El cambio horario se produce dos veces al año y su objetivo es ahorrar energía al aprovechar más la luz diurna. Casi todos los países de nuestro entorno aplican el cambio de hora con este fin y, de hecho, está institucionalizado por la Unión Europea. Concretamente se estima que en la actualidad unos 75 países emplean este método para economizar su consumo energético.
Aunque en cada país las fechas en las que se efectúa el adelanto o el atraso de la hora pueden variar, en Europa se encuentra regulado por la Directiva 2000/84/CE de 19 de enero de 2001, incorporada al ordenamiento jurídico español por el Real Decreto 236/2002 de 1 de marzo. Según estas leyes se establecen con carácter permanente las fechas de comienzo de la hora de verano y del horario de invierno. Estas fechas son, respectivamente, el último domingo del mes de marzo y el último domingo del mes de octubre.
Motivos para el cambio de hora
La principal razón aducida para el cambio horario es la del ahorro de energía, aunque no es la única. El ahorro de energía se da debido a que con el adelanto de hora en marzo la población «gana» una hora de luz diurna, con lo que el uso de electrodomésticos se reduce. Durante la primavera y el verano la gente sale más de casa, si a esto le añadimos que debido al cambio de hora el anochecer se retrasa veremos que el consumo de energía es menor durante estos meses.
El adelanto de hora primaveral produce que amanezca y anochezca más tarde. La mayoría de los trabajadores se despierta a una hora en la que ya ha salido el sol, con lo que se ahorra energía también por la mañana al reducirse el uso de luz eléctrica.
La Unión Europea encargó a la consultora «Research Voor Beleid» un estudio sobre los efectos del cambio horario. Las conclusiones de este informe motivaron que la UE se reafirmase en la idoneidad de cambiar la hora.
Según este documento, el ahorro energético producido por el adelanto de hora era perceptible. Pero no sólo hablaba de esto entre las consecuencias positivas de cambiar la hora. El estudio señalaba como otros efectos tangibles la reducción de la contaminación (consecuencia lógica del ahorro energético), el aumento de beneficios de la industria del ocio (ya que al haber más horas de luz solar la gente sale más de casa) y la reducción de los accidentes de coche (unido esto también al hecho de poder disfrutar de más horas de sol).
Por su parte también existen efectos no tan beneficiosos. El más comentado es la repercusión que tiene en nuestro ciclo orgánico, aunque la mayoría de los expertos opina que se trata de algo temporal hasta que el cuerpo se acostumbra al cambio de hora. Normalmente se supera en dos o tres días, hasta entonces las personas más sensibles pueden sufrir trastornos leves, como dificultades en conciliar el sueño etc.
Historia
El cambio de hora es un hábito que se empezó a adoptar durante la Primera Guerra Mundial. Los países aliados pusieron en práctica esta idea para ahorrar energía, aunque no fue algo uniforme y se abandonó desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
Fue otro problema global lo que produjo que se volviese a instaurar. En este caso se trató de la Crisis del Petróleo. La reducción de barriles de petróleo provocó que los países occidentales adoptaran esta determinación para ahorrar energía.
La Unión Europea, en su afán por uniformizar las costumbres de los países miembros, ha legislado sobre el cambio horario. Desde que se aprobó la directiva anteriormente citada el cambio horario se entiende con carácter indefinido aunque cada cinco años la Comisión Europea tiene que publicar en el Diario Oficial de las Comunidades Europeas ( http://europa.eu.int/eur-lex/es/oj/ ) el calendario de las fechas concretas en las que se producirá el cambio de hora durante los cinco años siguientes. El anterior calendario fue hecho publicó al instaurarse el cambio horario unificado en el año 2001, por lo que en 2006 se comunicará el próximo vigente durante los cinco años posteriores.