Pasado y presente de la terapia electroconvulsiva

Usado desde la década de los 30, este tratamiento, hoy seguro para el paciente, se sigue utilizando de forma efectiva
Por Montse Arboix 20 de febrero de 2009
Img enfermedad mental
Imagen: Charlie Balch

¡Quién no recuerda aquellas películas en las que se sometía al enfermo mental a un electroshock, sin mediar anestesia ni otros cuidados médicos -más como castigo brutal que como terapia-! Flaco favor le hizo entonces el cine a este procedimiento que es considerado, hoy por hoy, seguro y efectivo para pacientes adultos y adolescentes que padecen, entre otros trastornos, depresión mayor o esquizofrenia y que no responden de forma positiva a otros tratamientos.

Imagen: Charlie Balch

La terapia electroconvulsiva (TEC), utilizada desde los años 30, sobre todo en el tratamiento de la depresión severa, estaba considerada como un procedimiento atroz y muy peligroso. Los pacientes, durante y después del tratamiento, sufrían fracturas óseas, arritmias cardíacas y convulsiones, entre otras consecuencias provocadas por la falta de sedación y anestesia. Hoy, siempre bajo anestesia, la TEC es un tratamiento altamente efectivo para tratar, además de la depresión, el trastorno bipolar y otras patologías refractarias al tratamiento psicotrópico.

Mediante unos electrodos colocados en uno o ambos lados de la cabeza del paciente, la aplicación de una carga eléctrica durante unos segundos -la dosis depende de las características de cada paciente- en el tejido cerebral provoca, de manera controlada, una desestructuración en la actividad eléctrica propia del cerebro, provocando una convulsión generalizada, es decir, una crisis comicial. Ello, a su vez, altera los efectos de los neurotransmisores en el sistema nervioso central, que son las sustancias químicas encargadas de la transmisión de las señales desde una neurona hasta la siguiente a través de las sinapsis.

La TEC

La terapia electroconvulsiva se realiza bajo anestesia y relajantes musculares para que esta actividad convulsiva no afecte al organismo

Esta técnica se realiza bajo los efectos de anestesia intravenosa y relajantes musculares para que esta actividad convulsiva terapéutica no afecte al organismo, además de analgésicos para aliviar el posible dolor mandibular. Asimismo, y a modo de prevención, el psiquiatra responsable puede decidir interrumpir o disminuir las dosis de medicamentos que el paciente esté tomando para minimizar los posibles efectos secundarios. Entre ellos se encuentran los fármacos antiepilépticos, el litio (utilizado en el tratamiento de la manía y la depresión), la teofilina (antiasmático) y las benzodiazepinas (medicamentos psicotropos).

Si bien algunas personas apuntan a una leve confusión y dolor de cabeza después de la terapia, los efectos secundarios pueden producir un déficit de memoria que, aunque en algunos casos puede ser prolongado debido a un mayor número de sesiones, es reversible, y lo normal es que tenga una duración de horas, días e, incluso, meses. Por este motivo, conviene avisar al paciente y la familia que si se le practica la TEC de forma ambulatoria es imprescindible que vaya acompañado. Los efectos más persistentes son la euforia y los trastornos en el percibir, el actuar y el pensar, aunque su duración no va más allá de los seis meses.

No obstante, los expertos señalan que la intensidad de estos efectos depende en gran parte de la susceptibilidad del paciente, de su estado de salud previo, de la técnica utilizada (si es unilateral o bilateral), y del número y la frecuencia de las sesiones aplicadas. En cuanto a contraindicaciones para este procedimiento, no se puede afirmar que sean absolutas. Sin embargo, hay situaciones de riesgo relativo, como la presencia de tumores o hemorragias cerebrales, los problemas cardiovasculares recientes -como un infarto agudo de miocardio– o malformaciones vasculares, embarazo y algún problema asociado a la anestesia general.

Indicaciones

La aplicación de TEC se considera efectiva en pacientes con depresión grave, trastorno bipolar o esquizofrenia cuando los síntomas persisten a pesar del tratamiento farmacológico. Los expertos incluso están de acuerdo en que la terapia electroconvulsiva debería considerarse como una alternativa terapéutica en la depresión mayor grave del adulto.

Además, apuntan que puede utilizarse como elemento de prevención en aquellos pacientes con alto riesgo de suicidio, con afectación física grave, en inanición voluntaria, cuando hay efectos adversos graves frente a la terapia farmacológica y por elección informada del paciente. Otra de las indicaciones es la catatonia. Alrededor del 10% de los pacientes ingresados por trastorno psiquiátrico agudo presenta este cuadro, y con mayor frecuencia en aquellos con esquizofrenia o, en menor porcentaje, con psicosis. De forma común adopta un patrón de excitación-delirio o estupor. A pesar de que responde a diversos tratamientos, entre los que se encuentran los barbitúricos y las benzodizepinas, La terapia electroconvulsiva es, también en este caso, la terapia de elección.

Ante estos trastornos psiquiátricos, las guías de práctica clínica ponen de manifiesto que la TEC es probablemente más efectiva que la farmacoterapia a corto plazo, y que la combinación de la terapia electroconvulsiva con farmacoterapia no ha mostrado tener mayor efecto a corto plazo que la TEC aplicada exclusivamente.

MEJORA LA CALIDAD DE VIDA

ImgImagen: Dawn Simon

En España, y según los últimos datos obtenidos de un análisis retrospectivo realizado en todos los hospitales con Unidad de Psiquiatría, los patrones de utilización de la terapia electroconvulsiva tienen una tasa de variabilidad importante en las diferentes comunidades autónomas. Así, según concluyen los autores en la revista “European Psychiatry”, en un 46,4% de las unidades se prescribía y se aplicaba este procedimiento, en un 28,3% sólo se prescribían, y en el 25,3% restante ni se prescribía ni se aplicaba la TEC. Las unidades en las que se formaba a los residentes en psiquiatría y, además, tenían mayor número de camas, aplicaban más la TEC..

A pesar de los datos anteriores, la evidencia científica apunta que la terapia electroconvulsiva mejora la calidad de vida de los pacientes. Así lo señala un reciente estudio publicado en la revista “British Journal of Psychiatry”, donde se evalúan los efectos sobre la calidad de vida y funcionalidad de los pacientes que han sido sometidos a terapia electroconvulsiva. Después de la aplicación de diversas series de TEC, los pacientes aceptan con confianza el tratamiento y superan los efectos adversos y declaran sentirse mejor.

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