Plantas medicinales para la hipertensión

El ajo, el olivo, la espina blanca y el abedul son algunos remedios naturales para disminuir la presión arterial, aunque no están exentos de riesgos
Por Clara Bassi 27 de diciembre de 2009
Img espino blanco
Imagen: net_efekt

Algunos pacientes con presión arterial alta recurren a las plantas medicinales con propiedades hipotensoras para intentar controlarla. Pero las plantas no siempre resultan beneficiosas, en especial, cuando se toman a la vez que otros fármacos antihipertensivos. Puesto que reducen la presión arterial, tienen un efecto diurético y una acción hipotensora, pero antes de tomarlas hay que consultar con el médico.

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Una de las dudas más frecuentes en torno a las plantas medicinales es el modo de tomarlas: en infusión o en forma de concentrados (cápsulas o comprimidos). Esta última presentación es más activa pero menos segura respecto a su uso, afirma Josep Allué, profesor titular de Fisiología Vegetal de la Facultad de Biociencias de la Universidad Autónoma de Bellaterra (UAB), en Barcelona, y uno de los especialistas que han participado en las XXII Jornadas Catalanas de Hipertensión Arterial.

De manera tradicional, las plantas medicinales se han tomado mezcladas en infusiones. Algunos preparados modernos también cuentan con diferentes composiciones, pero faltan estudios que demuestren sus beneficios para el organismo. «No hay que presuponer que tres plantas juntas sea bueno para la tensión», comenta Allué.

Problemas más habituales

Recurrir a las plantas para reducir la presión arterial puede generar dos tipos de problemas. Algunas personas de cierta edad con sobrepeso toman plantas diuréticas con la finalidad de adelgazar y desintoxicar el organismo, pero pueden llegar a mezclar plantas y fármacos diuréticos sin ser conscientes. Son diuréticos las hojas de olivo en ayunas, el ortosifón, la cola de caballo, la olmaria o la vara de oro.

Los pacientes deben consultar a su médico que toman plantas medicinales y comprar los productos en establecimientos profesionales

Tampoco conviene tomarlas a la vez que algún fármaco antihipertensivo porque muchos pacientes ya reciben medicamentos diuréticos para controlar su presión, lo que dificulta el seguimiento médico de la hipertensión moderada. Cuando se receta una medicación diurética a un paciente y, sin consultarlo con su médico, decide tomar una hierba medicinal, potencia esa acción.

Aunque la tensión baje, el especialista no puede saber a qué se debe. Además, si el paciente decide dejar de tomar el remedio de herboristería, es posible que sufra un repunte de la presión arterial, informa Allué. Un ejemplo que, según este especialista, ilustra este hecho es el del zumo de pomelo, que potencia la actividad de un hipotensor clásico. Si el médico, al confirmarlo, baja las dosis de la medicación y el paciente deja de tomar el zumo, es posible que vuelva a aumentar las cifras de presión.

Otro de los grandes inconvenientes relacionado con el uso de los remedios naturales y los antihipertensivos es que las plantas pueden generar interacciones en un plano metabólico.

Comunicación médico-paciente, básica

La comunicación entre médico y paciente es fundamental, puesto que la mayoría de los hipertensos tienden a ocultarle que toman hierbas medicinales, a pesar de que se les ha pautado un tratamiento antihipertensivo determinado. Esta actitud provoca cambios anómalos cuando el paciente no toma más las plantas. En opinión de Allué, los profesionales de la medicina, en ocasiones, carecen de una buena formación en plantas medicinales y, por lo tanto, rehúsan preguntar a los pacientes por ellas.

A su juicio, deberían preguntarle por esta posibilidad y nunca denigrar al paciente por recurrir a ella. El 40% de los medicamentos actuales derivan de las características de algunas plantas y otros se extraen de preparados de éstas. «Deben considerarse como productos para la salud, aunque esto no se haya tomado en serio hasta ahora», declara Allué.

Si a pesar de todo los pacientes compran remedios naturales, deben hacerlo en establecimientos profesionales, en farmacias o en herboristerías que tengan conocimientos de fitoterapia. Se estima que en España hay entre 7.000 y 8.000 herboristerías, de las cuales sólo entre 2.000 y 3.000 cuentan con profesionales con formación.

HERBOLARIOS POCO PROFESIONALES

Un estudio llevado a cabo por Emilio Ramos Martínez, del Hospital Universitario de Tarragona Joan XXIII, sobre distintos tipos de establecimientos relacionados con la venta de plantas medicinales -herboristerías, herbolarios, centros naturales y de herbodietética- ha revelado que a muchos de estos locales aún les falta un largo trecho por recorrer para profesionalizarse. De los 18 establecimientos estudiados por vender productos para la hipertensión arterial, el 80% de los dependientes iban vestidos con ropa de calle, sin uniforme o acreditación que indicase su profesión; sólo en uno de ellos se confirmó un título correspondiente a la persona que atendía.

Sin embargo, se vendían productos, tanto de un único componente como de dos o tres, que se recomiendan en los locales. “La mayoría aseguran que son inocuos y compatibles con la medicación habitual. A pesar de que se presentaron las posibles interacciones de productos de plantas con la medicación antihipertensiva, un elevado porcentaje de establecimientos no son partidarios de informar al médico o dejan la elección al paciente”, expone Ramos Martínez en las Jornadas Catalanas de Hipertensión Arterial.

Otros datos llamativos revelan que sólo en tres establecimientos los dependientes preguntaron por las cifras de presión arterial y, en otros dos, por el tratamiento en curso. La mayoría no interrogaban sobre los estilos de vida de los pacientes, no personalizaron sus cuidados ni tampoco dieron recomendaciones completas y adecuadas sobre la dieta. Ninguno informó sobre cómo mantener el peso ideal ni los efectos de reducir el peso sobre la presión arterial, así como de la importancia de limitar el consumo de alcohol y tabaco y de hacer ejercicio físico. El 70%, eso sí, aconsejó restringir o no tomar sal, mientras que el resto ofreció sustitutos de cloruro sódico por cloruro potásico, con el nombre de “sal de hierbas”.

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