El organismo vivo más grande del mundo se encuentra en las profundidades marinas de las Baleares, a un lado y a otro de es Trucadors, en la punta Norte de Formentera. Se trata de una Posidonia oceánica, una planta subacuática propia del Mediterráneo. Un equipo de científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de Portugal, Caribe y Estados Unidos encontraba recientemente una de estas plantas con una extensión de ocho kilómetros y una edad de unos 100.000 años.
La Posidonia es esencial para el ecosistema mediterráneo: Origina los arrecifes en el Mare Nostrum, vitales para proteger el litoral de los temporales y las grandes mareas; contribuye a conservar la arena de la playa; y mantiene transparentes las aguas gracias a su gran capacidad para filtrar partículas en suspensión.
Asimismo, muchos animales encuentran alimento y morada en esta planta, como diversas especies de estrellas de mar, erizos, pulpos, sepias, y numerosos tipos de peces que se alimentan de crustáceos, erizos, moluscos o gusanos. Para algunas especies se convierte incluso en una guardería para sus crías, ya que sus hojas entrelazadas son un escondite perfecto. Gracias a sus tallos y en condiciones idóneas de luz y temperatura puede multiplicar hasta por 50 la superficie disponible para los seres vivos.
A pesar de que hay unos 50.000 kilómetros cuadrados de praderas de Posidonia, los científicos han alertado de que se encuentra en regresiónA pesar de que hay unos 50.000 kilómetros cuadrados de praderas de Posidonia, los científicos han alertado de que se encuentra en regresión, con una tasa de pérdida estimada en un 5% anual, muy superior a la de por ejemplo los bosques tropicales. La destrucción de una pradera de Posidonia puede realizarse en cuestión de segundos, mientras que su recuperación requiere varios siglos, debido a su lento crecimiento – 2 centímetros al año- y a su escasa producción de semillas.
Las causas que están provocando la disminución de la Posidonia son varias:
- Los vertidos orgánicos, procedentes de basuras urbanas, agrícolas o de las embarcaciones, y de los nutrientes de los fertilizantes y pesticidas, que conllevan la liberación de compuestos altamente tóxicos para las plantas
- Las anclas de las embarcaciones que fondean a lo largo del litoral, que perforan y arrastran la superficie donde se encuentran las praderas
- Las obras de infraestructura en la costa, como algunos puertos deportivos, que se construyen directamente sobre ellas
- La invasión de algas foráneas, como la Caulerpa, que pueblan desde hace varios años los fondos marinos mediterráneos
La Posidonia es también un elemento clave para frenar el cambio climático, al enterrar en el arrecife medio millón de toneladas de CO2 al año. Sin embargo, la propia Posidonia es también víctima de los efectos del calentamiento global. La erosión submarina, causada por el aumento del nivel del mar, está provocando su eliminación, y la subida de las temperaturas -en el Mediterráneo de un grado cada 25 años-, les causa un estrés fisiológico que acaba matándolas. De esta manera, se produce un problema doble que acelera aun más el cambio climático: se deja de absorber un CO2 que por otra parte vuelve a ser devuelto a la atmósfera, tras permanecer atrapado varios siglos.
Las instituciones están tratando de proteger estos organismos con diversas acciones, aunque los expertos consideran que todavía se necesitan mayores esfuerzos. Por ejemplo, la Consejería de Medio Ambiente de Islas Baleares ha coordinado el programa Life de la Unión Europea, enfocado a su conservación.
Además de la Posidonia mediterránea, hay otras dos especies de este organismo: la Posidonia australis y la Posidonia ostenfeldii, ambas de los mares de Australia, pertenecientes todas ellas a la familia de las Posidoniáceas.
Se trata de hierbas perennes y provistas de un rizoma, o tallo horizontal y subterráneo, que aparece cubierto por fibras y restos de vainas de las hojas. La Posidonia oceánica florece en otoño, aunque no siempre, y da unos frutos llamados “aceitunas de mar”, unas bolas que, tras desprenderse de la planta, flotan hasta la orilla del mar donde suelen aparecer entre mayo y junio. Sus hojas verdes son largas y aplanadas, pudiendo llegar a medir hasta un metro y medio, y forman grandes praderas en el fondo marino. Sus flores, hermafroditas, son verdosas y espigadas, y originan un único fruto liso y carnoso.