Los Objetivos de Desarrollo del Milenio se decidieron en el año 2000. Entonces se fijó un plazo de 15 años para lograr las metas propuestas y se inició un monitoreo de la situación, con informes periódicos que analizan la evolución de cada uno de los Objetivos. Todos son igual de importantes, pero en los últimos años, con la unificación en ONU Mujeres de las diversas agencias y organismos que atendían las cuestiones de género y una mayor sensibilización hacia la igualdad, se ha impulsado la atención a las mujeres y las niñas. En este ámbito, como en el resto, se han conseguido avances destacados, que han acercado a ellas la educación, la salud y la propiedad de las tierras.
Aunque los avances a menudo no son suficientes, este hecho no puede ocultar su importancia. Se deben establecer comparaciones con la situación anterior para ser conscientes de las consecuencias de estos movimientos. En el caso de la igualdad de género, las mujeres han ocupado de manera tradicional un segundo plano, pero gracias al esfuerzo y el empeño de los últimos años, cada vez están más cerca de la primera línea.
Educación, salud y propiedad de la tierra
Hasta 2008, en 17 de los 40 países estudiados se alcanzó la paridad entre géneros en la matriculación en secundaria
El Objetivo 3 de los ODM apuesta por promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer, como un medio más para el progreso del desarrollo humano. El último informe sobre «El Progreso de las Mujeres en el Mundo», editado por ONU Mujeres cada dos años, se centra en el acceso de ellas a la justicia. Un extracto previo del mismo, cuya presentación se espera en estos meses, subraya «logros extraordinarios en la reforma de leyes» para reconocer sus derechos. Este análisis realiza una radiografía de diversos ámbitos, como el educativo, donde la tasa de asistencia de las niñas a la escuela secundaria ha experimentado avances: hasta 2008, en 17 de los 40 países estudiados, se alcanzó la paridad entre géneros en la matriculación, aunque en algunos casos se consiguió en tasas muy bajas y «las niñas pobres de las áreas rurales quedaron relegadas», se precisa. En los últimos años, también se ha incrementado el número de maestras.
Repecto a la atención sanitaria, los avances han sido menos exitosos de lo esperado y las mujeres de zonas rurales pobres tienen todavía «muchas menos probabilidades» que las mujeres de zonas urbanas ricas de recibir asistencia profesional durante el parto, ya sea un médico o un enfermero. Este aspecto es destacado, ya que no solo pone en riesgo la salud de las madres, sino también de los hijos, que carecen de los cuidados necesarios durante el nacimiento y en las primeras horas de vida. Los principales obstáculos para acceder a los servicios de salud en países donde la tasa de mortalidad materna es alta, como Sierra Leona o Haití (incluso antes de sufrir el devastador terremoto de 2010), es el elevado coste del tratamiento, por encima de la falta de especialistas femeninas.
En cuanto a la propiedad, las herencias, el acceso al mercado de la tierra y a la reforma agraria es territorio de los hombres en numerosas zonas, aunque en una escala de 0 a 1, donde 0 indica un acceso nulo y 1, un acceso pleno, en América Latina y el Caribe (0,88), Europa central y oriental (0,88), Asia oriental y el Pacífico (0,85) las mujeres ocupan un lugar muy cercano al de ellos, según datos de la OCDE de 2009. La propiedad de las tierras mide el nivel de acceso a los derechos de las mujeres, así como su independencia económica. En África del Norte (0,61) y Subsahariana (0,42) se registran las cifras más bajas. Destacan Cabo Verde, donde la propiedad se reparte casi al 50%, y Botswana, donde las mujeres logran un 40%. En Mali, ni siquiera alcanzan un 4%.
Esta situación favorece el desempleo de las mujeres, más probable en todas las regiones, excepto en Europa central y oriental y la Comunidad de Estados Independientes y Asia del Este, de acuerdo a los datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 2009. Además, esta institución, indica que las mujeres ganan entre un 70% y un 90% del sueldo de los hombres, y que la discriminación relacionada con el embarazo y la maternidad «todavía es un problema común», a pesar de detectar importantes avances en la promoción de la igualdad de género, con modalidades de trabajo más flexibles en horarios. La Encuesta de empresas del Banco Mundial de 2008 añade que solo hay una mujer por cada nueve hombres en puestos gerenciales superiores.
Dónde se debe avanzar en igualdad de género
Las cuentas pendientes con la igualdad de las mujeres respecto a los hombres afectan, sobre todo, a dos ámbitos: la libertad de decisión respecto al matrimonio y la representación. En el primer caso, las jóvenes que se casan antes de cumplir 18 años «tienen más probabilidades de declarar que no tienen voz en la toma de decisiones», frente a quienes se casan más tarde. En Nigeria, las mujeres tienen un 80% más de probabilidades de decir que no tienen voz y en Colombia, un 47%.
Además, un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la salud de las mujeres y la violencia doméstica, realizado en varios países y publicado en 2005, reveló que en cinco regiones -Bangladesh, Brasil, Perú, Tanzania y Tailandia-, más de la mitad de las mujeres habían sufrido violencia física, sexual o ambas. Un informe de la División de los estudios sobre abuso en niños y mujeres, de la London Metropolitan University (2009), puso de manifiesto que, incluso en regiones avanzadas, «solo una fracción de las denuncias de violación terminan en una condena»: menos de un 10% en Inglaterra y Gales, algo más del 20% en Alemania y cerca de un 40% en Hungría.
En el campo de la representación, las mujeres no están representadas de forma equitativa como delegadas en las conferencias sobre cambio climático de las Naciones Unidas, en tan solo 29 países ellas suponen el 30% o más de la representación en el parlamento y, en referencia a las carteras que ocupan como ministras, las mujeres tienen el doble de probabilidades de ejercer de ministras en los sectores sociales y de bienestar, en lugar de hacerlo en economía, comercio y finanzas.
ONU Mujeres ha fortalecido el trabajo en el ámbito de la igualdad de género al fusionar cuatro organismos de Naciones Unidas
A comienzos de este año, se constituyó ONU Mujeres, la entidad para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, que ha fusionado el trabajo de cuatro organismos de Naciones Unidas: División para el Adelanto de la Mujer (DAW), Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer (INSTRAW), Oficina del Asesor Especial en cuestiones de género (OSAGI) y Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM). Su creación puso de manifiesto la importancia que se concede a este asunto, puesto que ha fortalecido el trabajo en este campo gracias a un único órgano, más potente que los anteriores y que ha nombrado como directora a Michelle Bachelet, cuya carrera está unida a la defensa de los derechos de la mujer.
Naciones Unidas es una de las instituciones más activas en este campo. Cuenta con la ventaja de actuar en todo el mundo y de hacerlo junto con los gobiernos, de manera que su trabajo, en ocasiones, se traduce en leyes de aplicación general. No obstante, ONU Mujeres se ha constituido con unos objetivos demasiado ambiciosos, sobre todo en el terreno económico, que aún no se cumplen, al depender en parte de aportaciones voluntarias. Los últimos países en colaborar han sido India, que ha prometido un millón de dólares, y Nigeria, que ha aprobado la contribución de medio millón. Estas aportaciones pueden considerarse escasas, pero son destacadas, por provenir de países donde las mujeres no siempre pueden cumplir sus derechos.