que se desperdicia menos y, por lo tanto, la contaminación también es menor. Según un estudio del grupo de investigación Claverton Energy, la calefacción de distrito basada en cogeneración es el método más barato de reducir el uso del carbón y tiene una de las huellas de carbono más bajas de todas las plantas de generación basadas en combustibles fósiles. Por su parte, los consumidores ahorran dinero en la energía y las instalaciones que deberían destinar a sus propios sistemas de calefacción.
En cuanto a los inconvenientes, la puesta en marcha de la central productora de calor y la red de tuberías requiere una gran inversión inicial, si bien se amortiza a largo plazo. Por sus características, no es un sistema idóneo para zonas con baja densidad demográfica o para comunidades con muchos pequeños edificios.
La distribución con vapor es más aconsejable para procesos industriales que requieren una temperatura más alta, pero debido a ello pierde más cantidad de calor. Además, esta modalidad puede resultar peligrosa si la red de tuberías no se encuentra bien cuidada.
Por ello, antes de pensar en instalar un sistema de calefacción de distrito, conviene realizar un estudio para conocer si es la mejor solución. Un experto debería analizar cómo instalarlo de la manera más óptima y económica, de manera que la oferta de calor se adecue a la demanda a lo largo de los distintos meses del año.
Calefacción de distrito en el mundo
Diversas localidades españolas cuentan con pequeños sistemas de calefacción de distrito. En Barcelona, la compañía Districlima ha puesto en marcha una red para más de 50 edificios. Por su parte, Nova Energía ha instalado varios de estos equipamientos, como en Oviedo para la Fundación del Orfanato Minero de Asturias, en Bellver de Cerdanya (Lleida) para varios edificios públicos a partir de combustible de astilla, o en Guadalajara para la Fundación Apadrina un Árbol. En Madrid, la Consejería de Medio Ambiente planea poner en marcha una red dentro del ecobarrio de Puente de Vallecas. El sistema agrupará calefacción y agua caliente para unos 30 edificios.
Factores como la climatología, la cercanía a las fuentes energéticas o el desarrollo tecnológico han supuesto que la mayor implantación de la calefacción de distrito se haya producido en los países nórdicos, Rusia y Europa del Este.
Imagen: WikipediaIslandia lidera la utilización mundial de calefacción urbana. El 95% de todos los hogares, la mayoría de ellos en la capital, Reykjavik, disfrutan de este sistema. La mayor parte del calor proviene de las tres principales plantas geotérmicas de este país.
Tras Islandia, los países escandinavos son los mayores consumidores de calefacción de distrito. En Dinamarca, más del 60% de la producción de calor y agua caliente se basa en este sistema. La mayoría de las grandes ciudades danesas tienen importantes redes de calefacción urbana. Copenhague cuenta con la red más amplia: 275.000 hogares (casi el 95% de las zonas pobladas) reciben calor mediante una red de 54 kilómetros. Su fuente energética se basa en un 80% en instalaciones de cogeneración, mientras que el 20% restante proviene del aprovechamiento del calor recuperado en las incineradoras de residuos urbanos.
El 95% de todos los hogares de Islandia disfrutan de este sistema
En Finlandia, el 50% de las necesidades de calefacción se cubren con este sistema. En gran parte, se basa en la tecnología de la cogeneración, pero también utiliza energías renovables como biomasa y la energía recuperada de la incineración de los residuos sólidos municipales.
Suecia tiene una larga tradición de aprovechamiento del calor de distrito. El 90% de la energía utilizada para tal fin tiene origen renovable, y también se aprovecha la basura como combustible (la legislación sueca prohíbe los vertederos), o la energía nuclear, como el caso de la central de Agesta. Gracias a un sistema de calefacción urbana basado en biomasa, la eco-ciudad de Växjö ha reducido el uso de energía de origen fósil en un 30% en los últimos años y espera alcanzar el 50% en 2010.
Rusia es otro importante consumidor de este tipo de calor. En la mayoría de sus ciudades, las plantas de cogeneración producen más del 50% de la electricidad del país y de forma simultánea se suministra agua caliente para los ciudadanos.
En el resto de Europa, países como Estonia, Polonia, Eslovaquia, Hungría, Austria o Alemania también aprovechan de manera importante este sistema de calefacción. Los ejemplos son muy diversos: en Viena da servicio a más de 250.000 hogares, con una parte importante basada en el calor de las tres principales incineradoras del municipio; en Flensburg (Alemania) cubre el 90% de las necesidades de sus vecinos; en Suiza, la central nuclear de Beznau suministra calor a unas 20.000 personas; en Italia, ciudades como Bergamo, Ferrara o Turín tienen este tipo de redes; etc.
Fuera del continente europeo, la calefacción de distrito también es utilizada en diversos países. En Estados Unidos y Canadá, diversas empresas privadas han hecho de este sistema su modo de vida. Algunas de las principales ciudades canadienses, y urbes estadounidenses como Nueva York, San Francisco, Minneapolis, San Diego o Pittsburgh disponen de estas redes. Varios campus universitarios estadounidenses también basan su calefacción en este sistema, como el de la Universidad de Notre Dame o la de Maryland.