Aunque parezca increíble, el mar Mediterráneo alberga focas en sus aguas. Se trata de la Monachus monachus, conocida popularmente como foca monje del Mediterráneo. Y resulta sorprendente porque es difícil encontrarse con una: sólo quedan unos 400 ejemplares, de los cuales aproximadamente 200 se encuentran repartidos en el Mediterráneo Oriental (Grecia y Turquía), alrededor de 150 en las costas del Sahara Occidental, y unos 20 en Madeira, según el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Estas cifras convierten a este fócido en uno de los diez mamíferos en mayor peligro de extinción de la actualidad.
Es uno de los diez mamíferos con mayor peligro de extinción de la actualidadLa foca monje, también conocida como lobo de mar, abundaba en el Mediterráneo, el mar Negro y el Atlántico, donde formaba grandes colonias en las playas de las islas próximas al litoral. En las costas de Baleares, Cataluña, Alicante, Murcia y Almería fue también un animal frecuente hasta su desaparición en los años 50 y 60. De hecho, algunos topónimos se basan en ellas: Isla de la Cueva de Lobos (Murcia), Punta del Llop marí (Alicante) o Isla de Lobos (Fuerteventura, Canarias). El último ejemplar español, conocido popularmente como «Peluso», fue descubierto en 1978 en las islas Chafarinas, cerca de Melilla, y desapareció tras haber sido salvado de una red que le comprimía el cuerpo. Los ejemplares que se avistan esporádicamente en la actualidad en las Chafarinas pertenecen a la exigua población de la costa argelina y marroquí.
Las razones de su desaparición son diversas:
- Acoso con todo tipo de armas y trampas por los pescadores, que las consideraban culpables de la reducción de las capturas, cuando en realidad se ha debido a la propia sobrepesca. En este sentido, los marineros le llamaron lobo de mar por buscar el sustento, unos 20 kilos diarios de peces, langostas y pulpos, en sus redes de pesca
- Degradación y ocupación industrial y turística del litoral, es decir, del hábitat de reproducción de la especie
- En las islas Canarias, la extinción fue anterior, debida a la caza masiva durante la Edad Media por parte de los marineros, para la obtención de cuero, grasa y carne
Diversas instituciones y ONGs desarrollan varios trabajos para salvar a esta especie. La Dirección General de Conservación de la Naturaleza del Ministerio de Medio Ambiente y la Viceconsejería de Medio Ambiente de Canarias han puesto en marcha, con fondos comunitarios LIFE, un proyecto de recuperación de la especie para la fauna española mediante su reintroducción en las islas Canarias orientales, a partir de ejemplares de la colonia de Cabo Blanco. Según sus responsables, cualquier desastre, como una marea negra, una infección vírica o el derrumbe de las cuevas que utilizan de refugio, puede poner en grave peligro la misión. Por ejemplo, en 1997 la colonia de Cabo Blanco se redujo drásticamente debido probablemente a la toxina producida por un tipo de alga.
Otro proyecto similar es el Plan de Acción Internacional para la Recuperación de la Foca Monje en el Atlántico Oriental, dentro del Convenio Especies Migratorias o Convenio de Bonn, en el que además de España, participan Portugal, Marruecos y Mauritania, así como diversas entidades, como la Fundación CBD-Hábitat o la ONG Annajah. Asimismo, el Fondo para la foca monje (FFM) realiza un seguimiento de la especie y campañas de sensibilización en Marruecos, Argelia y Túnez. Por su parte, un proyecto de la Fundación Territorio y Paisaje, creada por Caixa Catalunya, ha puesto en marcha un plan para que en 8 años esta especie habite de nuevo la costa catalana.
El término Monachus proviene del griego y significa monje, puesto que por un lado viven en islas o cuevas alejadas, lo que les daba un aire de monjes ermitaños, y por otro lado porque su notable papada forma unos pliegues alrededor del cuello que recuerdan el hábito de los monjes franciscanos. Citada por primera vez en la Odisea de Homero, se han encontrado restos óseos de estas focas en cuevas de Málaga hace 14.000 años. Su pelaje es de color gris o marrón en las partes superiores y blanquecino en el vientre. Dispone de un cuerpo robusto, una cabeza redondeada y unas extremidades cortas provistas de unas pequeñas uñas, pudiendo medir tres metros de largo y pesar más de 300 kilos.
El género Monachus lo forman tres especies. Además de la foca monje del Mediterráneo, se encuentra la foca monje del Caribe (Monachus tropicalis) y la foca monje de Hawaii (Monachus schauinslandi). La foca monje del Caribe no soportó la presión humana y fue declarada extinguida hace sólo 20 años. Por su parte, la especie hawaiana ha logrado conservar en la actualidad unos 2.000 ejemplares, gracias a que las islas que habitaban habían sido áreas militares protegidas, y a la labor de científicos y autoridades que han desarrollado un ambicioso programa de seguimiento y recuperación.