Gas natural a precios económicos para más años. Algunos expertos utilizan la palabra revolución para referirse al gran potencial de los yacimientos no convencionales. Las nuevas tecnologías han abierto el camino a reservorios descartados y las compañías del sector no lo quieren desaprovechar. En Estados Unidos, el 40% de la producción de gas procede de estos yacimientos no convencionales, una cifra que sigue en aumento. En España, al igual que en otros países de Europa, se han realizado exploraciones para evaluar las mejores zonas y reducir su elevada dependencia energética del exterior.
El gas natural, una mezcla de hidrocarburos, en su mayoría metano, se extrae de diversos tipos de reservorios o formaciones geológicas en las que se ubica este recurso. Las empresas del sector explotan primero los más fáciles y rentables, pero al ser una energía no renovable, se acaba y hay que buscar otras alternativas.
Los yacimientos no convencionales proporcionarán gas natural para los próximos 90 añosLas nuevas tecnologías han supuesto un mayor acceso a reservorios no convencionales. Los cada vez más potentes equipos de perforación, los avances en prospección geológica o el transporte del gas de forma licuada a cualquier parte del mundo son algunas de estas mejoras. Yacimientos ubicados mar adentro o en zonas congeladas de permafrost ya no se consideran imposibles de alcanzar.
Tony Hayward, director ejecutivo de la multinacional BP, la mayor productora de gas en EE.UU. y pionera en la extracción de este tipo de fuentes, lo considera una «revolución» porque posibilita nuevos recursos a precios viables. Los responsables de la Asociación del Gas de EE.UU. se basan en diversos informes para señalar que el potencial es «enorme».
Imagen: NIOSHCon unos cálculos a su juicio «conservadores», Álvaro Ríos, director de Gas Energy Latin America, afirma que los yacimientos no convencionales proporcionarán a los consumidores gas natural para los próximos 90 años al ritmo de demanda del año 2008. Las estimaciones señalan que el petróleo durará unos 40 años.
El principal desarrollo se ha registrado en EE.UU., que extrae la gran mayoría del gas no convencional del mundo (el 40% de su producción total de gas procede de estos almacenes, una proporción que va en aumento). Los estadounidenses aprovechan el gas natural atrapado en arcillas-esquistos o reservorios de baja permeabilidad. El gas se halla en las fracturas o en los microporos de la arcilla, así como dentro de los minerales o la materia orgánica que constituye este material. Se han identificado unos 20 tipos de gas de esquisto y diversas empresas, tanto en EE.UU. como en Canadá, exploran varios lugares para encontrar más.
El 40% de la producción total de gas de EE.UU. procede de reservorios no convencionales
En España, al igual que en el resto del mundo, las grandes compañías estudian el potencial de los yacimientos de esquisto y toman el control de las mejores zonas. Según fuentes de la empresa Gas Natural, todavía es demasiado pronto para adelantar cifras sobre el potencial español. Condicionantes como el tamaño de las cuencas o la compleja geología hacen pensar a esta compañía que serán unos recursos moderados, si bien contribuirán a minimizar la dependencia exterior de gas natural.
La Unión Europea, con un consumo de gas natural en aumento y para buscar alternativas al problemático suministro ruso, es una de las mayores interesadas en este tipo de producción. Diversas cuencas, como la anglo-holandesa o la alemana, podrían ser las primeras en dar resultados. Además del desarrollo tecnológico, varios factores serán determinantes para el éxito de las extracciones de gas arcilloso. Estos yacimientos necesitan el desarrollo completo de un buen número de pozos y, para ello, se requiere una gran capacidad económica y técnica. Las empresas extractoras priorizarán los lugares que cuenten con infraestructuras de gasoductos para llevar el producto a los mercados y conseguir incentivos fiscales o planes integrados de producción y distribución.
Posibles ventajas e inconvenientes
Los defensores del gas natural recuerdan que el aumento de este recurso no sólo beneficiará a los consumidores, que tendrán a su disposición esta fuente de energía durante más tiempo, sino también al medio ambiente. De todos los combustibles fósiles, el gas natural es el menos contaminante. Su generalización y mayor duración en el tiempo contribuirá a reducir la necesidad del petróleo y el carbón a largo plazo, en especial en la generación de energía eléctrica. La transición hacia otras fuentes de energía más limpias se realizaría con menos agobios.
Los detractores de las energías no renovables señalan que la extracción de gas de fuentes no convencionales requiere una cierta violencia física y química para lograr que las rocas sean más permeables. El historial de otros sistemas similares utilizados para otros combustibles fósiles sugiere que este proceso podría tener un alto impacto medioambiental. Por ello, antes de dar luz verde a cualquier proyecto, habría que evaluar los posibles efectos ecológicos negativos.
Otro posible peligro, según los críticos de este gas, es que no sólo reduciría la necesidad del carbón, sino también de las energías renovables, que todavía no disfrutan de una plena madurez. Los responsables institucionales deberían ser conscientes de ello para que las ayudas lograran la plena compatibilidad de ambas fuentes energéticas. El gas podría hacer frente a los picos de menor producción de las renovables.
Los gases de esquisto (Shale Gas en la terminología técnica) no son las únicas reservas no convencionales. El gas asociado a capas de carbón, o CBM (del inglés Coal Bed Methane), es una posibilidad muy interesante. En teoría, cualquier país con recursos minerales de carbón tiene potencial para este tipo de gas. EE.UU., con más del 25% de las reservas mundiales de carbón y una producción de gas convencional estancada, y en menor medida Canadá, vuelven a marcar la tendencia. Diversas empresas empezaron a extraer CBM desde los años ochenta y su despegue se produjo a principios de los noventa. Por su parte, países como Australia, China o Colombia extraen también este tipo de gas. En Europa se han iniciado diversas exploraciones, pero todavía sin producción.
Otras fuentes no convencionales son el gas atrapado en formaciones duras no arcillosas ni de carbón (Tight Gas), que se intentó extraer hace años pero sin resultados muy significativos, y el gas profundo, a más de 6.000 metros bajo el subsuelo.