La generación de basura urbana no para de crecer, un problema de consecuencias negativas para el medio ambiente, la salud y la economía. Por ello, cada vez más personas adoptan un modo de vida de “residuo cero” con el que, además de mejorar su entorno o su salud, pueden conseguir ahorros de hasta un 40% en sus bolsillos. Este artículo ofrece ocho consejos para vivir en una casa cero residuos y ahorrar dinero.
1. Concienciarse de que es posible
La primera regla para conseguir algo es proponérselo, por difícil que parezca. Es lo que pensó la francesa afincada en California (EE.UU.) Bea Johnson, autora del libro ‘Zero Waste Home‘ (Casa de Residuo Cero). Desde que en 2008 su familia y ella adoptaron este estilo de vida, asegura que «hemos cambiado a mejor, y no solo nos sentimos más felices, sino también llevamos vidas con más sentido basadas en experiencias en vez de en cosas». De esta manera, afirma que apenas generan basura y consiguen ahorrar un 40% de gastos al año. Johnson ofrece conferencias por todo el país y está logrando convencer a cada vez más gente de sus ventajas para el medio ambiente, sus bolsillos y sus vidas.
2. Vivir con lo imprescindible
Cada vez más personas adoptan un modo de vida de «residuo cero»Puede parecer de Perogrullo, pero cuanto menos tengamos, menos residuos generaremos. Antes de adquirir cualquier cosa, habría que preguntarse: ¿en realidad lo necesito? El problema de la basura, que crecerá en los próximos años si no hacemos nada por remediarlo, va unido al crecimiento del consumo de todo tipo de productos. Por ejemplo, un truco para almacenar menos cosas consiste en reducir el número de estanterías, cajones, baldas, etc. y, de paso, tener que dedicar menos tiempo a limpiar.
3. Organizarse para no desperdiciar comida
El despilfarro de comida es un grave problema ambiental: la Comisión del Parlamento Europeo calcula que unos 179 kilos de alimentos en buen estado se desperdician por persona al año. Para evitar que los alimentos de casa se conviertan en residuos se pueden llevar a cabo varias acciones, como organizar bien la lista de la compra, adquirir menos unidades de productos, fijarse bien en las fechas de caducidad, guardar bien los alimentos, recurrir a la «cocina creativa» para hacer platos con restos, consumir alimentos locales, frescos y de temporada, etc.
4. Comprar a granel
El empaquetado de productos es cada vez mayor y, en algunos casos, llega hasta límites sorprendentes. La piel de las frutas es una cubierta protectora natural que no requiere de un plástico que la envuelva ni bandejas de poliestireno. Este empaquetado extra se convierte en residuo que puede evitarse comprando a granel y elegir solo lo que se precisa. Los productos a granel son más económicos y cada vez son más comunes los establecimientos que emplean este sistema de venta en parte o incluso en todos sus productos.
5. Utilizar envases y bolsas reutilizables
Otra forma de evitar el sobreempaquetado de los productos y la generación de residuos innecesarios es mediante el uso de envases y bolsas reutilizables. Con ellos se puede transportar la compra, almacenar y organizar los productos o conservar los alimentos y, de esta forma, alargar su vida útil, reducir la cantidad de residuos y conseguir un ahorro económico. Y por supuesto, en una casa de «cero residuos» no hay sitio para los productos de usar y tirar, sino que se emplean todo tipo de elementos reutilizables.
6. No desaprovechar el agua
El agua es un recurso natural esencial que a menudo se desaprovecha sin que uno se dé cuenta. Para que no se convierta en un residuo, o al menos reducir su despilfarro, también se pueden llevar a cabo varias acciones: ducharse en vez de bañarse, recoger el agua fría hasta que se calienta en un cubo o balde para aprovecharlo luego para regar las plantas, utilizar tecnologías de ahorro de agua, etc.
7. Reciclar todos los residuos
Separar los diferentes tipos de residuos para llevarlos luego al contenedor de reciclaje correspondiente es un hábito que tiene muchas ventajas para el medio ambiente y la economía. Al principio puede costar un poco, pero luego se realiza de manera automática. Además de los clásicos residuos del contenedor amarillo (envases de plástico y metálicos), azul (papel y cartón) y verde (vidrio), también se pueden reciclar los residuos orgánicos generados en casa para hacer compostaje, un sistema que los transforma en un material capaz de enriquecer plantas y cosechas o de luchar contra la contaminación.
8. Colaborar antes de tirar
Algo inservible para unos puede ser para otros un tesoro. Por ello, antes de tirar nada a la basura, está la opción de dárselo a otra persona, intercambiarlo por otro producto o bien adquirir productos de segunda mano para alargar su vida útil y de paso ahorrar dinero. Es lo que propugna el consumo colaborativo, cuyas iniciativas son cada vez más diversas y promueven desde compartir o intercambiar coche, vivienda, hasta comida o lugar de trabajo.