Especialistas de Naciones Unidas se reunirán a partir de la próxima semana en Taiyuan (norte de China) para analizar la contaminación del agua con arsénico en este país y en otros de Asia.
La Conferencia Regional sobre Calidad del Agua, que se celebrará del 23 al 26 de noviembre, denunciará que «varios países del sur y el sureste de Asia han confirmado la existencia de arsénico en agua destinada al consumo humano», señala la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un comunicado.
La presencia de esta sustancia tóxica en el agua potable amenaza la salud de 50 millones de personas en India, China, Vietnam, Pakistán, Nepal, Myanmar y Camboya, según informes de la OMS y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Los objetivos de la reunión, a la que asistirán responsables medioambientales de una decena de países asiáticos, son «aumentar la concienciación sobre los graves efectos de la mala calidad del agua corriente» y «movilizar a gobiernos y economías».
La presencia de arsénico se detectó por primera vez en China en el año 1986, cuando se registraron altos índices de esta sustancia en enfermos de Xinjiang, una de las provincias más pobres del país.
En los 90 se encontró en el agua de gran parte de las provincias del norte, afectadas por la sequía desde hace años y sometidas durante décadas a un proceso de industrialización que ignoró toda medida de protección ambiental.
El arsénico afecta especialmente a pozos subterráneos de los que extraen el agua los chinos que habitan en las provincias más áridas del país, en la cuenca del Río Amarillo, donde se encuentran desiertos como el Gobi o el Taklimakán.
Este veneno también puede afectar a los seres humanos a través de la «lluvia ácida», que se produce en países con alto consumo de carbón, materia prima de la que China es el mayor productor y consumidor del mundo.