Las bombillas están hechas de vidrio y metales que pueden reciclarse, y en el caso de las de bajo consumo, también de mercurio, que debe recuperarse por ley para evitar su elevado poder contaminante. Por ello, la esperada generalización de estas bombillas de ahorro en los próximos años hace necesaria una mayor concienciación para reciclarlas y gestionar sus residuos correctamente.
Imagen: Dan Shirley
El fin de las bombillas incandescentes está cada vez más cerca. La Comisión de la Energía Europea quiere que entre 2010 y 2015 la mayoría de los países comunitarios las sustituyan por las de bajo consumo, que gastan menos electricidad, duran mucho más que las convencionales y, por lo tanto, permiten un mayor ahorro económico y un menor impacto medioambiental.
En España, diversos responsables institucionales han anunciado medidas para llevar a cabo esta transición. Por un lado, la Comisión de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino del Congreso aprobaba reemplazar las bombillas poco eficientes antes de tres años. De esta manera, los hogares españoles tendrían que sustituir unos 217 millones de bombillas en dicho plazo. Como medida de apoyo, el Plan de Ahorro Energético del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio prevé repartir 49 millones de bombillas de bajo consumo, de manera que cada hogar obtenga una en 2009 y otra en 2010.
El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio prevé repartir 49 millones de bombillas de bajo consumo en dos añosAhora bien, ¿qué hacer con las bombillas que ya no se van a usar, o simplemente están rotas y se van a desechar? La Directiva Europea sobre Residuos de Aparatos Electricos y Electronicos (RAEE), que se aplica en España desde el 25 de febrero de 2005 mediante el Real Decreto 208/2005, establece un grupo de aparatos de alumbrado que no se pueden tirar a la basura, sino que deben ser recogidos de forma selectiva (sin mezclar con otros residuos) y transportados de modo que se facilite su posterior tratamiento.
En concreto, estas bombillas son del siguiente tipo: luminarias para lámparas fluorescentes (con exclusión de las luminarias de hogares particulares), lámparas fluorescentes rectas, lámparas fluorescentes compactas, lámparas de descarga de alta intensidad y de sodio de baja presión, y otros aparatos de alumbrado utilizados para difundir o controlar luz con exclusión de las bombillas de filamentos. En este apartado entran por tanto las denominadas bombillas de bajo consumo y las fluorescentes.
La norma indica que los consumidores pueden entregar sin coste alguno dichas bombillas que vayan a desechar en los siguientes lugares:
- En los puntos de venta o distribución siempre que se adquiera una nueva de tipo equivalente o realice las mismas funciones que la que se desecha.
- En los puntos limpios o en puntos de recogida que deberá haber en municipios de más de 5.000 habitantes. En poblaciones menores, se sigue la norma de la comunidad autónoma en cuestión.
Por su parte, los productores deben contar con sistemas de recogida selectiva de las bombillas no destinadas a uso doméstico, aunque se les permite llegar a acuerdos con las instituciones para que hagan este cometido.
Tal y como explica Luis Palomino, secretario general de ASEGRE, los materiales de estas bombillas deben ser adecuadamente tratados, de manera que se recuperará por un lado el mercurio, una sustancia peligrosa que puede afectar a la salud humana y al medio ambiente, y por otro lado, el vidrio y el metal para su posterior aprovechamiento.
Sin embargo, las lámparas de incandescencia y lámparas de incandescencia halógenas quedan fuera del ámbito del Real Decreto, ya que no se ha considerado prioritario establecer directrices para su gestión tras convertirse en residuo. Por ello, en este caso, debe ser la conciencia ecológica del consumidor la que le lleve a depositarla en los puntos limpios o en centros de recogida y reciclaje.
En caso de no conocer la ubicación de estos puntos, los consumidores pueden informarse en su ayuntamiento, o en las asociaciones de productores de bombillas, como Ecolum, que dispone de un listado de los Centros de Recogida Temporal de Residuos, o Ambilamp, que ofrece un teléfono para información y recogidas (900 102 749) y que afirma contar con más de 2.200 puntos de recogida y 6.000 contenedores en toda España.
Las bombillas tienen materiales como el vidrio y metales que pueden recuperarse y aprovecharse de nuevo, y en el caso de las fluorescentes y bombillas de ahorro o bajo consumo llevan además mercurio, cuya peligrosidad obliga a que sea tratado según dicho Real Decreto.
Según los responsables de Ambilamp, en 2007, el alumbrado generó 8.700 toneladas de residuos y el mercurio presente en dichas lámparas es capaz de contaminar toda el agua potable presente en España. En concreto, añaden, basta la dosis de mercurio de una bombilla para contaminar toda el agua de una piscina. En este sentido, los impulsores de esta asociación han puesto en marcha una exposición itinerante que recorrerá toda España hasta noviembre para concienciar a los ciudadanos sobre el reciclado correcto de estas bombillas.
No obstante, cabe recordar que estas bombillas eficientes tienen cada vez menos cantidad de este material tóxico, y que es peligroso sólo si se rompe la misma. En cualquier caso, su generalización incentivada por parte de las instituciones ha llevado a organizaciones como Ecologistas en Acción a destacar los posibles efectos negativos para la salud y el medio ambiente de una inadecuada gestión de estos residuos.
Por ello, sus responsables han solicitado a las administraciones que mejoren los sistemas de recogida selectiva y las redes de reciclaje, y a los fabricantes que indiquen claramente la cantidad de mercurio que contiene cada producto y que estas luminarias no se deben tirar a la basura.