Una división de la multinacional farmacéutica alemana Bayer vendió medicamentos anticuados en Iberoamérica y Asia durante los años ochenta, mientras al mismo tiempo comercializaba versiones más seguras en Europa y Estados Unidos. De acuerdo con una serie de documentos internos de la subsidiaria Cutter Biological, desvelados ayer por el diario «The New York Times», estas cuestionables prácticas comerciales se centraron en un fármaco coagulante para hemofílicos con un alto riesgo de servir como transmisor del virus causante del sida.
El producto farmacéutico en cuestión, denominado Factor VIII concentrado, se producía a partir de combinados de plasma sanguíneo facilitados por hasta 10.000 donantes diferentes, antes de que se desarrollaran los análisis clínicos para determinar la presencia del VIH. La versión más segura que se empezó a comercializar en países industrializados en febrero de 1984 era tratada con calor para eliminar el riesgo de contagio.
A tenor de estas informaciones, Cutter Biological concentró sus ventas de la versión anticuada de ese fármaco en países en vías de desarrollo, mientras las autoridades de Europa y Estados Unidos cuestionaban su seguridad. Estas acusaciones se suman a las casi nueve mil querellas formuladas contra la Bayer por el producto Baycol, formulado para controlar el exceso de colesterol y retirado del mercado en agosto de 2001 al vincularse su consumo con más de un centenar de muertes.
En uno de los ejemplos citados por el diario estadounidense, a finales de 1984 Cutter Biological pidió a su distribuidor en Hong Kong que agotara todas sus existencias del fármaco anticuado antes de utilizar la versión «más segura y mejor».
10.000 unidades
En total, esta división de Bayer con base en Carolina del Norte habría exportado 100.000 unidades de Factor VIII valoradas en cuatro millones de dólares después de que empezara a comercializar su nueva versión. Por complicaciones asociadas con este producto, Bayer y otras tres compañías han tenido que pagar ya más de 600 millones de dólares en compensaciones.
En su defensa, el gigante farmacéutico alemán insistió ayer en que «las decisiones tomadas hace dos décadas se basaron en la mejor información científica disponible en ese momento y cumplían con las regulaciones en vigor».
Según esta compañía, el fármaco no tratado con calor se continuó vendiendo porque los clientes dudaban de la efectividad de la nueva versión y porque algunos países se demoraron en aprobar la venta del producto mejorado.