Los consumidores sabrán con más precisión cuáles son los electrodomésticos que menos gastan y, por tanto, más dinero ahorran y menos perjudican al medio ambiente. El nuevo etiquetado energético europeo añade tres niveles de máxima eficiencia a los clásicos siete colores y letras de la A a la G. Los Estados miembros tendrán un plazo de un año para aplicar la decisión, que algunos expertos consideran insuficiente. En la misma línea, otra directiva europea exigirá que los edificios construidos a partir de 2020 tengan un consumo de energía cercano a cero.
La nueva etiqueta mantiene la clasificación actual que muestra la eficiencia energética de un electrodoméstico comercializado en la Unión Europea (UE). La escala seguirá con sus siete colores y letras, de la A y el verde (más eficiente) a la G y el rojo (más derrochador), más tres niveles adicionales de máxima eficiencia para los productos nuevos (A+, A++ y A+++). Esta información deberá aparecer en toda la publicidad sobre el producto que informe del precio y del consumo, como manuales y folletos del fabricante.
La escala seguirá con sus siete colores y letras, más tres nuevos niveles de máxima eficiencia
El Parlamento Europeo (PE) quiere así actualizar un sistema que se había quedado desfasado. La UE estableció la escala A-G hace más de una década y los productos que se tomaban como referencia se habían creado hace unos 30 años. Este etiquetado ha demostrado ser una buena idea, hasta el punto de que países como Brasil, China o Sudáfrica utilizan sistemas similares.
Sin embargo, con el paso de los años, los fabricantes han mejorado la eficiencia de sus productos. En la actualidad, la gran mayoría de los lavavajillas y las lavadoras tienen una clasificación A. Un frigorífico convencional de clase A con un volumen de 100 litros utiliza hoy en día 100 kW/h, frente a los 386 kW/h que requería en 1980. El avance parece bueno, pero no lo es tanto si se compara con los frigoríficos actuales más eficientes, capaces de consumir tres veces menos electricidad.
La nueva etiqueta conserva los siete escalones o niveles. Si un nuevo producto es clasificado como A+, su gradación más baja será la F, y no la G, y así de manera sucesiva. En algunos productos, también indicará el consumo de agua, ruido y calor.
Críticas al nuevo etiquetado
Algunos expertos no están satisfechos con el nuevo sistema, porque consideran que se ha cedido a la presión de los fabricantes, que compararán los productos actuales con los de hace 10-30 años. Los detractores de esta decisión recuerdan que un país como Tailandia ha reescalado sus categorías de A-G para refrigeradores y aparatos de aire acondicionado con datos actuales.
La directiva, que los Estados miembros deberán aplicar en el plazo de un año, afecta a los aparatos de aire acondicionado, congeladores, frigoríficos, hornos, lavadoras, lavavajillas y secadoras. En el caso de las cadenas de alta definición, los calentadores de agua, las televisiones y las videoconsolas, la propia Comisión determinará sus clases energéticas.
Tailandia ha reescalado sus categorías de A-G para refrigeradores y aparatos de aire acondicionado con datos actuales
El PE ha optado por este sistema y ha desechado una alternativa de la Comisión. La propuesta consistía en añadir nuevos tipos de clase A (como A-20%, A-40%, A-60%, etc.) al actual esquema de etiquetas de colores. Sin embargo, los europarlamentarios han considerado que podría crear confusión entre los consumidores sobre si la clase A engloba a productos eficientes o ineficientes.
La nueva norma también indica que los responsables de la contratación pública procurarán adquirir productos de la clase energética más elevada. Las autoridades de cada Estado miembro podrán incentivar a los consumidores y a la industria para que utilicen los productos más eficientes.
Ahorro energético también en edificios
Imagen: zzpzaLa decisión de la Eurocámara se engloba dentro de un paquete de medidas más amplio para incentivar la eficiencia energética en la UE. Los responsables institucionales explican que es una iniciativa que beneficia a todos: los consumidores pueden elegir productos que les ayudan a ahorrar en la factura de la luz, los fabricantes cuentan con un marco regulatorio claro, y el medio ambiente sufre menos las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros impactos relacionados con el consumo de energía.
Por ello, el PE ha aprobado otra directiva que tiene como objetivo promover el ahorro energético de los edificios. La nueva norma establece que todos los construidos a partir de 2020 deberán tener un consumo energético cercano a cero. Los inmuebles ya construidos deberán cumplir unos estándares más elevados de eficiencia energética. Los edificios públicos nuevos tendrán que dar ejemplo y cumplir esta norma antes del 31 de diciembre de 2018.
Los parlamentarios europeos recuerdan que el sector de la construcción es responsable del 40% del consumo energético y del 35% de las emisiones totales. Por ello, razonan, es uno de los mercados con un potencial de ahorro energético más elevado. Los expertos del PE estiman que los edificios con eficiencia energética pueden ahorrar una media del 30% con respecto a los convencionales. Ahora bien, no todos son iguales. El sector residencial, con una participación del 26% en el consumo energético total, tiene más potencial de mejora que el comercial.
Para lograr sus objetivos, la UE financiará una parte de los gastos derivados de los cambios necesarios. Los edificios deberán mostrar también la información sobre su eficiencia energética en los anuncios publicitarios de venta o alquiler.