Las medusas son un problema cada vez mayor en la costa mediterránea. Según datos de la Cruz Roja, sólo en Cataluña se ha doblado su cantidad con respecto al año pasado, y más de 12.000 personas han sido atendidas durante este verano. No obstante, otras zonas más frías y en principio menos propicias para estos animales, como el Cantábrico, tampoco se encuentran a salvo, como recuerda la organización ecologista Oceana.
Los científicos no conocen el origen exacto de este espectacular incremento, aunque apuntan cuatro grandes razones que, según la Agencia Europea para el Medio Ambiente, se concentran en el Mediterráneo:
- Salinidad: El agua costera, más fría y menos salina, actúa de barrera para las medusas, que viven a una distancia de entre 20 y 40 millas del litoral. Sin embargo, problemas como la sequía reducen el aporte de agua dulce al mar, por lo que estos animales se acercan con más facilidad a la costa
- Cambio climático: Su llegada a la costa cada vez más temprana podría deberse al aumento de la temperatura del agua, que les incita a reproducirse
- Sobrepesca: Los depredadores naturales de estos animales, como la tortuga boba, el atún o el pez espada han disminuido por el abuso de artes de pesca como las redes de arrastre
- Contaminación de las costas: Los nitratos procedentes de los vertidos agrícolas y los residuos urbanos sirven de alimento a las medusas, si bien es cierto que con su apetito y su gran número contribuyen a limpiar las aguas
Desde el CSIC se advierte de que el problema irá a más, aunque también reconocen que podría aliviarse con más lluvias y tormentasPor ello, desde el Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se advierte de que el problema irá a más, aunque también reconocen que podría aliviarse con más lluvias y tormentas. Asimismo, expertos de dicho instituto afirman que el aumento de las temperaturas podría atraer a especies más peligrosas como la «carabela portuguesa», procedente de África.
Los responsables institucionales tratan de impedir su llegada a las playas mediante sistemas de contención. La instalación de redes para impedir su paso es una de principales acciones: En el Mar Menor (Murcia), por ejemplo, las utilizan desde hace casi una década. Sin embargo, las redes no son infalibles, puesto que las medusas pueden salvarlas cuando hay oleaje y fuertes vientos, o cuando menos sus filamentos o sus brazos, debido a la porosidad de las mallas. Además, las redes no sólo matan a las medusas, sino también a otras especies marinas.
Asimismo, barcos de extracción provistos de redes o embudos se dedican a recorrer las costas de Cataluña, Valencia, Baleares y Andalucía para atrapar el mayor número de medusas posible. En cualquier caso, se trata de medidas que suavizan el problema sin conseguir remediarlo al completo.
En cuanto a la forma de actuar frente a las medusas, los expertos ofrecen varias recomendaciones. Si se encuentran cerca de la playa, lo mejor es permanecer fuera del agua, especialmente cuando su número sea elevado. Asimismo, hay que evitar colocarse cerca de una medusa y mucho menos tocarla, aunque parezca muerta, puesto que las células urticantes de sus filamentos pueden seguir activas y desprenderse del animal. En caso de sufrir una picadura, conviene aplicar frío en la zona afectada y en ningún caso agua dulce. Si el estado de la víctima empeora pasada media hora, se debe acudir lo antes posible a un centro sanitario.
Las medusas son invertebrados que, junto a los corales, las gorgonias y las anémonas, pertenecen al grupo de los cnidarios (del griego knidé, ortiga). Se conocen más de 8.000 especies diferentes, de las cuales 1.000 pueden resultar tóxicas para el ser humano. Algunas de ellas pueden ser incluso letales, como la “avispa australiana”, que causa más muertes en las antípodas que los tiburones. Su aspecto transparente se debe a que están compuestas por un 95% de agua, lo que les sirve de camuflaje.
Las medusas son carnívoras y se alimentan principalmente de plancton y pequeños crustáceos y peces de reducido tamaño. De hecho, se les considera un causante de la disminución de los bancos de anchoa. Para capturar sus presas y también como defensa utilizan sus células urticantes, que contienen un filamento envenenado. Al rozar su superficie, los filamentos se clavan en la víctima inyectando el veneno. Aunque pueden propulsarse gracias a movimientos rítmicos, se desplazan gracias a las corrientes marinas.