Tal día como hoy de 1954, un equipo médico dirigido por Joseph E. Murray en el ahora Brighman and Women’s Hospital (Boston, EE.UU.), lograba el primer trasplante de un órgano vital en la historia de la medicina. Este equipo extrajo de un gemelo un riñón sano para dárselo a su hermano, un joven guardacostas de 23 años, Richard Herrick, que sobrevivió ocho años.
Este fue el comienzo de una larga carrera para hacer de los trasplantes de órganos sólidos uno de los pilares sobre los que se asienta la medicina actual, como método efectivo para salvar vidas. La gran prueba, que no ha sido superada hasta hace menos de una década, fue el rechazo. Al principio, los médicos utilizaron fuertes dosis de inmunosupresores. Ahora, el rechazo sigue siendo el principal obstáculo pese a que en un altísimo porcentaje es superado. España tuvo que esperar 11 años para acometer el primer trasplante de órgano sólido, en este caso también un riñón. Fue en el Hospital Clínico de Barcelona en abril de 1965, aunque 25 años antes ya se habían producido en la Clínica Barraquer los primeros trasplantes de córnea. Hasta 1979, cuando la legislación española reconoció el concepto de «muerte cerebral», todas las extracciones renales para trasplantes procedentes de cadáver tenían que aguardar a la asistolia del donante, lo que provocaba que los equipos médicos tuviesen que velar durante días a pacientes sin esperanza alguna de viabilidad. A partir de entonces, España se convierte en uno de los países líderes en trasplantes, con más de 32.000 realizados desde 1990, y con una de las tasas más altas de donaciones.
Camino de incertidumbre
Lo que ahora es una práctica casi diaria fue durante muchos años un camino de incertidumbre. En 1954 se logró el primer éxito, pero para llegar a ese momento hubo muchos fracasos. Por ejemplo, a lo largo de 1906 médicos franceses realizaron 40 trasplantes de riñón, pero todos los pacientes fallecieron. El primer gran logro fue el que hoy se conmemora, aunque pronto quedó superado en la figura de un camionero norteamericano que recibió un riñón donado por su hermana. A Robert Phillips le prometieron en 1963 dos años más de vida gracias a ese órgano. Hoy tiene 79 años y no padece ninguna enfermedad.
Pero la gran revolución se produjo en 1967, cuando Christian Neethling Barnard logró el primer trasplante de corazón en Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Desde entonces, los médicos han conseguido desarrollar unas técnicas que se utilizan a gran escala en buena parte de los países como práctica diaria. En la actualidad, la revolución pasa por los trasplantes de rostro, intervención que ha generado una gran controversia ética y moral.