Las edificaciones derrochan agua, un recurso natural cada vez más preciado. Para lograr que ya no suceda más, diversos expertos proponen la creación de edificios de agua cero. Para ello, se basan en la utilización de diversos sistemas que en teoría podrían conseguir que sus inquilinos no necesitaran el agua de la red de abastecimiento pública. Este artículo explica qué son los edificios de agua cero y cómo lograr uno, además de recordar que el agua es un bien escaso que ningún inmueble debería derrochar.
Qué son los edificios de agua cero
La mejora de la eficiencia y la reducción del consumo energético ha ganado terreno en el sector de la edificación. Una prueba de ello es la reciente aprobación de la norma que exigirá a partir del 1 de junio un etiquetado con la eficiencia energética en los edificios, similar al que llevan desde hace años los electrodomésticos. La construcción con balance energético cero o con el consumo de energía casi nulo será un objetivo cada vez más demandado de aquí a los próximos años.
En 2025 dos de cada tres personas sufrirán estrés hídrico según la ONUEl agua, un recurso fundamental, también debería tener la misma consideración. Así lo piensan cada vez más expertos, como los del International Living Future Institute, que promueven el sistema «net-zero water», o balance de agua cero en el consumo de los edificios. Sus responsables fomentan la integración de sistemas de «circuito cerrado» para aumentar el uso eficiente, el suministro in situ, el tratamiento y la reutilización del agua.
El diseñador industrial Wes Thomas deja en evidencia la necesidad de este sistema, al señalar el mal aprovechamiento del agua en las edificaciones de la actualidad: el 80% de las aguas residuales producidas en los hogares son grises, y solo el 20%, negras. Las aguas grises provienen del lavabo, bañera o ducha, lavadora y baño. No son potables, pero tampoco tienen todos los agentes patógenos de las aguas negras, originadas en el inodoro, fregadero o basura. La depuración de aguas grises es menos costosa económica y ambientalmente que la de aguas negras. Sin embargo, ambos tipos de aguas se mezclan al tirarse por los desagües y, por ello, los sistemas de depuración tienen que tratar todas las aguas como si fueran negras.
Por otro lado, el esfuerzo realizado en las depuradoras también se despilfarra. El agua potable se utiliza para casi todas las necesidades del hogar, incluidas las que no necesitarían tanta calidad, como el inodoro, el riego o el lavado de la ropa.
James Englehardt recuerda las estrechas, y en muchas ocasiones ignoradas, relaciones entre la energía y el agua. Según este profesor de ingeniería ambiental de la Universidad de Miami e impulsor de un proyecto de edificio de agua cero, el coste de transportar de media en Estados Unidos el agua desde las casas a las plantas depuradoras, y de vuelta a los mismos, es cuatro veces mayor que tratarlas de forma local.
Cómo lograr un edificio de agua cero
Jone Belausteguigoitia y Jon Laurenz, dos arquitectos que proponen generalizar el concepto «cero» en el diseño de edificaciones, explican que en el caso del agua se pueden usar diversas estrategias y tecnologías: aprovechamiento del agua de lluvia, reducción del gasto tanto de agua potable como de la pluvial recogida con inodoros de bajo consumo, aireadores, y reguladores de caudal, o tratamiento y reutilización de las aguas pluviales y grises mediante un sistema biológico-mecánico sin aditivos químicos con procesos de prefiltrado, tratamiento biológico, sedimentación y desinfección ultravioleta.
En teoría, los edificios de agua cero pueden potabilizar el agua y reutilizarla para consumo humano. En la práctica, está prohibido en algunos lugares por la legislación sanitaria. En España, las aguas residuales reutilizadas se aprovechan para limpieza de calles y alcantarillado, riego de parques y jardines y agricultura. Sin embargo, no se puede emplear para consumo humano, salvo en situaciones de declaración de catástrofe y siempre con las garantías sanitarias oportunas.
Joel Sisolak, portavoz del Cascadia Green Building Council, una institución estadounidense que defiende el balance de agua cero, reconoce la gran contribución a la salud pública del sistema de suministro y tratamiento público de agua, pero cuestiona que en actualidad sea el mejor modelo.
Belausteguigoitia y Laurenz señalan que cuando la tecnología para la potabilización de agua esté suficientemente desarrollada y comercializada, se podrá plantear el balance hídrico neutro sin excepciones. En Melbourne (Australia), un edificio de oficinas se basa en el agua de lluvia para cubrir el 95% de las necesidades de sus ocupantes, incluida la de consumo. Para ello usan dos tanques de 10.000 litros de capacidad y un sistema de potabilización.
El International Living Future Institute promueve un certificado, el Living Building Challenge, que propugna el balance de agua cero, además de fijarse en otros factores ambientales, como la energía o los residuos. Sus responsables han publicado el manual ‘Toward Net Zero Water‘ (Hacia el agua de balance cero), en el que explican las formas más eficaces para lograrlo.
Agua, un bien escaso que los edificios no deberían derrochar
Abrimos el grifo de la cocina y sale agua. Lo mismo ocurre cuando nos duchamos, accionamos la cisterna del baño o encendemos la lavadora o el lavavajillas. En casa o en el trabajo, realizamos a diario estos gestos que pueden hacernos pensar en el agua como un recurso siempre disponible e inagotable.
Naciones Unidas quiere recordarnos que no es así y, por ello, ha designado 2013 como el Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del Agua. Según este organismo, el agua refleja las graves desigualdades del planeta: los países ricos consumen de media 12 veces más agua que los pobres y unos mil millones de personas carecen de agua potable. Con la tendencia actual en el consumo del agua, en 2025 dos de cada tres personas sufrirán estrés hídrico.
España no se encuentra ajena a los problemas del agua. Por un lado, es uno de los países con mayor huella de agua del mundo. Por otro lado, la sequía es un fenómeno natural que forma parte del clima mediterráneo en la Península Ibérica y se registra de forma cíclica.