Un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chicago (Estados Unidos) ha constatado que las perturbaciones del sueño predisponen a desarrollar diabetes tipo 2, la más común en los adultos, especialmente en personas de edad avanzada y con sobrepeso.
Estudios anteriores habían mostrado conexiones entre la privación de sueño crónica y anomalías metabólicas, la obesidad y los riesgos de diabetes, pero ahora «es la primera vez que se prueba que la falta de un sueño reparador, privado de sus fases de ondas lentas, incrementa muy considerablemente el riesgo de desarrollar diabetes», afirma Eve van Cauter, responsable de la investigación.
En su experimento, los investigadores privaron de las fases del sueño profundo -por medio de emisores de sonidos- durante tres noches consecutivas a un grupo de nueve voluntarios sanos, de entre 20 y 31 años de edad, a los que sometieron después a controles de glucemia.
Los científicos comprobaron que tras esas tres noches de perturbaciones en el sueño se produjo en el organismo un descenso del 25% en la sensibilidad a la insulina, lo que conlleva que el cuerpo necesite mayores tasas de esta sustancia para asimilar la misma cantidad de glucosa. La mala calidad del sueño o la falta del mismo no supone, de forma paralela, un aumento en la producción de insulina por lo que, tras esas noches de sueño insuficientemente reparador, la tasa de glucosa del organismo se dispara en un 23%.
Los resultados obtenidos en los test de glucemia «sugieren claramente que la adopción de estrategias para mejorar la calidad del sueño, así como su cantidad, puede contribuir a prevenir o retrasar la aparición de la diabetes tipo 2 entre las poblaciones de riesgo», apunta la doctora Van Cauter.