Hace ya 100 años desde que Alois Alzheimer descubriera la enfermedad a la que dio nombre. Una dolencia que afecta a entre el 5% y el 7% de la población mayor de 65 años (cerca de 650.000 personas en España) y a cuatro de cada diez ancianos mayores de 85.
Confundida en ocasiones con la demencia senil, diversos estudios indican que esta enfermedad seguirá aumentando en España hasta duplicarse en el año 2020. En la actualidad, los afectados de forma directa e indirecta por ella superan los tres millones.
Jacques Selmés, secretario de la Fundación Alzheimer España, reconoce que la imagen de esta dolencia que tiene la mayoría de la población es muy negativa. «Ven una enfermedad inexorable que conlleva la pérdida de memoria y la modificación de la personalidad de sus seres queridos», indica.
Entre el 85% y el 90% de las personas afectadas por el Alzheimer viven con sus seres queridos, que llevan el peso físico, psicológico y económico de cuidarlas. Para ayudar a las familias, los grupos de apoyo se configuran como la mejor opción.
Decir la verdad
La clave para el soporte de los familiares de los afectados es la concienciación. Selmés subraya la importancia del deber del médico de decir la verdad al enfermo y a su entorno. «Es una enfermedad del cerebro, el tratamiento no cura, pero da un respiro. El familiar sigue siendo la misma persona, pero poco a poco su personalidad va a cambiar».
Los especialistas calculan que pasan unos diez meses entre los primeros síntomas y la visita al médico, y otros diez entre esta consulta y la comunicación del diagnóstico. Cuando la enfermedad aparece en un nivel desarrollado, el enfermo la acoge con indiferencia. Si ésta se diagnostica tras los primeros síntomas, «la reacción principal es la negación y la angustia hacia el futuro».
En los familiares, los sentimientos más habituales son ira, tristeza y culpabilidad, lo que les conduce en algunos casos a sufrir una depresión. Para reducir esta sobrecarga de estrés, los grupos de apoyo de la Fundación Alzheimer ayudan a los cuidadores a relajarse, les enseñan técnicas para mejorar la calidad de vida de los enfermos y les animan a compartir la experiencia con gente que está pasando por la misma situación.