Los expertos insisten en que deberían usarse cremas con fotoprotector a lo largo de todo el año, no solo en verano. Sin embargo, este es un mensaje que no acaba de calar, a tenor de los datos que revelan un aumento constante de la incidencia de melanoma. Y es que no basta con ponerse protector, hay que saber elegir el adecuado. ¿Qué factor de protección necesita cada tipo de piel? ¿Cualquier índice protege? ¿Cómo y en qué cantidad hay que utilizar estos productos? En este artículo se resuelven estas y otras cuestiones relacionadas con la protección solar, sobre todo en la época estival.
Año tras año, la voces expertas insisten en la necesidad de protegerse del sol. Pero la incidencia de melanoma -el cáncer de piel más peligroso- no deja de aumentar. Y aunque el uso de cremas fotoprotectoras debería ser una asignatura obligatoria durante todo el año, la realidad es bien distinta. Así se desprende de la última encuesta sobre hábitos de exposición al sol, percepción de riesgo y etiquetado de las cremas solares realizada por EROSKI CONSUMER a 1.000 personas de nueve comunidades autónomas: en verano, un 19% de los encuestados afirma no utilizar nunca fotoprotectores, un 12% no los compra y tres de cada diez nunca leen la información del etiquetado.
La protección de las cremas solares
Pero, las cremas solares, ¿cuánto protegen en realidad? Según Manuel Asín, director de la primera Cátedra de Dermocosmética española, en la Universidad Miguel Hernández de Elche, «protegen en función de su índice, si bien por debajo de 15 la protección es escasa debiendo considerarse más bien bronceadores». De las cremas con índices bajos -de 4, 8, 10-, el también director del Centro Dermatológico Estético, en Alicante, afirma que «evidentemente protegen más que si no te pones nada pero, bajo mi punto de vista, el índice mínimo debe ser un 30, y siempre en función de cada tipo de piel».
Utilizar un fotoprotector solar no equivale a poder estar todo el día en la playa
Este experto explica que la piel humana está dividida en seis fototipos que indican su resistencia a la radiación solar. Así, el fototipo 1 sería el albino y el 6, el negro. A menor fototipo, más alto debe ser el índice del fotoprotector que se utilice.
¿En qué caso protege cada una? Las cremas, «en todos los casos, protegen más que si no se emplea ningún fotoprotector. Pero, así como un fototipo 6 no precisa fotoprotección, o bien una protección mínima, un fototipo 2 (las personas pelirrojas) debe usar como mínimo un factor 50, que es un índice de protección muy alto», especifica el doctor Asín. En ocasiones, hay personas que empiezan con un factor de 40 y, de modo progresivo, van bajando el índice de protección, a medida que se ponen morenos. Este experto advierte de que «si nos ponemos muy morenos es que no nos fotoprotegemos de manera adecuada. Por otra parte, una vez que estemos bronceados, sí se puede bajar mínimamente el índice del fotoprotector, aunque siempre por encima del 30». Otro aspecto importante es aplicar la cantidad adecuada de producto. «Como regla, la crema que extenderíamos en un pulgar es la cantidad que necesitamos para un brazo», aclara.
Mención aparte merecen los bebés menores de seis meses, en los que hay que evitar las cremas con protección solar ya que su piel es demasiado delicada para los componentes químicos que contienen estos productos. La Asociación Americana de Pediatría aconseja utilizar solo cuando no haya sombra suficiente disponible y solo en las zonas expuestas al sol (cara y dorso de las manos), usando productos que hayan sido diseñados para esta edad.
Cómo aplicarse las cremas fotoprotectoras
Para protegerse bien del sol, no solo basta con ponerse crema. Utilizar un fotoprotector solar tampoco equivale a poder estar todo el día en la playa, sin más. Hay que tener en cuenta algunas consideraciones. La primera, escoger el producto más adecuado, un protector de amplio espectro -contra UVA (rayos ultravioleta A) y UVB (ultravioleta B)-, con un índice de protección de 30 como mínimo.
Es importante aplicar el producto sobre la piel seca y en cantidades generosas (como mínimo, para el rostro y cada uno de los brazos debería ser del tamaño de una nuez) y cerciorarse de cubrir por completo toda la piel sin olvidar los empeines, los labios ni el pabellón auricular. El fotoprotector hay que darlo unos 20 o 30 minutos antes de salir al exterior, para que pueda absorberse bien. Por último, es clave repetir la acción si la exposición solar se prolonga en el tiempo: cada dos horas -o cada cuanto indique en el etiquetado-, aunque esté nublado, y después de nadar, sudar o secarse con la toalla.
La protección solar: no son solo cremas
Las cremas con protector solar son fundamentales para protegerse de los rayos solares. Pero no es el único elemento que hay que considerar. Para una adecuada protección solar, los especialistas recomiendan las siguientes pautas:
- Evitar la exposición solar en las horas centrales del día, entre las 12:00 y las 16:00 horas.
- Buscar el resguardo de sombras y sombrillas.
- Utilizar gorras con una buena visera o sombreros de ala ancha, que preserven bien las orejas y parte de la cara, pañuelos y camisetas.
- Las gafas de sol es otro de los elementos que no deben faltar. Las más recomendables son las grandes o las que tienen forma anatómica. Hay que huir de las que son de juguete, para los niños, y de las que no están homologadas. Unas gafas de sol inadecuadas pueden ser más peligrosas para la salud ocular que no utilizarlas, ya que, además de no proteger, pueden ocasionar daños irremediables en la córnea y retina. Su protección viene determinada por el filtro, y no por el color: una coloración oscura no significa que proteja, al contrario, si es oscura y no lleva filtro, hace que se dilate la pupila y que entren más radiaciones, lo que resulta más peligroso.
La forma más efectiva de prevenir los efectos indeseables de la exposición al sol es la prevención. Para escoger los productos de protección más adecuados es importante conocer el fototipo cutáneo de cada uno: