El 27 de mayo se celebra el Día Mundial de la Celiaquía, la enfermedad intestinal crónica que se caracteriza por la intolerancia al gluten. Afecta en torno al 1% de la población y está considerada como una de las enfermedades con base genética más frecuente. En España se estima que hay entre 200.000 y 400.000 celíacos, pero solo unas 20.000 personas están diagnosticadas. Las últimas investigaciones sobre este mal señalan que las personas celíacas tienen mayor probabilidad de sufrir trastornos neurológicos, como esquizofrenia, alteraciones de la personalidad o autismo, y en especial en el caso de las mujeres con respecto a la depresión. En este artículo se detallan las razones de esta elevada incidencia, además de los problemas nutricionales asociados.
Numerosas investigaciones señalan que las mujeres que padecen esta enfermedad tienen una mayor probabilidad de sufrir depresión. En un estudio reciente realizado por investigadores de las universidades de Drexel, Pensilvania y Syracusa (EE.UU.), se evaluó el estado de salud física y psicológica de 177 mujeres celíacas que seguían una dieta adecuada para combatir su enfermedad. A pesar de que tenían menos síntomas de depresión que quienes no seguían la dieta, estaban más deprimidas que la población general.
Según los autores, una dieta sin gluten permite reducir la probabilidad de sufrir depresión. Pero, aun así, la incidencia de este trastorno del ánimo es elevada. Como explica uno de los investigadores, «estas personas registraron índices más altos de estrés, depresión y problemas en torno a su imagen corporal, peso y forma, en comparación con la población general».
¿Por qué sufren más depresión las mujeres celíacas?
La mala absorción de nutrientes puede alterar la capacidad del organismo de generar los neurotransmisores que regulan el estado de ánimoLas mujeres sufren celiaquía con más frecuencia. Algunos estudios señalan que afecta al doble de mujeres que de hombres. Por eso, las investigaciones se han centrado en estudiar la relación entre depresión y celiaquía en el sexo femenino. De todos modos, la comunidad científica todavía no ha llegado a un consenso sobre las razones de esta elevada incidencia de depresión en las mujeres celíacas.
Un motivo puede ser que esta enfermedad reduce de manera notable la calidad de vida de muchas personas. Algunos de sus síntomas más habituales son: distensión y dolor abdominal, excesivas flatulencias, hemorragias, deposiciones frecuentes y malolientas, vómitos o inapetencia. No es de extrañar, por tanto, que las incomodidades generadas por la intolerancia al gluten afecten de manera negativa al estado de ánimo. Hay que tener en cuenta, además, los inconvenientes de llevar una dieta restringida y de que se trata de una dolencia crónica que puede conducir a tener pensamientos negativos y derrotistas.
Por otro lado, la incapacidad para absorber el gluten provoca que estas personas tengan deficiencias nutricionales, sobre todo, en cuanto a vitaminas y minerales. Muchos niños y adolescentes celíacos tienen mayor riesgo de deficiencia de determinados micronutrientes, como hierro y ácido fólico, vitamina D y calcio, y por ello, serán adultos con problemas de salud como anemia ferropénica o retraso en el desarrollo, entre otros. Algunos investigadores señalan que la mala absorción de nutrientes puede alterar la capacidad del organismo de generar los neurotransmisores que regulan el estado de ánimo.
Ponen como ejemplo que las personas celíacas tienen dificultades para absorber de manera correcta el triptófano, una sustancia fundamental para la producción de serotonina, el principal neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo y cuyos niveles se encuentran disminuidos ante una depresión. No obstante, advierten que la mala absorción de nutrientes como el hierro o el ácido fólico puede provocar apatía, fatiga o problemas de memoria, síntomas que se pueden confundir con los propios de la depresión.
Para reducir al máximo las posibles complicaciones físicas y psicológicas de la celiaquía, los expertos están de acuerdo que lo más favorable sería un diagnóstico precoz para instaurar cuanto antes una alimentación exenta de gluten, aspecto que puede ser complicado porque cursa con manifestaciones clínicas muy variadas e, incluso a veces, es asintomática.
¿Qué es la celiaquía?
Las personas celíacas sufren una alteración en la mucosa del intestino delgado proximal, que es la parte más cercana al estómago, que les impide absorber y metabolizar el gluten de los alimentos. El gluten, una proteína presente en algunos cereales como trigo, cebada, centeno, triticale (híbrido de trigo y centeno) y, es posible que también la avena, contiene una sustancia que se denomina gliadina, que es la que causa toxicidad en los afectados. El problema está en que muchos alimentos de consumo habitual y básicos para una dieta equilibrada contienen gluten. Aunque esta enfermedad crónica suele aparecer en la infancia, también puede debutar en la vida adulta e, incluso, en ancianos. Además, muchas personas la sufren durante años sin llegar a ser diagnosticadas porque los síntomas gastrointestinales no son claros y puede relacionarse con otras dolencias.
Un estudio realizado por científicos de las universidades de Tubinga, Friburgo y Marburgo (Alemania), y Zurich (Suiza), publicado en el año 2009, encontró que el 35% pacientes celíacos evaluados tenían problemas psicológicos, como depresión, psicosis o alteraciones de la personalidad. Incluso, pese a que muchos de ellos seguían una dieta libre de gluten. Aunque la muestra del estudio era muy pequeña, solo con 72 pacientes, los investigadores consideraron los resultados reveladores.
Otras investigaciones relacionan la celiaquía con diversos trastornos neurológicos, como el autismo o la epilepsia. En un artículo publicado en el año 1991 en el “Journal Autism Child Schizophrenia”, se explicaba que, con la reintroducción de la dieta con gluten en niños que sufrían esta enfermedad, se producía un empeoramiento de los síntomas conductuales del autismo. Posteriores estudios, como el publicado en 1999 por científicos de la Universidad de Sunderland (Reino Unido), han señalado que el autismo es un trastorno especialmente presente en los niños celíacos. Y, en 2010, una investigación llevada a cabo en la Universidad de Alberta (Canadá) mostraba que un niño autista de 5 años había mejorado significativamente tras eliminar el gluten de su dieta.
Por eso, en los últimos años, algunos especialistas aconsejan que los niños autistas y celíacos sigan una dieta sin gluten, ya que su mala absorción podría provocar algún tipo de problema en el funcionamiento de los neurotransmisores. De todos modos, la comunidad científica advierte que son necesarios estudios que arrojen evidencia a estas recomendaciones y que la eficacia de una dieta sin gluten para combatir el autismo es baja.