Una apariencia física buena y cuidada se suele traducir en un buen estado de ánimo. Por ello, los efectos del cáncer sobre la piel, uñas y cabello no pueden considerarse secundarios, ya que pueden mermar la autoestima y la calidad de vida de los pacientes. Tan importante es, que algunos centros hospitalarios españoles disponen de una unidad de “maquillaje terapéutico”, con el objetivo de promover los cuidados dermatológicos para una mejor recuperación psicológica y física. En este artículo se describe de qué manera una nueva guía de cuidados de la piel para pacientes con cáncer pretende mejorarles su día a día y cuáles son las alteraciones dermatológicas más frecuentes.
Piel, pelo y uñas requieren una serie de cuidados específicos en los pacientes con cáncer. Por este motivo, la Asociación Española contra el Cáncer y la Academia Española de Dermatología y Venereología, en colaboración con otras asociaciones, han diseñado una guía práctica para ayudar a los pacientes a reconocer algunos de los problemas de piel más habituales y tratarlos. El objetivo de este documento no es funcionar como un decálogo de obligaciones y prohibiciones, sino informar sobre qué medidas pueden impulsar a que sigan su rutina diaria y disminuyan las complicaciones derivadas de los tratamientos oncológicos.
Según los especialistas, es importante atender al cuidado cutáneo desde el primer momento, al inicio del tratamiento oncológico, durante el mismo y tras finalizarlo. Seguir estos consejos conllevará un menor porcentaje de efectos secundarios, así como una mejor calidad de vida y mayor autoestima del afectado. La guía, dirigida tanto a médicos como a pacientes, contribuye la información tanto sobre los síntomas como de las consecuencias y de los cuidados de imagen, con recomendaciones que van desde cuáles son las formas de depilación más convenientes, cómo disimular la caída de cejas y pestañas o qué cosméticos son aconsejables, entre otras.
La piel en los pacientes oncológicos
La nueva guía aporta consejos a los pacientes con cáncer para ayudarles en su rutina diaria y disminuir las complicaciones derivadas de los tratamientos
En general, todas las afecciones dermatológicas tienen tratamiento. Las recomendaciones son seguir una adecuada alimentación (sin ácidos) y una correcta hidratación y utilizar las cremas adecuadas, aunque los expertos advierten de que cada problema tiene sus especificaciones. Por este motivo, es preferible consultar con el médico para que valore la piel y recomiende el mejor tratamiento.
Las dermatosis más frecuentes, tal y como señalan los especialistas en oncología, son:
- Sequedad de la piel, por la propia enfermedad o por el tratamiento: hay pérdida de brillo cutáneo y de elasticidad y descamación de las células superficiales cutáneas, lo que puede originar lesiones al mínimo roce.
- Mucositis oral: es un problema común ante los tratamientos de cánceres de cabeza y cuello y puede dificultar la ingesta de alimentos. La mucosa de la boca se vuelve roja y se acompaña de quemazón. También pueden desarrollarse ulceraciones e inflamación en zonas concretas de la boca o generalizadas.
- Prurito cutáneo: el picor cutáneo está provocado por la extrema sequedad de la piel, debido al tratamiento o por problemas en otros órganos, como el hígado (ictericia) o el riñón (disfunción renal). Puede ser generalizado y muy intenso.
- Dermatitis en ostomías: surgen lesiones cutáneas secundarias a los líquidos corrosivos (con irritación, dolor e inflamación) que se pierden por la ostomía (colostomía o ileostomia) que, si no se toman las precauciones necesarias, pueden incluso imposibilitar el uso de la bolsa de recolección.
- Ulceraciones, provocadas por el propio tumor o por la inmovilidad del paciente: en el primer caso, consiste en pérdida de continuidad de la piel porque el tumor la afecta de forma directa o a distancia. Provocan dolor, picor ocasional e, incluso, episodios de sangrado y pueden sobreinfectarse. En las úlceras por presión, la lesión se desarrolla en una zona sometida a presión mantenida, además de por otros factores, como sucede al estar inmovilizado durante mucho tiempo.
- Linfedema: es la hichazón que se da en brazos y piernas, a consecuencia de la extirpación quirúrgica de ganglios linfáticos o de tratamientos radioterápicos en la zona. El linfedema es habitual en pacientes a quienes se les ha extirpado la mama y los ganglios adyacentes. Provoca sensación de pesadez y es una zona propensa a las infecciones.
- Dermatosis por carencia nutricional, por el propio tratamiento, sea por un déficit en la ingesta o en la absorción de nutrientes, o un aumento de la pérdida de estos, debidos al tumor.
También, dentro de las afecciones dermatológicas relacionadas con el cáncer, se encuentran los síndromes paraneoplásicos: alteraciones de la piel que no se producen por la acción directa del tumor, sino por determinados cambios cutáneos. Las causas de estas anomalías son desconocidas, aunque no se asocian con un peor pronóstico de la enfermedad. Pueden consistir en dermatosis descamativas, dermatomiositis (debilidad muscular con lesiones violáceas en áreas expuestas al sol) o síndrome Sweet (aparición repentina de fiebre, exceso de glóbulos blancos y elevación de la piel de color rojizo), entre otras. En general, todos estos cuadros mejoran cuando se trata el tumor con éxito.
La caída del pelo durante la quimioterapia es habitual. Como no todos los tratamientos la provocan, se recomienda preguntar al oncólogo desde un principio si este efecto secundario está previsto. La preocupación por la alopecia es normal, aunque hay que recordar que es un problema transitorio y que hay maneras de hacerlo más llevadero: pañuelos o gorros de algodón (mejor que poliéster o nylon) o pelucas, cada vez con aspecto más natural y más variadas.
Respecto a los problemas en el lecho ungueal, estos pueden empezar a notarse algunas semanas después del comienzo de la quimioterapia. Es frecuente la fragilidad de las uñas, desarrollo de estrías horizontales y longitudinales, uñas rugosas y ásperas y alteraciones en su color y grosor. Incluso puede despegarse la uña de su lecho, como ocurre con el tratamiento con paclitaxel para el cáncer de mama. Hay que ser cuidadoso a la hora de cortárselas (siempre con tijeras) y se recomienda mantenerlas bien hidratadas. En caso de querer pintárselas, se recomienda utilizar esmaltes hipoalergénicos y consultar con un dermatólogo si se produce irritación. Por último, también se aconseja emplear guantes o protección al realizar tareas domésticas.